La moda de: “Mi corazón es Ixil”.

Yo recuerdo que cuando estaba en los básicos salió la moda de ponerse pantalón campana y usar esos zapatos de plataforma a los que mi mamá les llama zancos. En la casa las contadas fotografías de mis padres en su juventud recién unidos tienen como paisaje los surcos de algodón de la finca la Pangola. Son reliquias que se atesoran con sentimiento blindado a toda transgresión.  Las fotografías de papel Kodak se lee en el reverso. Cuentan que los trabajadores  aprovechaban el descanso del día domingo  y la visita del fotógrafo que llegaba a las fincas  una vez cada dos…

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Se arreglan zapatos.

Recuerdo patente el día en que llegó a Ciudad Peronia, fue el día en que se terminó de construir la capilla católica –en la vueltona de la calle río  Suchiate- comenzaba la década de los noventa. Atrás de ésta  al pie de El  Pinón construyó su champita de nailon, telas y pedazos de madera que no pasaba de cuatro por cuatro metros, ahí vivía con sus dos crías un cipote de aproximadamente seis años y una ishta de cuatro. Era viudo contaban en las conversaciones de mercado y en las pláticas después de misa en el puesto de la nía…

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Las mujeres de La Embajada.

En el mundo del arbitraje como en otros mundos del deporte y de la vida también se adentra en el mundo de la prostitución. Bien es sabido que muchos árbitros internacionales de mi país y del mundo han logrado llegar a la cima del olimpo abriéndose de piernas a un jefe que a cambio de sodomizarlos les ofrece un  gafete FIFA o una plaza en competencias internacionales de élite. Son esos mismos árbitros altaneros y arrogantes que gritan a los cuatro vientos que haber llegado al podio se lo debieron a su capacidad arbitral. Pero el punto del que hablaré…

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De inquilina.

No es la primera vez que me sucede ya llevo nueve años y seis meses en este  país en existencia  de inquilina. Ser migrante no es fácil pero ofrece la enorme ventaja de empezar de cero y construir nuevos andamios, de descubrir nuevos senderos. Llevo años –desde que me dio por escribir- que personas me escriben o me llaman por teléfono para preguntarme cómo le hice para tragarme el ego de ser maestra en mi  país y de trabajar limpiando casas aquí. Otras con la queja de haber dejado familia, amistades, oportunidades de trabajo  para  sorprenderse de haber venido a…

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Mi parcela de fresas.

Nos quedó como resaca  bajo del muelle  del puerto de San  José, se nos quedò como goma de tres días con caldo de huevos. Se nos quedó en el paladar durante todas estas décadas. Sí, ahí quedó justo entre el cielo de la boca y un rincón del corazón. Desde ese entonces me encanta comer en trasto plástico al contrario de mi hermana mayor que los aborrece una misma experiencia con diferentes recuerdos. Fue una tarde después de misa en la capilla que llegaron albocando  que en la finca La Fresera necesitaban gente para cortar las frutas. Ciudad Peronia  comenzaba…

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La tortillera.

Recuerdo que vivíamos amontononados en un apartamento en la zona ocho capitalina, justo a dos cuadras atrás de la iglesia La Divina Providencia. Era una vecindad con paredes de adobe repellado con cal y arena blanca, techos de lámina y puertas de madera con polilla. Un portonón en el zaguán, de ahí nos guindábamos la manadas de güiras jugando a trepar, hacíamos paradillas, saltábamos liga y avioncito. En noviembre del ochenta y ocho agarró camino la hermana mayor con sus dos  pollitas  habadas y el pollito peluco en la panza nos fuimos a la   que soñábamos sería nuestra casa propia…

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Zahira.

Su verdadero nombre nadie en La Casa lo sabe. Desde aquella noche fue nombrada Zafiro. Una tarde cuando era niña le dijo su mamá que su nombre Zahira significaba flor de colores brillantes, luminosa y sublime como toda ella y su origen islámico. La menor de tres hermanos, Zahira fue secuestrada en un poblado de Surakarta, Indonesia una noche que regresaba de una fiesta   en compañía de sus dos hermanos y su madre, un automóvil atropelló a uno de ellos descendieron varios hombres del automotor y fingieron ayudar a trasladar el herido a un  hospital pero a quien se llevaron…

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