Los emigrados sin nombre, sin patria y sin huellas.
I. En la madrugada de un domingo cualquiera En la tarde de un jueves inusual Los días no importan, no tienen nombre No tienen horas tan solo la pena que solloza la muerte La muerte de los indocumentados que de paso van Con los labios secos, con el sudor en sus frentes Cargando en sus hombros la dificultad Caminando desiertos, sangrando sus pechos Las vidas sin techos que marchándose están Los días sin nombre se llenan de ausencias Los minutos espesos se vuelven sopor Dolor en el alma, dolor en el cuerpo Caminan los muertos de la migración.…