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Quien de amarillo se viste…Muchas veces o generalmente, nuestros familiares y conocidos en nuestros países de origen creen que los migrantes indocumentados en Estados Unidos tenemos una buena economía, que podemos enviarles regalos, caprichos y que las remesas es dinero que nos sobra. Es todo lo contrario, apenas vamos con los gastos del día. Aunque muchos lo aparentamos porque venimos de sociedades que viven de apariencias. No podríamos decir que vivimos con faltantes a fin de mes. Lo cierto es que poder ir a un museo de arte es un lujo en el que uno desajusta para pagar la luz, la comida de la semana, los gastos propios de la vida de un indocumentado en Estados Unidos. Además de ser espacios negados porque nadie quiere ver a un latinoamericano indocumentado dentro de un museo, más que para que haga la limpieza. (Ni el propio latino con papeles que nos ve inferior a él). Y porque nuestro nivel educativo no llega tan alto. Por eso, debemos resistir, insistir, darnos ese lujo aunque sea de vez en cuando y aunque nos represente un gasto que nos deja con faltantes a fin de mes. Porque nos lo merecemos como cultura general y como un acto de amor propio. Tuve la oportunidad de ir al Instituto de Arte de Chicago, a la exposición de Paul Cézzane. En la fotografía la pintura de nombre: La bahía de Marsella, vista desde L'Estaque, 1880. En mi caso personal yo nunca voy sola, voy acompañada con la gente del mercado de Ciudad Peronia, que me arropa. Que mis ojos sean los suyos, siempre.Ingratos, miren esa belleza.Las almas que están destinadas a encontrarse lo hacen, sin importar el tiempo y la distancia. Se reconocen instintivamente, se entienden y celebran la dicha y la oportunidad de haberse encontrado en la inmensidad del tiempo. Mi espíritu vibra en júbilo por haberse encontrado con la maravillosa obra de Jackson Pollock, tan, tan de cerquita. Y le agradece haberse atrevido a ser él mismo, a defender su locura.Sígueme en twitter
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