Mi parcela de fresas.
Nos quedó como resaca bajo del muelle del puerto de San José, se nos quedò como goma de tres días con caldo de huevos. Se nos quedó en el paladar durante todas estas décadas. Sí, ahí quedó justo entre el cielo de la boca y un rincón del corazón. Desde ese entonces me encanta comer en trasto plástico al contrario de mi hermana mayor que los aborrece una misma experiencia con diferentes recuerdos. Fue una tarde después de misa en la capilla que llegaron albocando que en la finca La Fresera necesitaban gente para cortar las frutas. Ciudad Peronia comenzaba…