De San Juan Chamelco a Gringolandia.

Gamaniel Cotzajay es un joven que emigró siendo apenas un niño, hijo de un padre alcohólico; desde muy pequeño se vio obligado a trabajar para poder ayudar en lo económico a su madre; que con cinco crías más le era imposible sostener el hogar con el mísero salario que juntaba lavando ropa ajena. Son las cuatro de la mañana una fuerte ventisca de polvo se levanta provocada por el paso de la camioneta sobre la carretera de terracería en la salida del pueblo, allí va encaramado Gamaniel, es el ayudante del chofer. Se guinda de la puerta con sus brazos…

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Chifla el viento austral en el atisbo de un otoño con olor a Guatemala.

Tarde septembrina, lentamente el otoño ha ido incorporándose a la agitada vida de la ciudad, el viento austero con su vendaval indomable, se apropia lentamente de las sombrías tardes que cada vez son más comunes. Frío; el viento trae consigo envuelto el frío, las hojas queditas comienzan su metamorfosis, en su habitual agonía de todos los años. El otoño está a punto de reventar en un arcoíris de multicolores. Las aves comienzan la etapa de emigración, buscando refugio lejos del lugar a donde llegan muchos humanos buscando uno. Las hojas tiernas comienzan a caer, sueltas, solitarias, en un eterno llanto…

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Crónica, tushte, casaca de un desfile centroameriano chapucero.

Es 15 de septiembre, me levanto realizo el acostumbrado ritual matutino antes de irme a trabajar, enciendo mi teléfono celular, vaya sorpresa, tengo un mensaje de voz, lo escucho: Negra, la pedimos en especial para vos, son las doce de la noche acaba de entrar la antorcha al colegio, aunque estés lejos, aquí los de la manada seguimos esperando tu regreso… se escuchan saludos, gritos, vitoreos y de repente me dejan sola, en compañía de la inconfundible melodía de El Grito… la escucho muda, con la piel eriza. Me voy a trabajar. Durante la semana me he encontrado con artículos…

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Hoy la nostalgia amaneció deshilando tu nombre… Comapa.

Hoy amanecí; con dolor de tierra. Como le llaman los emigrantes en Suiza, me cuenta una amiga que vive en aquellos guindos de verdes paisajes. A mí me pasa seguido, y es que llevo algunos años viviendo en éste país y no hay manera que se me quite (ni con una buena chilqueada), la sensación de desconsuelo que me provoca ésta realidad: ser extranjera. El clima influye mucho (demasiado diría yo) en mi estado anímico, y me hace revolotear, sentirme extraña, fuera de lugar, insípida con ese eterno problema insoluble: no calzar. Paso muchas noches en vela, sumergida saber ni…

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La banca en el mirador.

Cierta mañana Roderico Vásquez se levantó sintiendo la misma incipiente sensación, esa soberbia letanía que crea el destierro; de más está decir que la culpable de su penar era la atinada nostalgia. El pronóstico del tiempo anunciaba un día templado con lluvias ligeras y vientos solapados por ser típico del verano. Pero que el señorito sol se ocultaría más temprano de lo habitual. (Y que quedara claro que no era horario chapín). Rode se puso una chumpa, malaya una su capa Ciclón (en el invierno la protección) o cualquier pedazo de nailon con tal de cubrirse del aguacero pensó, pero…

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Dos veranos: el anglosajón y el ilegal. ¿De cuál querés?

Dos veranos: el anglosajón y el ilegal. ¿De cuál querés?El viento sigue soplando con su autoritaria fuerza en esta ciudad. (Raro sería que no fuera irreverente). Es un día típico de verano, treinta y cuatro grados centígrados, la humedad te hace sudar, te desespera por instantes, pero es tan mínimo el tiempo de calor que la gente trata de aprovechar al máximo los pocos días de éste clima, mirás desfilar entre el tráfico de las calles infinidad de carros descapotables, los deportivos con sus conductores coquetos, de cabello cano, los aventureros vestidos de color negro, (la mayoría) en sus lujosas…

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De la vida del pueblo y otras hierbas.

Y le cuento esto para que no se le vaya a olvidar la vida del pueblo.Posdata: después le enviaré las fotos de las procesiones.Esas fueron las palabras escritas por quien fuera mi maestra en mis avispadas asistencias a la universidad, (que pasé de madrugada… qué raro…) y quien después con el tintineo sigiloso de los años se convirtiera en una entrañable amiga. Ayer al leer un correo electrónico que enviara desglosando las peripecias vividas en sus vacaciones de Semana Santa. Me comentaba: se había ido a nutrir el espíritu a la tierra que le acarició el llanto cuando respiró por…

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