Antisocial
Comenzaba a despuntar la primavera estadounidense y ese sábado por la mañana yo preparaba el café, justo cuando mi hermana abrió la ventana de la cocina que da a la calle pasaba un grupo de ciclistas, emocionada anunció que me inscribiría en el club de ciclistas del pueblo (es ciudad, pero yo prefiero decirle pueblo) yo con la bolsa de café (de Guatemala) en la mano refunfuñé: no gracias, amo mi soledad. Es que no me gusta verte sola en la bicicleta, parecés pepe. Pero es la soledad que yo escogí, no me gusta andar en manada. Uno necesita de…