El vuelo de la libertad

Mis abuelos maternos dejaron todo en Comapa y se mudaron a vivir a Ciudad Peronia, la cume de sus hijas se acababa de divorciar y ellos fueron a ayudarle con la crianza de los niños para que ella pudiera trabajar, llevaron Comapa a Ciudad Peronia. Construyeron una covacha, plantaron un jardín y construyeron un gallinero y mi abuela con las palmas de sus manos embarró el polletón, tal como lo hacía en Comapa. La casa en el pueblo la dejaron encargada y durante más de una década su vida giró alrededor de los nietos.

Continuar leyendo…

Pintar, otra forma de expresión en mi vida

Cuando era niña siempre quise pintar pero no había dinero para crayones y mucho menos para acuarelas o pintura de otro tipo. Entre que no había dinero y tiempo, tiempo era lo que más nos hacía falta durante el día, crecimos entonces haciendo malabares con la comida, el oficio, el estudio, la crianza de los cumes y el trabajo. Literalmente: destapando un agujero para tapar otro, algo común en la vida del arrabal. Llegó la adolescencia y mis ganas de pintar y dibujar crecieron, también las responsabilidades, nuevamente se fue postergando al grado que lo bloqueé por completo de mi…

Continuar leyendo…

De cómo me fui aislando

También hubo una razón para ese cambio en mi vida: la escritura. Yo iba a seguido a cumpleaños, casamientos, posadas, convivios y eventos sociales de la comunidad latinoamericana en la ciudad. Como miembro de la comunidad conocí muchas personalidades, fui a reuniones comunitarias que tenían que ver con migración, política, cultura y deportes. También fui engañada en infinidad de ocasiones por esas organizaciones “pro” Guatemala y Centroamérica que hacen negocio con la nostalgia de los inmigrantes indocumentados, porque hasta ahí no me había dado cuenta de su finalidad. A todo decía que sí porque para mí era importante apoyar y…

Continuar leyendo…

La criada

Desde que leí Cuando era puertorriqueña, quedé impresionada con su maravillosa escritura y me volví adicta a las letras de Esmeralda Santiago. La sentí tan cercana, su historia de vida era como la de miles que nacemos y crecemos en los arrabales; cada letra, cada calle, cada detalle era una copia en papel calco del arrabal de mis amores. Similares circunstancias vivimos los que crecemos en la alcantarilla. Leerla se convirtió en una necesidad, la profundidad y la sencillez para relatar las tragedias de la vida y la transparencia para expresar el dolor de migrar y la agonía de la…

Continuar leyendo…

El negro, prieto, azabache

Hace unos días me topé  con un negro, prieto, azabache, hermosísimo. De esos hombres hechos a mano. Con esa herencia africana en cada célula y que afloraba en su piel, en los gestos y en la mirada. Levité. Me fascinan los negros oscuros tirándole a azul petróleo. Tuvimos un cruce de miradas y se detuvo el tiempo, todo él era África, (esencia que me trastorna) iba vestido en pantaloneta y playera de mangas cortas, el sol del verano había bronceado su   piel caoba y acentuado la hermosura de sus músculos torneados.

Continuar leyendo…

Mi parcela rentada I

Cuando conocí Comapa me enamoré perdidamente de mi pueblo natal y supe que ahí quería pasar el resto de mi vida. Mi abuelo, campesino y mozo toda su vida trabajaba la tierra en su parcela, y cuando yo iba de visita al pueblo, machete y azadón en mano me iba con él al terrero. Para los primeros días de mayo sembrábamos con la esperanza de que lloviera en aquel pueblo árido. Las milpas no pasaban del metro de largo y nunca vi una mazorca galana, todo crecía y se desarrollaba a medias, como los niños.

Continuar leyendo…

Cincos en el arrabal

La vida que siempre sorprende cuando uno menos lo espera, hoy en el trabajo el niño que cuido sacó de su cajita mágica una bolsa de cincos que le habían regalado para su cumpleaños, y me preguntó que si podía enseñarle a jugarlos ya que yo le había dicho que de niña en Guatemala los jugaba. Lo vi con su bolsita de cincos en las manos y se me aguadaron las piernas; una sensación extraña, una emoción inexplicable, un alud de recuerdos acompañados de sonrisas, siluetas borrosas, tierra mojada, y de los rostros de mis amigos de infancia me aguaron…

Continuar leyendo…