La Garífuna de aroma a coco tierno.
La primera vez que yo fui a Comapa a conocer el pedacito de tierra donde nací tenía recién cumplidos quince años. Enloquecí. La Arada donde había jugado durante mi infancia se volvió miniatura frente aquellos potreros y laderas de la árida tierra de mis ancestras y ancestros maternos. Casas de paja, de bajareque, paredes de adobe con techos de teja, el olor a la tierra mojada cuando aparece un chaparrón, ver la milpa en flor, las enredaderas de frijol camagua, todo aquello en tamaño gigante, mi Nanoj intentó tener en el pedacito de jardín en Ciudad Peronia su natal Comapa …