Post frontera. (VII)
País de llegada: la frustración. Segunda parte. Crecí sin ningún tipo de autoestima, mi mamá no es mujer de dar abrazos ni de palabras dulces, y no se lo reprocho porque es algo que no conoció, en cambio es arrecha para el trabajo porque desde los cinco años de edad le tocó madurar de golpe, si yo tuve instantes de felicidad en la infancia, ella no tuvo ninguno. Y qué decir de mi papá que se crió durmiendo en las calles, sin padre ni madre. De dicha se logró. Ese remedo de familia que somos es para ellos la idea…