El árbitro es una mujer.
Historias de un silbato. II. Corría el año dos mil cuando fui nombrada para dirigir un juego de fútbol de cuarta división, el pueblo era Morazán, municipio del departamento del Progreso Guastatoya. Hacía unos meses que había ascendido de árbitra asistente a central, que no fue así como así tan fácil y de solo un trámite como sucede con los hombres. A mí me exigieron el triple que a ellos porque era la única mujer del panel central y nadie me visualizaba como central creían que lo mío era ser asistente, que no desestimo el trabajo; en mi opinión necesita…