Oda de Redención.
Ella, encendió el candilón una noche cualquiera. ¿Acaso conoce el poder de las tempestades? Ella, ¿cómo se llama? Ni siquiera se presentó. Llegó con el viento que arrastra las hojas, encendió el candilón y se marchó. ¿En dónde encontrarla? ¿Salir a buscarla en el escaño solitario? ¿En medio del océano? ¿Al borde del acantilado? En dónde podrá estar. ¿Caminando en la ribera? Ella, encendió el candilón y se marchó. Sigilosa y escultural. Como un fantasma, como una fantasía de litoral, rompiendo las olas. ¿En dónde encontrarla? ¿En la sombra de un muro? ¿En la tiniebla de un callejón? Tal vez…