El arralón con el Sergio el bailador.

Tocaron la puerta a la hora acordada, el apartamento estaba lleno a reventar de santas, no tan santas y de putas; putas sosegadas, medio traviesas y de las pervertidas. Mosquitas muertas, moribundas y de las avispadas. Todas habían sido citadas para celebrar la despedida de soltera de la enclenque que se iba a casar por todas las leyes habidas y por haber con su marinovio, un zopenco con quien llevaba una relación –tormentosa- de tres años. Del bacanal solo dos tenían documentos legales en el país el resto eran indocumentadas. Entre que esposas, amantes, novias, solteras. Entre que jovencitas, medio…

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Nuevamente el adiós.

¿Es así? – pregunta la rana parda- ¿es así la despedida? ¿Por qué duele tanto decir adiós? No es un adiós definitivo – contesta la chicharra Numen- nos veremos pronto cuando ya no quede rastro del invierno, retornaré en cada verano con mi canto y mi alegría a habitar la frondosa selva tropical. No quiero que te vayas, – le dice la rana- no quiero despedirte es tan triste el otoño cuando la selva se despoja de todo su color, tan frío el invierno todo esto es desierto sin tu melodía de cigarra. Nuevamente llega el otoño y la despedida…

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La diosa del Olimpo.

Me repeso en el borde de la puerta y me le quedo mirando, no puedo contener más el embeleso de tener tan cerca a esa delicadeza. La velada transcurre tan lejana a mí porque mi   desasosiego la busca cuidadosamente para que nadie más se percate que está ahí una diosa bajada del Olimpo y que se ha adueñado de mis sentidos y de mi voluntad. Con mi copa de vino en la mano camino por la estancia y me detengo unos instantes para observar nuevamente la obra de arte; a respirar su aroma de selva tropical, de mar mediterráneo, a…

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La lica porno.

Andábamos en las últimas semanas del ciclo escolar y cursábamos segundo básico y los patojos de la sección cargaban la bulla de lo espectacular que eran las películas pornográficas y hablaban de unas enormes anacondas que se entiesaban, babeaban, vomitaban, se desmayaban y volvían a entiesarse; con la dramatización incluida con todo y sonidos despertaron la curiosidad de las patojas, fue el tema de todo el año y lo sería del siguiente. Yo que ya había visto a los patojos de mi cuadra desnudos trataba de sosegarlas bajándolas de la nube de un tetuntazo: ay dios muchá, ni se emocionen…

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El baile callejero del Día del Niño.

Cuando era niña recuerdo que para el Día del Niño en la escuela era que nos hacían bulla las maestras, nos compraban pastel y nos reventaban una piñata. Era la felicidad lanzarnos sobre aquel tierrero y caerle encima a los dulces. También era día de venta de helados, desahuciada le decía a mi mamá que: mama hoy es mi día necesito que me des feriado. Qué feriado ni qué ni mierda, ya te me a alistar que tu hielera de helados te está esperando. En los días feriados era cuando más vendíamos y el Día del Niño no era la…

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No es una pollería cualquiera.

Aquella tarde mientras pastoreaba las frías horas del invierno sentada en el balcón y pensando en que pronto podría sembrar mi parcela de tomates cuando llegaran los aires primaverales, un mensaje en mi teléfono celular interrumpió mi ensoñación, recibí una fotografía vía WhatsApp. Era un mensaje de una alera que llegó a mí a través de mis letras, mordió el anzuelo con mi texto La Terminal brilla con luz propia, hasta este instante éramos dos totales desconocidas, recuerdo que en esa ocasión me escribió comentando el relato y de ahí pal real de lectora se convirtió en alera… (¿No es…

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La tarde en que Alfredo no llegó.

A los días de nosotros recién llegados a Ciudad Peronia también llegó otra familia de occidente, hicieron su covacha en el último terreno de la calle Danubio a un costado de la arada que hoy en día es la colonia Jerusalén. Muy poco español hablaban y eran discriminados por su condición de herederos de los pueblos milenarios, tenían dos hijos una niña y un niño, a los años tuvieron al tercero. Los mayores eran de una edad conmigo. Ellas se vestían con sus cortes y sus huipiles, ellos con sus pantalones de tela y sus camisas blancas. Para llegar de…

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