El arralón con el Sergio el bailador.
Tocaron la puerta a la hora acordada, el apartamento estaba lleno a reventar de santas, no tan santas y de putas; putas sosegadas, medio traviesas y de las pervertidas. Mosquitas muertas, moribundas y de las avispadas. Todas habían sido citadas para celebrar la despedida de soltera de la enclenque que se iba a casar por todas las leyes habidas y por haber con su marinovio, un zopenco con quien llevaba una relación –tormentosa- de tres años. Del bacanal solo dos tenían documentos legales en el país el resto eran indocumentadas. Entre que esposas, amantes, novias, solteras. Entre que jovencitas, medio…