La clase obrera.
Cuando tenía diez años de edad recuerdo que abrieron en Ciudad Peronia un centro donde repartían comida por parte del gobierno. Cada mes llegaban a dejar jamón enlatado, máiz amarillo, leche en polvo y latas de queso amarillo. Eran camionadas las que llegaban y todos las crías salíamos corriendo atrás de los volados para guindarnos de las carrocerías. Era una felicidad la que invadía a la colonia. Había comida. El trámite para recibirlo consistía en que la familia se inscribiera en el centro de salud y decir la cantidad de miembros y edades, cuánto era el ingreso mensual y en…