Mientras se mueve el bote.
Cuando salió aquella canción de Oro Sólido de nombre, Una Nalgadita, recuerdo que no importaba el tierrero la polvareda agarraba fuego, se encendía el baile. Todo mundo quería que le dieran y dar la nalgadita porque así lo pedía la canción. Las patojas con caderas prominentes se creían las diosas recién apeadas del Olimpo. La sensualidad era mover las caderas y recibir la nalgadita. Ni qué decir cuando los tiempos de La Tanguita Roja. A la grán qué bailadas y se coreaba y se cantaba la canción, el ritmo despertaba hasta al más moribundo que vegetaba sin bailar, es curioso…