La sangre llama.
Es tarde de verano calurosa y húmeda de brisa rala y seca. Tengo una michelada en la mano y he hecho más para quienes quieran meterse el pichel de jugo V8 condimentado, más las cervezas que invernan en el refrigerador. Desplayada sobre la hamaca que guinda de dos ramas de Sauces, el olor de los tomates verdes del sembradillo en el jardín despierta mi nostalgia por la manos oscuras de mi Tatoj y las querencias al recordarlo sembrando en el jardín sus hierbas y sus cebollas. Silbando siempre silbando. Me levanto y camino hacia el sembradillo, hay sandías, chile dulce,…