Cincos en el arrabal

La vida que siempre sorprende cuando uno menos lo espera, hoy en el trabajo el niño que cuido sacó de su cajita mágica una bolsa de cincos que le habían regalado para su cumpleaños, y me preguntó que si podía enseñarle a jugarlos ya que yo le había dicho que de niña en Guatemala los jugaba. Lo vi con su bolsita de cincos en las manos y se me aguadaron las piernas; una sensación extraña, una emoción inexplicable, un alud de recuerdos acompañados de sonrisas, siluetas borrosas, tierra mojada, y de los rostros de mis amigos de infancia me aguaron…