El escritorio color teal.
La vi entrar de pronto en el apartamento, así como un ventarrón de fin de año. Yo me encontraba sentada en uno de los sillones de la sala con mi ordenadora portátil sobre mis piernas, escribiendo no sé cuál de las tantas catarsis que del aire se me descuelgan de la chaveta. “Nía Tanates” le dije a modo de saludo cuando la vi ya repuesta de la traqueteada en el ascenso de las gradas del edificio. Aparte de su bolsa –tipo costal- habitual también tría un escritorio color blanco que realmente no era escritorio, me dijo que era algo llamado…