El escritorio color teal.

La vi entrar de pronto en el apartamento, así como un ventarrón de fin de año. Yo me encontraba sentada en uno de los sillones de la sala con mi ordenadora portátil sobre mis piernas, escribiendo no sé cuál de las tantas catarsis que del aire se me descuelgan de la chaveta. “Nía Tanates” le dije a modo de saludo cuando la vi ya repuesta de la traqueteada en el ascenso de las  gradas del edificio. Aparte de su bolsa –tipo costal- habitual también tría un escritorio color blanco que realmente no era escritorio, me dijo que era algo llamado…

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La noche está callada y quieta.

La noche está callada y quieta, silenciosa con su habitual manto gris y emponchado nubarrón, carente de estrellas y luna. Salvo por el chiflón y la helada que avisan que el invierno ha llegado, la noche está callada pero despierta… En la avenida principal de este pueblo que hoy me abriga yacen de pie los árboles desnudos, aquellas ramas las colorean luces artificiales que alegran las noches de diciembre a transeúntes y conductoras/res. Ya  no hay hojas secas siendo arrastradas por el viento austral de fin de año. Las luces macilentas de los postes de luz en la calles apenas…

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¡Ciudad Peronia en mi corazón!

De: La Gaceta Independiente. Corría el año de 1,986  y  nacía un proyecto habitacional impulsado por  el Gobierno del Partido   Democracia Cristiana de Guatemala,  al que llamarían Ciudad Peronia y sería en donde vivirían “los sin casa”. Un proyecto que desde el principio estuvo en manos del BANVI. El famoso Banco de La Vivienda. Para aquel entonces vivíamos alquilando en una vecindad de la zona ocho capitalina a escasos metros de la iglesia La Divina Providencia. Recuerdo patente sus paredes de adobe y repelladas con cal, techos de lámina oxidada y una torta rústica de cemento fungía como piso de…

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La foto en el jardín.

Corría –hecho pistola- el año del ´85  y nuestro presente era un cuarto alquilado en una vecindad en los alrededores de la iglesia La Divina Providencia en la zona ocho de la capital guatemalteca. Justo frente a esa iglesia en una escuela de párvulos  ubicada sobre la Avenida Santa Cecilia estudié la preprimaria.  Me iban  a recoger las vecinas que también tenían hijas estudiando ahí o bien mi tía Aidé una de las hermanas de mi mama que también vivía en la vecindad. Al cruzar la avenida me topaba con un parque en donde había grandes cipreses y algunos columpios…

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El día en que Manuel me metió mano.

Últimamente la gente ya me ha perdido el respetamiento, de la edad que escribo me han resultado amistades de antaño que me buscan con urgencia  porque se han enterado que soy chapucera en cuestión de letras, por momentos me siento Florentino Ariza escribiendo aquellas famosas cartas de amor sentado en un silla de  pino en aquel parque en las cercanías del río Magdalena. Mucha tu comparación pues.  De repente me cae gente que con urgencia exige que esta mortal les redacte invitaciones de quince años y dedicatorias en celebraciones de bodas de plata, que escriba cartas de agradecimiento o de despedida…

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