La patria del indocumentado
Después del cerco la patria se convierte en añoranza perenne. Lo saben los indocumentados más que nadie. Se convierte en esa carta vieja de papel roto por tanto doblarse y desdoblarse. Está en el recuerdo de los días de lluvia, de la milpa creciendo, de las flores de chipilín frescas y del aroma a café cocido en olla de barro. La niebla de la tierra que se dejó al otro lado del cerco atraviesa las fronteras y se cuela por las rendijas de las ventanas de los rascacielos donde trabajan limpiando los baños y los pisos las generaciones que tuvieron que…