Gladiolos en mi parcela
Durante más de 17 años yo me negué a sembrar, a tocar las flores y mucho menos a acercarme a ellas. Me negué a acercarme a las hortalizas. No fue auto castigo, no fue adrede, lo que sucedió fue que me sequé por dentro. Y poco a poco me fui volviendo un yermo, no quedaba de mí ni el más mínimo rastro de la alegría de infancia cuando sembraba en mi jardín y en mi parcela, en la casita de Ciudad Peronia. Lo feliz que era en armonía con la tierra y el campo. Con el olor a monte y…