De cachurecos y mojigatos hipócritas.
Es de susto, tipo aparición del Cadejo, el Sombrerón o de la Siguanaba. Es de pavor así como escuchar el grito de la Llorona a media noche, cuando está lejos, que es cuando está cerca. Es de vómito, así como el mal de camioneta eso de ver a la muchedumbre persignada que en las vísperas de la Semana Santa se purifica comiendo solo pescado y que se enjabona “los pecados” rezando no sé cuántos padres nuestros y no sé cuántos aves marías, disfrazándose de cucuruchos y amellándose el lomo cargando procesiones. Ellas tan santas y virginales, con su velo negro…