Nía Patantaca de la Canilla.

Invitada especial al programa radial Tardes de Relatos de Alcantarilla  en Radio Cututuy  nìa Patantaca de la Canilla se acomoda para sentarse frente al micrófono y leer su relato escrito.  Radio Cututuy  trasmite por hondas sonoras hechas de palo de guayabo y se escucha en las alcantarillas, laderas, guindos, arrabales, aldeas,  poblados, cantones y todo lugar donde exista los socones de desinformación. Donde exista la avaricia del opresor,  el descaro del perpetrador, ahí se trasmite Radio Cututuy.
Nía Patantaca de la Canilla   ha pensado mucho si debía llegar a la cabina de radio  y dejar que se le fueran vivos quienes abordan los autobuses a  horas de la tarde, perder lo de la cena y lo del desayuno del siguiente día, pero se arma de valor agarra sus dos chirajos, su muleta de palo de pino pintada a escupitajos y  camina hacia la estación radial donde la esperan nía Yoyis y  la tribu de comensales, la Vieja de la Refa de Enfrente, don Magnolio el carnicero, el repartidor de periódicos Papaíto Decime, el chara de la calle real Se me Acabó El Chupe,   el vendedor de leña  Cascarita de Palo,  los choferes de autobús,  los maestros de la jornada vespertina y las docentes de la jornada nocturna Firmitas de la Educación.
Aplauden cuando la ven asomar y comienzan  a repartir atol de tres cocimientos, chuchitos, tamalitos de elote, de chipilín, tostadas de guacamol, chiles rellenos, pan francés con brijoles y  tortillas con chile. El respectivo cuentazo revuelto con fresco de tamarindo y quien se anima se lo baja cuarteado con agua oxigenada y gasolina.
Todos y todas quieren ser partícipes de la lectura de la Anarquista de la Parada de Autobús. Pero a ciencia cierta la nía Patantaca de la Canilla es mucho  más que eso, desde patoja llevó en las venas el comunismo, socialismo,  la denuncia, la rebeldía, escribía poesía en hojas de guineos con la leche del palo de jiote y de anciana en la tierra mojada con la punta de su bastón. Pero cuidadito y le recordás la edad porque te agarra a punta de bastonazos y de castigo no te deja ver sus ojos azules color cielo desnudo de verano, tampoco acariciar sus cabellos blancos como algodón y mucho menos escuchar sus recitales de poesía al aire libre en la esquina de la parada de autobuses.
Nía Yoyis que toda su vida ha vendido refas la admira tanto, ve en ella a una maestra del acantilado, una real poeta de noche sin luna y de alborada en tormenta, no se quiere perder la lectura de su relato y lleva para la cabina la venta de refacciones a donde la sigue la gente del mercado, las trabajadoras sexuales  de la avenida de la Satisfacción,  el dueño de la herrería Hierro Vivo,  don Venancio el zapatero, la señora que vende pupusas de chicharron en la Esquina donde Te Quise y me Dejaste.
La nía Patantaca de la Canilla entra y saluda a todos y todas, se baja de un sentón un cuarto de bebida espirituosa con tres ajos crudos y medio limón con sal, para que no se le repitan los gargajos, se le salgan sin autorización los gases tóxicos de las agruras y no le de hipo.
Lleva en sus manos  uno de los tantos relatos escritos en su tiempo de vagabunda, de anarquista en juventud efervescente, de limosnera en parada de autobús.  Se aclara la garganta mientras el resto la concurrencia se hace espacio entre el lodazal, y las goteras de la lámina del recinto de la radio comunitaria. Estar frente a la plebe le despierta la vidala de la juventud a la nía de ojos azules color cielo desnudo de verano, entonces guarda los papeles sueltos en su bolsa de manta y decide cambiar el relato por la oratoria.
Autorizan la trasmisión y la voz de la anciana es escuchada en el corazón de las laderas. Las crías dejan de arrear la gallinas para que busquen el tapesco, algunas amas de casa  dejan de zurcir calcetines, otras le bajan el fuego al café, dejan de tortear y se acercan a los radios de baterías que guindan de los horcones a un costado de los candiles y de las candelas, está entrando  la noche de domingo y los y las radioescuchas están atentos al relato de la anciana más respetada de la parada de autobuses.
“Hijos de su mala entraña son todos aquellos que se atreven a ofender el vientre de su madre y sean malditos por siempre quienes lo escupen y lo deshoran, quienes lo venden por la miseria del poder, el vicio del dinero,  la droga de la  avaricia.
Traidores hijos de la patria que se han atrevido a mancillarla, a doblegar, a oprimir, a violentar a su propio pueblo, a matar a sus hermanos, a  humillar a sus hijas.
Hijos deshonestos,  trúhanes, patanes que con soberbia actúan que  con descaro derraman sangre a costa de la pulcra comodidad de sus anchas.
A sus anchas hacen y deshacen los desfalcos, liberan a los ladrones, aplauden a los  genocidas, escupen sobre las crías que en vientre tierno nacerán.
Denuncian de asesinas a las mujeres que en la pobreza quieren abortar pero solapan a las riquillas de la alta sociedad.
Tenía preparado un relato pero estoy enardecida, ¿ han sabido lo que ha pasado en Santa Cruz Barillas? ¿Sí? ¿No?  Una vez más el gobierno represor acompañado de sus aliados ha atacado a la población que solo ha tratado de defender su derecho a la tierra, al aire limpio, a sus ríos sin contaminación.  Atacaron a la población que ha peleado por mantener la entraña de la tierra en la pureza de la naturaleza,  mientras que otros graduados, acomodados, ladrones de filo hambriento han vendido a extranjeros rastreros.
¿Qué haremos al respecto? ¿En dónde está la juventud? ¿La honra de los universitarios que se jactan de ser cultos? ¡Demuestren que son cultos para servir! ¡Ahora es el momento! ¡Despierten! ¡La vena de la autonomía de su Alma Mater! ¡Griten en llanto sonoro de jauría enardecida! ¡Demuestren que en la alcantarilla se respira con dignidad vayan y manifiesten en una valla humana, en un cerco de corazones latientes! Allá están salvando la batalla sus hermanos, sus hermanas ¿los dejarán morir en soledad? ¿Qué los ataquen los canallas? ¿Qué los repriman con sus armas, con sus granadas, con sus tanquetas? No olviden que tienen hambre, que tienen sed, que están amurallados que los quieren mantener callados las faustas del poder.
¿Esto no les hace la sangre arder? ¡Son un total descaro! Ellos por traidores y ustedes por callados. Silencio, ya estoy harta del silencio, despierten, sacúdanse la modorra.
¿Cuántos pueblos serán? ¿Cuántos ríos más secarán? ¿Cuántas vidas segarán para mantener su ostentosa ofrenda? ¿Y ustedes? No son capaces de reaccionar viles rastrojos de la pobreza, de la miseria, de la soledad, ¿acaso no se han sentido el escupitajo en el rostro? ¿El golpe en la espalda? ¿Qué esperan? ¿Qué mañana sean ustedes?
Hablo aquí con el corazón en llamas para que sientan el calor de su hoguera quienes me escuchan en las laderas, en las aldeas y en el filón. Para que despierten en revolución la mustias almas que se quejan, salgan de sus rejas y emancipen su derecho de expresión.
Seré una anciana que agoniza, que apenas puede caminar pero mi memoria no olvida  el recuerdo de una revolución enardecida que en mi juventud enarboló manifestaciones masivas eran obreros, proletarios, campesinas, estudiantes, maestras y la hoy mártir María Chinchilla que su vida ofrendó por la  libertad de un pueblo  que  tu silencio encarceló.  Tu silencio de desdicha.
Quise leer un relato pero es mucho ya lo que este gobierno de  genocidas ha hecho, nos ha amedrentado, oprimido, ha encarcelado personas inocentes, ha asesinado a defensores de los derechos humanos y de la tierra, ha realizado desfalcos millonarios, nos inventan leyes, se atreven a opinar sobre nuestros cuerpos y nuestra intimidad. ¿Qué es lo que estamos esperando para despertar?
Seré una anciana que pronto morirá pero deseo que ustedes juventud en lozanía sean la melodía que la logre emancipar”.
Un mar de aplausos en la cabina y en las laderas sorprende la inspiración de la Anarquista del Arrabal. El locutor  aplaude y festeja las palabras de la anciana que nunca cursó la universidad, que aprendió a leer y a escribir mientras trabajaba  de ayudante de costurera, su oficio de toda la vida hasta que el ejército le mató  al esposo y a los  cuatro hijos que eran proletarios y quisieron formar parte de un sindicato. Entonces enloqueció y dedicó su vida a pedir dinero en la parada de autobuses, recitaba poesía que nadie entendía, hablaba de revoluciones y de manifestaciones.
La plebe del mercado la festeja, la abraza, la acompañan hasta su casa un covacha de lepa con techo de lámina oxidada, con puerta de cartón y piso de talpetate, un catre, una estufa de mesa y dos sábanas son toda su riqueza. Lo esencial lo lleva en el alma y en las hojas de papel en donde escribe.
Queridos radioescuchas  hemos compartido las palabras de nía Patantaca de la Canilla esperamos tenerla próximamente con uno de sus relatos, es todo por hoy no olviden por favor sintonizar Radio Cututuy. Se despide de ustedes Aguacate que Soy.
Nota: En memoria de  Julia la mendiga  de la parada de autobuses en mi amada Ciudad  Peronia.  Con su pata chueca y su muleta de palo. Quien alegró mis mañanas vendiendo helados en el mismo corredor. Quien de estar viva hoy estuviera gritando con la lozanía de su choya averiada tratando de despertar a la juventud que subía y bajada de los buses. Era poeta, pintora y oradora.   Por allá de la década de los noventa. Invisible como yo ella  por mendiga y por  la calidad de su cordura y yo por heladera. Al ver el ataque del gobierno contra el pueblo de Barillas pensé inmediatamente en ella y en su lucha incansable a pesar de los pesares…  Para mi corazón es inmortal y para mi alma una ancestra maestra.
A propósito, ¿qué harás respecto a esta opresión del gobierno? ¿Aparearte con tu silencio?¿Creen en la información oficial dictada por los medios al servicio del poder? ¿O formarás parte de la radio comunitaria?
Ilka Oliva Corado.
Sep. 29 de 2013.
En mi tabuco.

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