Sharon el transexual.

Es turco y su nombre es Abdullah    practica yoga al aire libre y trabaja en una fábrica  armando piezas  con las que forman escritorios  de metal para oficinas. Su única familia en este país es un primo al que visita de vez en cuando. Habla el inglés con acento turco, es un deleite escucharlo. Tiene treinta y dos años de edad y parece de veinticinco. El color de su piel es blanca, ojos verdes como  el del reverso de la hoja de palo de aguacate, su cabello es rubio. Tiene una sonrisa que le alegra el día a cualquiera.
Sharon me dijo cuando le pregunté su nombre de guerra.
Opté por llamarla definitivamente Sharon. Cuando anda de hombre con su barba cerrada me le quiero lanzar encima y cuando anda de mujer también. Es inquietante estar cerca de un ser humano  como él que siempre es un mundo nuevo por descubrir.
Hace unas  semanas salimos juntos  me quería presentar a sus amigos,  pero yo quería saber cómo se transformaba en mujer así es que me invitó a su apartamento para ser testigo de la transformación.
Malaya que yo tuviera  esa chispa y ese ánimo por delinearme,  ajustarme el sostén,  doblarme las pestañas y medirme y medirme docenas de mudas de ropa hasta decidir cuál llevarme. Me tocó entonces entrar en el papel de hombre, sentarme en un sillón y verlo desfilar con las mudas de ropa y dar mi veredicto.  Cuando salió con la minifalda puesta, medias  negras y zapatos de tacón pensé que hasta ahí había llegado, aquí me infarto y moriré virgen y pura. Si  por lo menos que me diera un beso de trapeador para intentar revivirme,  enmudecí  y rogaba a la puñetera tartamudeadera que no se me fuera a aparecer de sorpresa en ese instante.
Caminó con esa sensualidad, con ese movimiento de caderas, con esos brazos sueltos relajados, que sentí envidia  de su soltura. Se quitó la muda  de ropa frente a mí y quedó en interiores le faltaba colocarse el protector que  no permite dejar rastro alguno de sus genitales, los esconde perfectamente yo imaginé la incomodidad de cargar puesto el volado ese durante tanto tiempo, era como una especie de cinta adhesiva que corre hacia atrás el falo.
Colocó dos tetas postizas sobre su pecho y ajustó el sostén. Yo  automáticamente toqué mis dos  limoncitos y lamenté quejarme tanto cuando me aprieta el  sostén.
Tiene los cuatro pares de músculos abdominales bien marcados, una cintura  que me fulminó de vergüenza, al ver la mía con panza de pupo mareño.  Volvió a vestirse  y se sentó frente al espejo con pinturas  y polvos en mano. Yo me quedé observando desde la orilla de la cama, no hay nada de hombre en ella, Addullah desapareció por completo. La barba cerrada quedó rasurada y depilada con cera caliente que no hay rastro alguno de los vellos que tanto me enloquecen.
Se coloca la peluca rubia que queda muy bien sujetada al cuero cabelludo. Se va transformando poco a poco en una sensual mujer.
Coloca sobre su rostro una especie de pasta que muy bien da con el color de su piel, luego los polvos de sombras sobre sus párpados, delinea la orilla de sus ojos y dobla sus pestañas, luego  las pinta, delinea sus cejas, se pinta los labios y  yo coloco la loción sobre su cuello, tengo el deseo irresistible de quitarle la ropa y de regarle el lápiz labial con mi boca, el mismo deseo que me brota cuando lo veo con barba cerrada.
Sus movimientos son delicados, es Sharon en absoluto. Le ha nacido una coquetería, la forma en que se sienta y cruza las piernas, también ha cambiado el sonido de voz que no es para nada fingido, parece tan natural. La forma en que toma la bolsa  y la cuelga de su brazo, los aretes se le ven preciosos.  Nos vamos.
Abdullah es ahora una despampanante rubia que arrebata miradas en el estacionamiento del club nocturno y yo la pasmada que quiere aprender a pintarse de esa manera, con esa facilidad y   a sujetarme el sostén de la forma en que lo hace Sharon.  Cambió algo en él  cuando se transformó en ella, algo interno, una energía vibrante, una estado de relajación total, un amor propio, la luz de sus ojos, la sonrisa más amplia,   hasta el olor de piel.  Una autonomía total y el control de cada movimiento, de cada paso, algo que no noté cuando lo vi de hombre.
Saluda distinto, el beso en la mejilla lo da con cierto encanto, con cierta provocación, sabe que es dueña total del momento, del aire que respiramos quienes estamos a su alrededor, sabe que tiene las miradas puestas  sobre ella, que crea fantasías sexuales y que nadie en el recinto tiene esas piernas lisas  fascinantes con esas medias negras.  Ahí están sus amistades, hombres y mujeres,  mujeres que nacieron en género femenino y mujeres que nacieron en género masculino: transexuales. Me han opacado todas, son una locura, una hoguera, y yo de mustia con brillo de hierbabuena en los labios y aceite de jazmín en los lóbulos de mis orejas revuelto con agua de siete montes y Agua Florida. Mi sostén no es de copas como los de ellas que ayudan a levantar el busto.  Tampoco cruzo las piernas con ese garbo de odalisca. No, es que soy en el grupo la más cleta de las cletas.
Mis cinco sentidos están  en alerta, mis poros abiertos, comienzo a impregnarme del encanto de la velada hay transexuales turcos, polacos, japoneses –que son tan exóticos- latinos, canadienses, húngaros, es un club europeo en donde te sirven el té en vaso de vidrio. Yo quería pedir una  media botella  de chicha de piña pero no vendían.
Comenzamos a bailar en manada y poco a poco vamos quedando en parejas, me toca una belleza rusa que le llegaré como a la altura de los hombros, me le quiero guindar del cuello como racimo de guineo maduro,  y ahí estoy yo alegando con mis adentros que para qué se ponen medias negras y zapatos de tacón, sin tan bellas que se miran, si no saben lo que provocan, -sí lo saben-  si la autonomía las hace musas, si todas son Venus bajando del Olimpo, si son Afroditas despertando el deseo. Las del Medio Oriente con ese color de piel oscuro, con esas cejas espesas, con ese cabello que les cae como en cascada hasta las caderas. Es impensable imaginar que durante el día son ellos, la mayoría. Ahí de hombres no tienen nada, nada, absolutamente nada.
Entonces cambian cuando ven a un macho que les llama la atención, la forma de provocarlo, de invitarlo, de interactuar solo con las miradas, de lanzar los dardos, de llevarlo al extremo que ellas desean, de controlarlo, de ponerlo en la palma de sus manos, de exprimirlo y después lanzarlo lejos. Y yo de ananada que carezco de todas esas técnicas  para estrujar  gente. La silvestre total.
Cada una de ellas tiene  una historia por contar, todas emigradas hacia este país con el único objetivo de vivir su transexualidad. A mí me  da por preguntar, ellas son accesibles, tienen la necesidad de contar, de soltar, de compartir las experiencias vividas, para nada se inmutan.  Son  mujeres que en sus senos familiares no fueron aceptadas como tales, nacieron hombres pero se sienten mujeres. Fueron discriminados, golpeados, rechazados, por familiares, comunidad y sociedad. Muchos tuvieron intentos de suicidio, algunos  llegaron a actuar  cortándose las venas, otros tomando pastillas.
Dos de ellas ya se han hecho la operación para cortar el falo y formarse vagina. Otras toman hormonas para tener bustos. La mayoría se viste como mujeres las 24 horas del día, son mujeres, se sienten mujeres y viven como tal.  Son algunas las que aún están en ese proceso de cambio y decidir ser mujeres y eliminar por completo de sus armarios la ropa de varón.
Addullah me cuenta que en Turquía se graduó de ingeniero pero que le fue imposible continuar con el engaño de  pretender ser hombre si se sentía mujer, en la universidad lo agradecieron en varias ocasiones y fue a parar al hospital. La familia lo rechazó por completo. Le  negaron las plazas de trabajo. Su familia es de acomodada posición social y fue el acabose cuando supieron las “inclinaciones impropias” del  único hijo varón  de la casa. Lo  proferían muerto que homosexual le dijeron, muerto antes  que de loca. -¿En dónde habré escuchado eso antes?-
Entonces optó por dejar todo atrás y emigrar. Iniciar de nuevo. Renacer. Ser ella. Y en ese proceso está, lo más seguro es que dentro de algunos meses yo ya no vea a Addullah con su barba cerrada, vestido  de hombre, veré entonces a Sharon con vestido, pantalones ajustados y faldas cortas.  Sueña con vivir en pareja, formar un hogar, probablemente se opere también y seamos tocayas de vagina.  Seguro  no tendrá limones como yo y sean toronjas ya me dijo que le gustan las tetas grandes.
Se dejará crecer el cabello, las uñas, y cambiará la ropa de su armario. No quedará nada de Addullah, salvo  -si es que no decide borrarlos de un plumazo- los recuerdos de cuando fue varón.
Sharon  tiene algo de lo que carece Abdullah, y es amor propio, liberación, esencia, insurgencia, vida.  ¿Cuántos Abdullah andan por la vida queriendo ser Sharon y no se atreven? ¿Cuántas Sharon que no pueden salir del cuerpo de Abdullah por temor? ¿A cuántas Sharon conocemos y no las dejamos ser? ¿A cuántos Abdullah y los acosamos, los insultamos, los castigamos, los agredimos?
Abdullah  no entiende una sola palabra de español, sin embargo en la madrugada saliendo del club nocturno, busqué en mi teléfono celular la canción de El Gran Varón, le  puse uno de los audífonos en uno de sus oídos y otro en el mío, bailamos juntas, y le dediqué la canción. “…Nadie puede corregir a la naturaleza, árbol que nace doblado jamás su tronco endereza…”.
Para todas las Sharon y todos los Adbullah que han llegado a mi vida, para los que ya no están, para los que están, para los y las que están por nacer. Para  todas esas ramas torcidas que conformamos una naturaleza predilecta, hermosamente rebelde, tiernamente un horizonte en lozanía de celaje en llano silvestre. Yo también soy rama torcida y me encanta la forma de cada cáscara que anida mi corteza.
Ilka.
Sep. 20 de 2013.
En mi tabuco.

5 comentarios

  1. «El término homofobia hace referencia a la aversión (fobia, del griego antiguo Φόϐος, fobos, ‘pánico’) obsesiva contra hombres o mujeres homosexuales, aunque generalmente también se incluye a las demás personas que integran a la diversidad sexual, como es el caso de las personas bisexuales o transexuales, y las que mantienen actitudes o hábitos comúnmente asociados al otro sexo, como los metrosexuales y los hombres con ademanes tenidos por femeniles o las mujeres con ademanes tenidos por varoniles. El adjetivo es «homófobo» u «homofóbico».
    Existe cierto relativismo sobre lo que abarca el concepto de homofobia. Así por ejemplo, los que rechazan las políticas de igualdad (entre personas de diferente orientación sexual) consideran que ese rechazo no es homofobia,2 3 sino simplemente una opinión igualmente respetable como la aprobación.» (Tomado de Wikipedia, el sitio que hace que cualquier «baboso» pretenda ser sabio).
    Tene la bondad: si El Tal padece de lo descrito arriba; como es que te ama tanto que esta dispuesto a sacrificar su vida por ti?
    PD: El termino «leones» fue usado en la explicacion de que no todos los crimenes en contra de personas de ese grupo social se cometen debido a sus inclinaciones sexuales. Ademas, rimaba con «ladrones».

  2. «Dios envio a dos angeles a las ciudades de Sodoma y Gomorra. Los habitantes de estas quisieron «conocer» a ellos.» En vista de esto, Dios dijo: llovera fuego y seran destruidas por su pecado. Y asi fue.
    Ya en serio.
    Toda situacion tiene varios enfoques.
    El Tal ha conocido casos donde lesbianas abusan fisicamente de sus parejas. Hasta las meten a la prostitucion para subsistir. De los homosexuales? A eso de las 8 de la noche manejando por la 3a. avenida de la zona 1 en la capirucha chapina, el rojo del semaforo detuvo al carro. Se acerca un «gay» (por cierto no estaba tan tirado a la calle, pero por aquello de los 7 de mala suerte) y ofrece sus servicios. Amablemente se le contesta: «paso»…A lo cual arrebata los lentes y exige 50 volatiles quetzales. Se le iba a dar su correspondiente racion de «pijazos» pero vino a la memoria que en ese sector laboraba la banda de los «gays»; asaltantes de incautos «clientes» (cometieron el error de robarle a un «chafa» y por ello varios fueron desaparecidos; no por «leones» sino por ladrones) asi que se le ofrecen 20, los cuales acepta y devuelve los lentes.
    Asi como hay buenos y buenas entre ellos y ellas; tambien hay fruta podrida, que «jedionda».

    • Te publico el mensaje porque tenés derecho de expresión y sí hay de todo en todos lados. Pero,¿ya te diste cuenta, cuánta homofobia lleva tu mensaje? Con la pura expresión nada más… ¨leones¨… (los siete de mala suerte…)

    • Los enfoques y las realidades, ¿ el feminicidio, la trata de personas, no es jedionda? Con esa misma homofobia de tu comentario de ahora, quisiera que la conviertieras en cólera y expresaras tu denuncia en los casos de tratas de niñas y mujeres. Pero bueno…

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