Y el vaivén del tiempo insoluble me hamaquea quejumbroso. Estoy en August, recién me percato. Junto a mi ventana cantan los grillos, y las luciérnagas alumbran la oscurana.
Uno tan distante del otro. Verano e invierno. Calor y frío. Bochorno y aguaceros. Lodazales y tornados.
Comienzo a dundearme por instantes. Una noche de cielo desnudo y estrellado se asoma tras mi ventana, la canícula veraniega se comienza a despedir lentamente, la humedad se esconde en los rincones para atraparte desprevenida e instalarse en tu piel.
Voy y vengo, vengo y voy, siempre hamaqueándome bajo el corredor del tiempo y los horcones, agosto: invierno, lodazales, aguaceros, y un empacho de neblina que emboba al alma montuna.
August: engalana con el amarillo de los campos de girasoles, el blanco algodonado de las dalias, y rojos vivos de sandías y arándanos. Bochorno que te abraza sofocante, un sol radiante que se apuesta sobre las copas de los árboles. Fiestas y churrascos al aire libre. Desnudez y extroversión.
Voy y vengo, vengo y voy: agosto: zacatales, flor de chipilín, bledo, y escobillo. Me enredo entre las guías de ayote y güisquil, caigo desconcertada sobre la colcha morada del frijol camagua, lo corto enredado en la milpa, enraizado entre el maicillal. El olor del elote sazón aromatiza el viaje.
Cielos cerrados y lluvias perennes, alboradas nubladas y empachadas de rocío. Tardes de cielos tiznados. No hay suelo como el mío.
Vení a mí agosto: con tus jocotes tronadores, de santo domingo, amarillo, de agosto y de corona. Endulzáme con la miel de talnete y entibiá la diáspora con un tolito de atol de elote y dos tamalitos de cambray. Un tazcal y un ticuco de flor de ayote.
Vuelvo descalza a chapotear entre el lodazal, ya no tengo canillas cenizas, las moja la lluvia al compas del viento. Del viento que viene y que va.
Regreso y August baña mis pupilas del rojo fuego, de sus celajes y ocasos que destiñen un morado pitaya, brochazos chiltotos desaparecen lentamente, acariciando el cielo, el cielo estadounidense.
Llegó agosto y junto a el August. Voy y vengo, vengo y voy. Regreso al clavel rojo y reverdece mi raíz pueblerina, olor a tierra y a adobe mojado, melodiosa voz de las tejas; cuando cae la lluvia y las baña en la oscurana. Vuelvo y el sonido se entrecruza con el aire ralo y seco del verano estadounidense, una especie de trance se apodera de mis instintos, de mis sentidos y me estremece.
Rascacielos, autopistas, arces, arándanos, lago y calor. Humedad, sol y noches con cielos desnudos y cercanos.
Un perpetuo vaivén, voy y vengo, vengo y voy. August en agosto, agosto en August. Vaya revoltura, de aromas y sabores, de climas y colores, que bañan la estación.
Acampó agosto; el mes del jocote de corona y de la chilipuca en frijol camagua. Vení a mí ingrato mío; que te quiero dedicar un verso: que sepa a campo, y a alborada, que cuente las flores en la hondonada, a miel y rocío, a neblina y frío.
A lluvia y teja, a milpa y maicillo, a chipilín, a flor, a aguajal y lodo. Que sepa a todo, a todo aquello que en la diáspora latente, ni con August enfrente se podrá olvidar.
Un verso: que rime con el trino, de las gotas de lluvia cuando tocan las ramas del encino, del sauce y del pino, del madre cacao y el zacatal, del jiote y guayabo: del jocotal.
Que rime el verso, si es que en la nostalgia puede, buscar entre el bochorno y la sequedad, una gota de agua con sabor a tierra, a tierra bendita: oriental.
Que busquen fusión, las rimas y trinos, los cantos y letras si en inglés están, yo a vos te escribo mí agosto querido, un verso que al viento voy a lanzar.
Quien quita y con dicha, la venia me ayude y caiga sereno en el jocotal. De vos me despido, sin mayor aspaviento, pues son treinta días que conmigo estarás, el de hoy lo descuento, y es que no es este un cuento, que quiero escribirte: tushtera jamás.
Ilka Ibonette Oliva Corado.
Agosto 01 de 2011.
Estados Unidos.
Que bonita bienvenida le das a Agosto!!! y yo que hoy estaba limpiandome el lodo del pantalon, que me pringue cuando salí a comprar el pan, no me imagino cuanta falta me haría si no lo pudiera vivír…Saludos Ilka, un abrazo…