Ha llovido durante la noche (anoche) hoy (día de cine de dos por uno en Guate) junto a la alborada se ha colado un blanco espumoso tipo algodón (del que se daba en La Gomera, Escuintla ) lo divisé ansiosa, parecía el humo que brota del llanto de la leña del encino; que yace acurrucada en la hornilla mientras que en las entrañas de una olla de barro, hierve la semilla de aceituno para hacer el jabón , (¿pues no es tan blanco ese humo verdad? Pero bien que te recordaste…) ya empezando a padecer los signos de un futuro vahído que conozco muy bien, me asomé al ventanal (mentira es una ventana que vieran si apenas…) rápido pensé en Martina y en lo que esa pobre mujer ha de estar padeciendo con éste clima, lo que daría por estar chapoteando en el lodazal y enjaranándose con las bocanadas de aire espeso y dulzoso que te impregna el matasano que crece libre en los potreros.
Bah…, y el otro asunto es el viento que te chifla y te invita a jugar: levanta valija, porque como su apodo lo dice: ciudad de los vientos, en toda época del año éste te viene a madrugar (a mi en lo personal me cantinea para que me vuelva a sentar en la loma y vea volar mi barrilete) te empuja hacia el salón de baile, a que te echés una pieza de paso doble, al compás de la brizna raudal que te enhebra la nostalgia, ( no Raudales los que cantan unas rolonas en Guatemala ¡malaya!). Pero como yo no mucho para bailar (si pues, me decían Tongolele en los básicos) y menos el paso doble. ¡Valió!
Me voy a salir de la ruta ésta en donde vamos (de la línea Ega, Unión y Eureka, usted escoge cuál) al pedalazo y los invito a irse conmigo de capiusa (abandonemos los desnudos árboles y la lluvia) para contarles otro rollo: ese de los bailes, porque en Guatemala hoy en día los patojos y la ishtas ni la cacha le hacen por bailar, todo es zangolotear y atravesar… atravesarse la pista de baile en premura es decir; en pura corcoveadera.
Hace como tres semanas fui a una celebración del onomástico de un amigo: Tencho Bustamante (aclaro: dije Bustamante, no busca amantes, no vaya a ser que el freno de mano lea ésta nota) un guatemalteco de pura cepa. Por supuesto y como siempre ya establecida por nuestro flamante Congreso de la República: la ley del plátano y la revolución del majunche; que las mañanitas guatemaltecas brillaron por su ausencia, entonces nos tocó sopletearnos las oriundas de tierras aztecas y a la tonada de Cepillín nos las embrocamos y zambutimos a la vez, sin derecho a devolución aquello parecía; un purgante para empacho aplicado vía embudo. (Vaya que no era para fiebre sino se imaginan la vía en que se aplica el supositorio). Pues a la hora de los trancazos musicales, que la verdad sólo el pino hizo falta, nos traqueteamos algunos cuantos merengues.
Pues les cuento (no es que yo me la lleve de ser la Flor de Feria pero…) dos que tres edecanes (de esos que se paran en grupito y para sacar a bailar a una mujer la repiensan… no vaya a ser y resulten bateados en plena pista) me querían atalayar y como les gusta su papa pelada…dijeron ésta ya soltó (ya soltó la mano para aceptar) cuando se escuchó la primer canción del tan aclamado reggaetón me fui a ver si ya había puesto huevos la cocha no vaya a ser que entre tingui-tingui y entre que flojita y cooperando, me lo enjaranen y ese si no lo quiero parar por abonos…
Al fin acepté bailar merengue y una que otra bachata; déjeme decirle en lo personal más o menos me hago el quite, porque con la cinturita de gallina que me ando echando, quien quita… no vaya a ser…y.
Y en esas estábamos cuando se fue la luz: allí sí me sentí en Guate., (específicamente en el Parque de la Industria) ya sólo faltaba un temblor para acabarla de ca… cambiar de letra a la canción: con el apagón qué cosas suceden, qué cosas suceden…con el apagón…. En ese instante de oscuridad y de carne tirada en el asador sobraban las detalladeras, era aquello de miráme y no me tentés o mejor dicho tentáme y no me mirés. Y yo con las ganas… de una mi Tiky…
Después del apagón me saqué a bailar a un hombronazo, que tímido sólo me veía danzar, así que ni dos veces y le dije: ¿bailás conmigo? Pero en las mismas ya lo traía agarrado de la manita dirigiéndonos a la pista. No le quedó de otra. Mientras que el resto de la población bailadora se despertaba del alboroto ese que provocó el apagón, él y yo charlábamos, pelábamos, platicábamos en una jerigonza que es típica de los chapines, él resultó ser de un departamento que nunca tuve la oportunidad de conocer y que sin duda habita increíblemente en mis nostalgias neblineras, porque dicen que allí la neblina te abraza para darte los buenos días, aún cuando estás en tu cama. Marcos un joven de diecinueve años de edad, (pollo recién emplumado) con el acento de su natal Momos
tenango bailándole en cada palabra que brotaba de sus labios, se enredaban en mis caderas las quebradas de su San Vicente Buenabaj, las sentí acariciarme, refrescarme la piel y me asaltaron los deseos de zambullirme en pura pampa a chapotear en sus profundidades. Allí estábamos mi hombronazo y yo, dos desterrados bailando, sin bailar, danzando la melodía que inventamos en ése momento, era sólo nuestra, era ella y nosotros dos durante el resto de la velada, él con un año dos meses y diecisiete días de haber dejado cuajada en sus pupilas la mañana nublada de un pueblo que le corcoveaba en el corazón, cada vez que pensaba en él. Yo con la garganta curtida de gritos sosegados, enmudecidos y apiñados ante el clamor del tiempo transcurrido. Él con sus sueños de pintor descansando en la bolsa de su pantalón, él; con el primero básico en su espalda , él ; mi hombronazo descansaba en mi hombro, se columpiaba en mis nostalgias, yo; embrutecida por el perfume que brotaba de sus manos curtidas impregnadas de tierra, de patria, de pasto, de campiña, yo; oliendo a él, él; que era para mí la postal más fresca de mi Guatemala.
No tengo idea de la cantidad y variedad de ritmos que desfilaron esa noche en aquella fiesta de cumpleaños, pero lo que sí te puedo asegurar a vos, a vos que me leés es que; esa noche dos almas bailaron el mismo compás, esa noche mi soledad se pobló y supe que otro corazón se entrelazaba con el mío en ésta premura sin ritmo, en ésta urgencia que te arrastra a diario, ésta enfermedad de la que estoy cundida: el mal de patria.
Pues desengrasemos ya ésta carreta y dejáme darte las gracias por haber aceptado irte de capiusa conmigo, pero es tiempo de volver al aula y terminar con ésta historia. Cabal he caído en la cuenta que éste día así como está: gris, llorón, chipe, medio haragán me ha hecho pensar en que el mal de patria lo ando tatuado, lo ando como a mecapal, lo ando como yagual con tinaja de agua, como si eso fuera gracia; pero sus cuchicheos me recuerdan que estoy viva y que si acaso trato de sobrevivir y andar a mi paso en éstas tierras extrañas: en el futuro Guatemala me curará con sus montañas, y bailaré en la madrugada al escuchar el canto de los gallos, alumbraré mi camino con el resplandor de las luciérnagas, volveré a degustar el ácido de la guayabas silvestres y el viento seco de mi pueblo saldrá a encontrarme y me abrazará, me recibirá con un ramo de flores de San Andrés, para cantarme las mañanitas guatemaltecas al oído; de su viva voz,(¿es valido soñar verdad?) y mientras eso sucede me quedaré por el resto de ésta tarde viendo caer la lluvia y dejándome apelmazar por éste mal de patria, total que de todos los que padecemos los emigrantes, éste el mejor.
Ilka Oliva.
11 de febrero del 2,009.
Estados Unidos.
Cuando un mar de opiniones y comentarios tontos irrumpen e interrumpen sin permiso en tu cerebro (electrónico). Cuando caminas cansado en un desierto buscando los senderos que se bifurcan (los de Jorge Luís Borges), y deseas una bocanada de aire fresco y un trago de agua límpida…. Y sientes de repente una brisa sobre tus hombros y levantas tu rostro hacia el cielo y una corriente de aire nuevo acaricia tu frente mientras gotas de agua dulce como miel resbalan por tu boca, que alivio………Si, es Ilka , es Ilka con su prosa, es Ilka con sus formas vocales, Así es Ilka.