A mi compañera.

Que aun no nace
A la ancestra que no murió
Porque sus luchas son mis denuncias
Las mismas que hacés vos
A la loca que distorsiona la realidad
A la alcohólica que se pierde en su soledad
A la delicada prosa de un poema
Que enardecido pronuncia rebelión
A la vendedora de mercado, de días atareados
A la maestra de mundos descontinuados
A la artista que revive la inspiración
A la peregrina de oscura ansiedad
A la de fecunda hortaliza de arrabal
A la de diversidad sexual no concurrida
A la madre que sin su cría, no desistirá
A la analfabeta que a su corazón hace escribir
La denuncia de la equidad
A la que en su mirada declara no claudicar
A la violentada que su honra defenderá
A la que corre desertando de sus infiernos
Y a la que los enfrenta sin objeción
A la fusilada que la historia olvidó
A la guerrillera que se entregó a la insurrección
A la desaparecida que me observa desde un zanjón
A la jóvena encriptada en sus hormonas
Que sus neuronas despertará
A la silente de gris tormento
Que en cuento relatará, más de un suspiro
A la que a su libre albedrío defiende
Y entona el canto de autonomía
Sin ninguna vendida ironía, sin prestado valor
A la del sollozo en su conmoción
A la que transforma sin ninguna norma
Y que no ataca ninguna ley de gravedad
A la que vive en la ciudad
A la de ajado quebranto escondido en su sonrisa
A la combatiente de luchas agonizantes
A la que de una hebra crea lazos irrompibles
A la que incorruptible y leal
A la que habita en la espina de un rosal
A la de hoja de zarza seca que en hiedra se convirtió
Vino tinto es su proeza que en primavera floreció
A la de acorazado encanto
Que a mi poesía hace escribir
En noche fría, en la agonía de un candil.
Ilka Oliva Corado.
Enero 07 de 2014.
Estados Unidos.

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