El orgasmo de la gallina Coquecha.

Iba a vuelta de rueda en una atrancazón del medio día en compañía de los cientos de carros y   el  viento raudal  que soplaba fuerte los primeros avisos de otoño, de octubre y su transición hacia el invierno y sus nevadas. Los arces cambiando de color de verde a chiltoto y el ocre empezando a caer en hojas de encinos.   Pensé: necesito un orgasmo.  Inmediatamente surgió la pregunta, ¿en dónde los venden? Me dio por reír a carcajadas de  mis deseos en tarde de tráfico.  ¿Quién no ha pensado en un orgasmo en horas inusitadas? ¿En lugares impropios? ¿Con personas ajenas al alcance de nuestras manos?
¿Los venden? ¿Si los pudieran vender qué forma tendrían? ¿Cómo las nucitas? Los choco fresas. Tal vez como un agua Tiky. Como pan de coco. Como guacamol. Como zapato nuevo que aprieta el dedo chiquitín y el calcañal. ¿Y si fuera como el azúcar morena? ¿Cómo un pastel de frutas? ¿Cómo la comida favorita?
Qué forma tendrían los orgasmos si los vendieran.  ¿Se venderían como las naranjas: por mano y ciento, por libra y kilo?  O como los zapatos: por pares y por numeración. ¿Qué precio tendría un orgasmo? ¿Cincuenta len la mano? ¿Tres quetzales el montocito? ¿ A cinco la medida?
Surge la duda, ¿lo venderían en líquido o en polvo? ¿En forma de pomada como La Campana? ¿Ungüento? ¿Cómo amarre de hojas de siete montes? ¿Cómo el té  verde en hoja seca?  ¿Cómo la mota ya procesada? ¿Para aquí o para llevar?
¿De qué tamaño  lo quiere? ¿S. M. L. XL. XXL. XXXL.?
¿Y si los vendieran con tiempo? Por ejemplo: desea un orgasmo de treinta segundos le vale cincuenta len. Los de un minuto a  una vara y un tostón. Los de dos minutos que están en extinción le valen cinco varas.  ¿Y si fueran por clases sociales? ¿Por colores? ¿Si tuvieran sabores como los preservativos? ¿Estados de ánimo?
Déme por favor un orgasmo medio tristón. Dos de goma de tres días y cuatro de día de ovulación. Mire aquí me alcanza para otro deme por  favor uno que tenga dosis y media de felicidad y por favor quítele el dolor de cabeza, las reumas, los juanetes y el dolor de rabadilla.  A los de goma de tres días por vida suya quítele las nauseas y póngale una untadita de bilirrubina.
Sigo a vuelta de rueda en medio del tráfico, pensando en los orgasmos sus formas, sus precios, sabores  y colores. Déme por favor media docena de orgasmos calladitos de esos que se tienen con el jefe en la oficina sobre el escritorio a plenas  nueve de la mañana. Cuatro onzas de los que se tienen con el amante en noche de viernes y madrugada de sábado,  a esos  póngales bocinas y baterías por favor no le digo que electricidad porque podemos hacer corto circuito quien quita  y nos de por meternos a la bañera o nos agarren las fogarolas a media ducha.
Déme por favor libra y media de los que son explosivos así como las ametralladoras para navidad, no, no, no  hablo de gases ¿acaso también vende gases? Es bueno saberlo mire usted pero en esta ocasión solo quiero los orgasmos que le he encargado. Sí, de esos que parecen fiesta de carnaval y de despedida de soltera ajá de esos merito de los que dan ganas de bailar el hula hula.
Mire y ya que estoy aquí por favor me puede dar fiado mire que soy buena pagadora usted ya sabe, que hoy no tengo ganas de usar la cuerpomatic, pero déme por vida suya dos libras de orgasmos aulladores sí de los que acompañan al Cadejo y a la Llorona, revuélvamelos con   cuatro onzas de carcajadas y unas pizcas de cosquillas. Y agregue antes de que se me olvide tres medidas de orgasmos quita estrés. De los fingidos si no le voy a llevar hoy  mire usted me va  a disculpar pero empachada me tienen ya. No gracias no le compraré purgante.
El semáforo  por fin cambia de color ya puedo cruzar hacia la avenida habitual y sigo pensando mientras doy el giro, en la pobre gallina coquecha de la casa el gallo  machucador apenitas al llegue y la dejaba alborotada nada más, ella alistando las plumas y el ingrato ni dos segundos y ya  andaba volando para otros tapescos. Yo  hacía lo posible para ver su armadura, la desembocadura, la hidalga,  me tiraba al suelo justo en el momento del encontronazo pero apenas alcanzaba a mirar una culebrita que más grandes las amebas  que me salían de la panza. Aquello parecía  escenario de El Amor en los Tiempos del Cólera cuando le preguntaron a Fermina Daza  al regresar de su luna de miel, ¿cómo es  Europa? A lo que ella contestó: ¡es más la bulla!
Si los pudieras comprar por horarios: para la madrugada, los de media mañana, los de la tarde y los de la noche. Los sosegados, los iracundos, los bien portados, los descabellados, los descachimbados, los persuasivos, los coloquiales, los seductores y los de doble moral, los rebeldes. ¡Los descarados! ¡Los desatados! ¡Los de miércoles de dos por uno!
Los de mi cochita blanca cómo habrán sido, nunca le vi el asunto al cojonudo de los aretes negros. Los de la Canela una galgo  que era hiperactiva como la cipota que se subía en los cabros y en el lomo de los coches. Los de mis cabritas, ¿se habrán discutido uno aullador que espantara al cabro Fugitivo? ¿Cómo saberlo? ¡Para que le demostraran que las de la leche eran ellas! ¿Cómo habrán sido los orgasmos de las patas de la casa? Lo único que supe de ellas era que decían cua cua.
Me hubiese encantado ver a la Negra una Rottweiler  que tuvimos, darle para sus dulces al Canelo de nía Perenceja que se la llevaba de tener el semental de todo Ciudad Peronia el animal parecía toro en miniatura que no tenía necesidad de ladrar para espantar a los ladrones. Yo me imagino ese encuentro lo hubiera hecho pero molido esa sí ve no andaba con que a  la hora en que pasaba la Llorona aullaba, valiente mi Negra pobre Canelo ya es difunto al igual que la Negra y se fueron ambos sin probar las mieles del panal embrujado.  ¿Y vos a qué panal le llevás ganas? Cuidado con las avispas pues. Cuidado te dan azúcar en lugar de miel pura mirá que los embustes están  a la orden de día.
Si se pudieran comprar los orgasmos: ¿de qué tamaño, sabor  y color te gustaría?¿ ¿Por docenas, libra, kilo, medida?
Yo sigo pensando en el orgasmo de mi gallina Coquecha, por ser la más esbelta del gallinero, la de las plumas habadas y con rulode plumas tiernas  en la mollera: ¿habrá tenido mejor calidad de orgasmos que las poshorocas y las inglesas?
Ilka Oliva Corado.
Octubre. 02 de 2013.
En mi tapesco.

5 comentarios

  1. Mira lo que vine a encontrarme. Algún día escribiré así. Tengo mucho que contar y no de orgasmos. jajaja Triste mi vida! jajaja

  2. me has dejado con una duda existencial y te lo agradezco, para mí, si tuviera que adivinar, serían como una tableta que en vez de ponerse en la boca o debajo de la lengua, se pusieran en los calzones y luego se desvanecerían en un rayo al cielo del color del arco iris. Si tuviera que adivinar.
    Saludos y éxitos.

  3. jajajaja sos pilas Ilka, mira que yo igual me agache muchas veces para ver que tanto le hacia el gallo a las gallinas, en el caso de los patos también enseñaban su choricito chorreando después de haber correteada a la mama pata….Saludos

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