Sobresalto.

La noche se ha prendido en llamas los tres mojitos que se ha bebido se le han vuelto sangre que circula de pies a cabeza, danza, danza la pista de baile está vuelta en brazas vivas. Lo abraza, lo besa, lo provoca con sus movimientos de cadera.
Él quiere sacarla de ahí arrancarle la blusa a tirones y poseerla, perderse en cada poro de su piel, nadar en su río desbordado en corrientes de placer y erotismo pero ella, ella goza provocándolo la noche está joven y la pista de baile aun no se ha vuelto lava viva de volcán.
Dakota lo ataca con sus habituales juegos de seducción a los que ningún hombre se ha resistido lo tiene ahí justo donde quería, en la palma de su mano, vuelto miniatura tan frágil y diminuto que podría dejarlo caer accidentalmente y no encontrarlo de vuelta.
Acaricia su espalda al compás de la música y de los cuerpos encendidos en éxtasis nocturna, él la acerca a su cintura quiere tocar sus caderas dejarle una marca en el cuello y en los labios y en donde ella lo permita, quiere soltarle el sostén y lanzarlo por los aires, arrancar los botones de su blusa a mordidas, llevarla de prisa atrás de las puertas y ahí hacer un nidito de amor emergente, del que solo existe en las noches fugaces de discoteca y tragos.
Ella sabe que lo tiene enredado en su telaraña, inmovilizado, completamente a su disposición y antojo. Pero la noche es joven y apenas lleva tres mojitos que comienzan a convertirse en combustible para recorrer la noche entera y parte de la madrugada.
Se siente observada, sabe que más de un par de miradas están puestas en ella, en sus movimientos candentes, en sus caderas de gitana, las siente desnudándola y le gusta, le atrae la idea de pensar en que alguien la desea, en que alguien que no la conoce quiera también quemarse en su hoguera, le echa más leña al fuego.
Logra encontrarlas, logra establecer contacto con las miradas que la están prendiendo en llamas son dos chichas con pinta de asiáticas, con el islam olvidado en la entrada de la discoteca, sus pieles verde oliva, de largos cabellos acariciando sus espaldas semidesnudas, sí son ellas y le nace la endiablada idea de tenerlas también en la palma de su mano, de seducirlas, de lanzarles los hilos de su telaraña y en ésta ocasión inmovilizarse con ellas.
Las observa al otro extremo de la pista bailando juntas, con los zapatos de tacón invitando a deshilar las medias negras, con los escotes que despiertan la imaginación de cualquier artista que se atreva a crear obras de arte con sus escondidas musas.
Envía a su amante de turno por dos mojitos y Dakota lanza el primer hilo se queda bailando sola en la pista, ellas han atrapado el otro extremo y se acercan para devolvérselo o para que las ate de una vez y por todas, se saludan con la candencia de la noche inquieta prendida en llamas, la lava de la pista comienza a hervir, el fuego sube por sus pies, lo sienten en cada poro, danzan sus cuerpos se rozan despiertos, avivados en fogatas.
Los labios se funden en ardientes besos, se acarician, las hábiles lenguas húmedas tratan de apagar el fuego que consume los cuellos ardientes en delirios de pasión.
Dakota deja olvidado a su embelesado amante de ocasión y sale de la discoteca junto a ellas, las tres buscan apagar el fuego que les tiene la sangre vuelta en llamas, procuran entrar al primer hotel que les quede en el camino y hacer de aquella habitación un limbo donde se extravíen en sofocos, ahogos, exaltaciones y espasmos lapidarios.
Lo encuentran, entran, ahí está la habitación de un hotel que las invita a deshilar las medias negras, despojarse de las blusas de escote y a nadar en mares de enfurecidas aguas de indomables cuerpos agitados.
Se desnudan entre besos, roces y caricias, alguien toca la puerta no esperan a nadie, pero el insistente sonido de los golpes en la puerta la despiertan, es la alarma del reloj avisándole que son las cinco de la mañana y se tiene que levantar para ir a su rutinario trabajo en la fábrica de empaques de sal de mar. Dakota maldice el sobresalto causando por uno de sus tan habituales pecaminosos sueños, ¡pasará el día encerrada en la fábrica queriendo hacerlo realidad!
Ilka.
Abril 07 de 2013.
Tabucolandia.

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