Treinta y cinco.
El primer trago de cerveza me lo tomé cuando andaba cerca de los nueve años de edad, de ahí pa´l real se me volvió sangre. Se me volvió costumbre de niña que iba a la tienda a comprar los litros de cerveza cada vez que sus papás ahogaban su miseria en el alcohol, para olvidarla entre los brindis aunque regresara infernal en la resaca. Y fue tornándose en una adicción de espuma de malta. La tengo en la sangre y forma parte de mis glóbulos rojos, es la espesura de mi hemoglobina. Así empezó mi soltura y afinidad por los…