Arte

Pintar con acuarelas es lo más cercano que tengo de mi infancia, cuando necesito refugiarme, cuando añoro, cuando la nostalgia se apodera de todos los rincones de mi habitación, cuando ni esconderme debajo de la cama me salva de ser encontrada, entonces pinto con acuarelas que es volver a la raíz.

Tan importante que es la raíz, nos nutre, nos sostiene, nos da vida. No importa que tan fuerte sople el viento, si hay raíz podremos aguantar cualquier tempestad. Para mí las acuarelas significan el abrigo, mi lugar para refugiarme de todo.

En esta pintura está la entrada al barrio donde está la casa de mis abuelos maternos, si yo pienso en Comapa, la imagen que viene inmediatamente es esta, la entrada de esa calle, no la entrada al pueblo, eso viene después, como las calles que en antaño fueron adoquinadas, el centro del pueblo, los montarrales, eso viene poco a poco, pero la primera imagen que aparece es esta, la de esa calle, la que conduce hacia la casa de mis abuelos, donde nací y donde dejé enterrado el ombligo.

El nombre de esta acuarela es Comapa. Y ahí en medio de esa calle, ese par de tortolitos que va caminando ahí son mis abuelos, nía Juana y tío Lilo. Mi abuelo con su infaltable sombrero y corvo guindado del cincho y mi abuela con su bolsa donde siempre anda acarreando más de alguna cosa. Comapa es un municipio árido que pertenece al departamento de Jutiapa, en el oriente guatemalteco, de los más pobres porque ni la milpa crece como debería, debido a la sequía. La hambruna es terriblemente visible entre la población que vive en las aldeas. Es el lugar de donde es originario el jocote de corona. Ahí abundan los palos de jocote rojo o jocote de febrero o de Jalpatagua. Pero la siembra no crece, no hay hortalizas, el agua potable llega muy poco y no todos los días, apenas unas horas.

Pero es el lugar al que retorno constantemente en mis memorias, cuando revientan las flores de chacté y los pitos, cuando los izotales blanquean en los cercos de las casas y los guayabos silvestres llenan con el aroma de sus frutos de carne roja, las polvaredas del caminón que conduce hacia aquel pueblito en la cima de los cerros que me abrigó al nacer.

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Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado

10 de septiembre de 2020.

Un comentario

  1. Muy buenas historias. Felicitaciones.
    Saludos

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