El legado de Julio Kestler

Conocí a Julio Kestler por ahí del 2006 o 2007, en un restaurante guatemalteco en Chicago llamado Mayan Sol, era sábado y por las mesas pasaban tostadas, chuchitos, atoles, tortillas con carne, cervezas, ron, lo que los comensales pidieran del abanico gastronómico guatemalteco. Yo tenía tres  años de haber emigrado y era la  primera vez que iba a Chicago a un restaurante guatemalteco a comer, no había conocido ninguno hasta entonces.  El ambiente era así medio jacarandoso con la revoltura del guatemalteco de pueblo, de arrabal y el del capitalino pobre  que actúa como si hubiera vivido en las casonas de  carretera a El Salvador: todo fufurufo. 

Se acercó  un tipo que se presentó como Alex Rivera, andaba puesta una su playera de palmeras, como las que usaban los actores de Miami Vice, señaló una de las mesas y desde allá me saludó un grupito de charas, (les dije yo ya con el tiempo) que ya estaban bien entonados con las canciones que cantaba César de Guatemala y dejó la pista a las horas  a El Chino. La velada estuvo espectacular, conversamos entre guatemaltecos que ya llevaban más de 20 años viviendo en el país y que tenían el carisma como si nunca hubieran emigrado. Entre la plática salió a relucir que el día martes era mi cumpleaños y ni lentos ni perezosos se apuntaron para organizarme una fiesta en casa de Raúl Molina, que conocí esa noche. 

El martes por la noche el patio de la casa estaba lleno de cervezas frías y varios tipos de licores, carne asada, boquitas y el infaltable pastel. Ahí conocí a Mike More, Roberto Ruiz, Jackie de León y Mario Díaz (QEPD) todos guatemaltecos, excepto Mario. También ahí mismo entre cerveza y cerveza Alex Rivero comentó la idea de crear un periódico al que ya le tenía nombre: Fuerza Chapina y nos hacía la invitación para escribir, el periódico lo financió Julio, que tenía el negocio de una imprenta. Y así comenzó la aventura que no duró ni 6 meses, en la que unos entrevistaban, otros escribían artículos, reportajes, poemas, relatos… 

Nos juntábamos a diz que sesionar en la oficina de Mario Díaz y siempre terminábamos contando chistes y tomando cervezas y Julio el financista era el que compraba todo. Frente a Julio pasaron artistas, escritores, poetas, fotógrafos, árbitros de fútbol, edecanes, organizaciones políticas, humanitarias, culturales, sacerdotes, pastores, cónsules “emprendedores” y a todos los ayudó con dinero para sus proyectos. Fue el gestor cultural de la comunidad centroamericana en Chicago. El que nunca dijo no, que siempre daba cien dólares o lo que se necesitara para los eventos y proyectos, creyó en los sueños de todo el que se le acercaba a pedirle apoyo económico, sin preguntar nada. 

Julio dio dinero para bodas, cumpleaños, entierros, velorios, envío de cuerpos de indocumentados a sus países de origen. Más bien, ¿a quién no ayudaba Julio? Y siempre alegre, siempre con una sonrisa, todo le daba risa. En los eventos, cuando el chucho y el coche querían sentarse en primera fila, recibir los aplausos, el reconocimiento, él siempre se sentaba de último, hasta atrás, como cualquier hijo de vecina. Nunca buscó focos, llamar la atención y tampoco jamás lo vimos fanfarronear con su dinero, con su negocio de la imprenta. En la imprenta le daba descuento a quien consideraba que lo merecía, a tantos les imprimió trabajos de gratis. 

Julio falleció anoche y es una muerte que duele, que se siente como si hubiera muerto un ser cercano, un amigo de toda la vida, de la cuadra, aunque uno no lo viera más que tal vez una vez cada dos años. Ese sentimiento de pérdida, del vacío que deja un ser humano extraordinario que ayudó siempre que pudo a quien tocara a su puerta, fuera del país que fuera y del color que fuera.  Son cientos de guatemaltecos y centroamericanos los que tienen más de una anécdota con Julio. 

Con Mario Díaz se comenzó a desgranar la mazorca, ahora le tocó a Julio, veremos quién sigue de la mara de aquella velada en el  Mayan Sol.  

Julio Kestler nos deja el enorme legado de humanidad, solidaridad y humildad.  Y yo me quedo con el recuerdo de su sonrisa. ¡Qué la tierra te sea leve Julio! ¡Salú!

Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado

29 de junio de 2020. 

Estados Unidos. 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.