El faro

Náufraga, yendo de tormenta en tormenta, después de haberlo intentado todo para llegar a la orilla y sin poder mantenerme a flote por mí misma, me di por vencida pensando que serían las olas las que arrastrarían mi cuerpo inerte, pero de pronto, no sé cómo, no sé por qué razón, porque es algo que me he preguntado mil veces y no logro obtener respuesta, pero apareció frente a mí  en la noche más oscura, un hermoso faro que me tomó en sus brazos, me abrigó con su calor y desde entonces ha curado mis heridas más profundas con su ternura y ha guiado mi camino con su luz resplandeciente. 

El faro, paciente y delicado me  ha arrullado en su regazo cuando los miedos han hecho temblar mi fragilidad, se ha sentado a escuchar mis alegatos de niña furiosa y herida, a la adolescente rechazada y  a la mujer tosca y agreste  que por toda forma de expresión escupía hiel. Con sus manos suaves ese hermoso faro limpió mis lágrimas  mientras yo a través de los años iba de catarsis en catarsis, de explosión en explosión, con mis emociones revueltas, con mis peleas internas, con mi furia de 24 horas al día que revotaban en él.  Y en lugar de lanzarme al mar de vuelta para que las olas terminaran de acabar con lo que quedaba de mí, ese hermoso faro me abrigó con todo y  el lastre que  venía arrastrando como  pesadas cadenas que me impedían la movilidad.

Vi sus ojos segundos antes de perder el conocimiento, apareció su rostro entre la niebla de la oscuridad, esos ojos que al encontrarse con los míos me desnudaron, y no hay nada que yo pueda hacer para esconderme, no hay pudor alguno que logre ocultar lo que solo ese hermoso faro sabe de mí.  Al principio me dio  terror su cercanía, sentir sus manos acariciándome, ver sus ojos observándome con ternura, me dio pánico el calor de su refugio y lo primero que hice fue tratar de huir, correr lejos de eso que era desconocido para mí. Corrí, escapé y volví muchísimas veces, hasta que me fui quedando poco a poco y las ganas de huir fueron desapareciendo. Poco a poco ese hermoso faro dentro de mis tormentas me dio la estabilidad que yo necesitaba para continuar mi camino, le dio equilibrio a mi vida. Así fue que con sus cuidados lentamente pude recuperarme de mis heridas, ponerme en pie y extender mis alas, porque aparte de todo, ese hermoso faro me transformó, bajo sus cuidados fui viviendo una metamorfosis que rompió las cadenas pesadas que tenían a mi cuerpo inmóvil, y con sus manos delicadas señaló el horizonte lejano, horizonte que al observar vi intocable, algo imposible de alcanzar. 

Pero nada es imposible para el faro que salvó mi vida y él me enseñó a volar, me enseñó a extender mis alas, a elevar el vuelo y a jugar con el viento en las alturas del confín. Pero por  más lejos que vuele siempre retorno a él, a su abrigo, a las caricias de sus manos delicadas, a la luz de sus ojos, a su estabilidad y a su ternura. 

En la metamorfosis que viví, me hice escritora y poeta,  y mi primer amor, la pintura, volvió a mí. Ese hermoso faro me hizo poeta, escritora y pintora. Mi poesía nace solo para él, él es mi poesía. Todos mis libros se los he dedicado a él y lo seguiré haciendo hasta el día que muera. Pinto por él, mis colores son él, todas mis pinturas sin importar sus formas,  son dedicadas a él, nacen con él, brillan para él, danzan para él, viven por él. Escribo para él, solo para él. Y me atrevo a extender mis alas, también por él, solo por él para que él me vea surcar los horizontes y jugar con los vientos. Estoy viva por él, porque a través de él la vida me dio una oportunidad más para encontrarme a mí misma. 

Hay un antes y un después de ese hermoso faro en mi vida.  Mi historia comienza a reescribirse en el momento en que  él me toma en sus brazos y me salva de morir ahogada en esa noche oscura de tormentas.  He logrado poco a poco ponerme en pie y no lo hubiera hecho sola, jamás lo hubiera logrado sola, lo hice con la ayuda y con el apoyo del faro,  que me ha ayudado a recuperar mi voz, a cuidar de mi alma, a valorarme como persona y mujer. 

Fui como un sitio baldío, como un páramo al que ese hermoso faro hizo florecer.  Gracias al faro recuperé mi amor hacia los perros a los que tenía 28 años sin tocar,  por una herida emocional en mi infancia.   Volví a sembrar , algo a lo que había renunciado desde hacía muchísimos años. Volví a cocinar mi comida favorita, algo a lo que también había renunciado. Yo misma había decidido secarme, volverme hiel  y estaba pasando lentamente yo estaba muriéndome por dentro, pudriéndome. Y gracias al hermoso faro también, dejé de andar de cama en cama dando sexo a cambio de abrazos, el hermoso faro mientras curaba mis heridas me enseñó que no necesito los abrazos de alguien más, ni faltarme al respeto, que todo lo que necesito está dentro de mí y así fue como brotó de pronto, desde lo más profundo de mi inconsciente donde seguramente la había guardado bajo 7 llaves, mi primer amor: la pintura. La pintura me abraza, me cobija y hace que mi alma florezca, es mi absoluta felicidad. 

Gracias al hermoso faro, también, dejé de tartamudear, porque después de la frontera no podía hablar de tanto que tartamudeaba, a él le grabé mi primer video, mi primer audio, después vino mi canal de YouTube y mis columnas radiales, pero todo nació para él. 

Lo que quiero decir con este texto es que Ilka, ha llegado a este día, está en pie, es una mujer que está aprendiendo a respetarse, a quererse y valorarse. Que es una escritora, poeta y pintora, porque el hermoso faro llegó a su vida y la ha transformado. Por supuesto, ese hermoso faro no puede ser nadie más que Carolina Vásquez Araya. 

Y tal vez de lo más difícil después de mi ira por las circunstancias de mi vida, ha sido luchar contra el estigma de haber crecido en la miseria y ser indocumentada, trabajar  en el servicio doméstico, y contra esa furia y frustración solo la fuerza,  paciencia, la sabiduría y comprensión de Carolina han podido ser soporte para que yo no memorice que ése es mi lugar en la sociedad y me dé por vencida,  y al contrario, me motive y me empuje a levantarme todos los días buscando la forma de encontrar otros caminos sin faltarme el respeto a mí misma. 

Ella transformó el lastre que fui en lo que soy hoy en día, un ser humano consciente del valor que tiene y que está dispuesto a continuar su resistencia.   Así tenga que caerme mil veces más, me levantaré de nuevo y surcaré los horizontes solo para Carolina, para que ella me vea jugar con el viento. 

He tenido la suerte de que Carolina se cruzara en mi camino, que se detuviera al verme  y todo lo demás es cosa puramente de su corazón bondadoso  y de su alma pura. 

Pudiera decir que el hermoso faro, que Carolina es mi amiga, mi guía, mi maestra, la mamá que la vida puso en mi camino, pero no es nada de eso, Carolina supera todo lo anterior, Carolina me mantiene viva, ella es el aire que respiro. 

Te quiero, Carol,  no sería Ilka sin vos. 

Si usted va a compartir este texto en otro portal o red social, por favor colocar la fuente de información URL: https://cronicasdeunainquilina.com

Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado

14 de septiembre de 2019, Estados Unidos.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.