El triunfo sobre la derrota

Todo los días recibo mensajes de lectores que me escriben desde distintas partes del mundo, preguntándome cómo le hago para ser tan exitosa. Que cómo le hago para ser tan leída en tantas partes. Decidí escribir aquí lo que pienso sobre el tema.


El éxito no existe y todo en la vida es relativo.
Soy todo lo contrario a ser exitosa, soy una fracasada total, mi vida ha sido un fracaso desde mi infancia, no he logrado realizar ni uno solo de mis sueños, ni uno. Y tal vez nunca lo logre en la vida. Todo lo que me he propuesto, todo lo he fracasado, ilusiones que se escurren como agua entre mis dedos. Y no porque no las haya luchado, porque llevo luchando esta vida con todas las fuerzas de mi ser, desde mi infancia.

A mis 38 no puedo hablar de una realización profesional y mucho menos personal, pero sí de infinidad de intentos, de tantísimas caídas; de cólera, de ira, de culpa, de intentos de suicidio y de infinidad de pensamientos suicidas. Cada día para mí es un reto, no sé si lo sobreviré. Vivo al límite siempre.
Sé lo que significa el sacrificio y la entrega, no sé aún y no sé si algún día lo sabré, lo que significa la realización. Podría morir en este mismo instante como una total fracasada. ¿Por qué? Porque para mí la realización no tiene que ver con aplausos, reconocimientos, ni con la economía siquiera. Para mí realizarse en la vida es lograr un sueño, lucharlo y lograrlo. Yo los he luchado y no los he logrado. No ha quedado en mí no haberme entregado a ellos y no haberlos amado.
Lo que ustedes ven en mis letras, es la hiel de mi fracasado, de mi irrealización, lo que ustedes ven en mis letras es mi sangre, mis poros, mis sentimientos y mis emociones. Y sí, también mi trastorno y mis contradicciones. Yo soy mis letras, mis letras son la voz de mi inestabilidad emocional.
Mi realización no es ser leída en tantos lugares, o haber publicado libros, o que se traduzcan mis textos, o ser entrevistada o que me consideren genialidad de la literatura en el mundo de los parias. Es más, podría muy bien vender miles de copias y con eso pagar la renta en donde vivo y no me sentiría realizada. Mi realización no es vender libros.
No. Mi realización, mis sueños, nunca han tenido que ver con las letras, y nunca tuvieron que ver con el magisterio ni con el arbitraje. Tampoco, nunca, nunca tuvieron que ver con la migración ni con Estados Unidos. Todo esto ha sido producto de mis decisiones que son producto de mis circunstancias de vida.
Lo que ven es el resultado de mis intentos infinitos. Lo que ven son mis caídas y las veces que me he atrevido a levantarme, aun contra mí misma. He intentado tanto que hasta se me secaron las lágrimas que antes lloraba de cólera y de frustración cuando las puertas se me cerraban en las narices, ¡han sido tantas! Pero aún no han logrado vencerme. Siento que he vivido varias vidas.
Las letras y todo lo que viene con ellas son una caricia de la vida a mi alma, el arrullo de la venia a mi trastorno. Algo que sobrepasa toda concordancia y todo anhelo, son algo inexplicable en mi vida. Algo que aún no tengo la capacidad de asimilar. Y que agradezco tanto. Pero no son mi realización.
He ido aprendiendo a sobrevivir el día como lo sobreviven millones de parias en el mundo, es ése mi triunfo sobre la derrota. Y como paria me he atrevido a abrir los ojos al despertar y enfrentar un nuevo día, que ya sabrá la vida si logre terminarlo. Y si no logro, tampoco será mi fracaso, será solo que decidí lanzarme al vacío desde el acantilado y flotar por los aires, libre, libre de mí.
Por eso no hago planes, no pienso en el mañana, no me ilusiono con el futuro, para mí la vida siempre es hoy, el instante presente, más nada. Mi vida se compacta en una gota de lluvia que puede ilusionarme hasta la locura, o una flor en botón. Aprendí a ver la vida y su belleza en la niebla de la hora de la oración, en el rocío de la madrugada, en las caricias de las manos de los niños. En la piel ajada de los abuelos. En el canto de las chicharras. Es ése mi triunfo sobre el fracaso.
Aprendí a entregarme como ser humano, en mis letras que tienen el poder de viajar a tantísimos lugares. Es mi abrazo a la vida, mi caricia al viento. Porque créanme, no quisieran conocerme en persona, soy un insoportable.
Mi triunfo sobre el fracaso es mi poesía, que sobrevivirá mi carne, porque habita en las calles enlodadas de los arrabales y en los pies descalzos de los parias. Mi triunfo sobre el fracaso es la rebeldía de las niñas que juegan fútbol, mis piernas cansadas son sus piernas pateando el futuro, abriendo caminos.
Escribí estas letras porque no soy exitosa, soy una paria más, y mi triunfo sobre el fracaso es que ustedes estén leyendo este texto, sin que me conozcan y sin que yo los conozca, por puro imán, por la pura venia de la vida que siempre embellece la soledad con el eco de la montaña y con la fuerza de los mares en tempestad.

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Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.wordpress.com
06 de diciembre de 2017, Estados Unidos.

2 comentarios

  1. Te conozco diri’a un poco superficial. pero me parece que lucha’s mucho contra vos misma, ma’s que con el mismo mundo. En la vida hay que aterrizar porque sino esos sentimientos se convierten en un masoquismo de no terminar. Todos los seres humanos pasan por esa etapa unos ma’s que otros pero al final aterrizamos. Lo bueno que en tu caso cuando reflexiones te dara’s cuenta que has realizado muchi’simo dadas las circunstancias. Yo personalmente quiere ver esa parte tuya reflejada en tus letras. Sos una persona muy talentosa. Por favor date ese cre’dito.

  2. Gracias por compartir.

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