Va mermando el remedo de indignación que azotó a Guatemala por el feminicidio de las niñas del refugio, una cólera insípida que se quedó en las redes sociales, en etiquetas y pronunciamientos feministas y humanistas que fueron firmados en comunicados; total el papel aguanta con todo. Ahí murió nuestra indignidad, no logró desarrollarse e instalarse en nuestras venas, no llegó a sacudirnos la conciencia y mucho menos a movilizarnos, para cambiar los cimientos de una Guatemala que se pudre en un Estado fallido. Somos una sociedad de indiferencia colectiva que merece el gobierno que tiene.
Ilka Oliva Corado, 16 de marzo de 2017, Estados Unidos.