La muerte de un paria

Aquella mañana pasamos por la piñera a comernos nuestra acostumbrada piña cada uno, el placer era ver cómo la pelaba con machete el vendedor y nos la entregaba por el tallo, y así entera agarrada del tallo la devorábamos a mordidas mientras caminábamos por los atajos del mercado La Terminal. Ritual que hacíamos todos los sábados por la mañana mi papa y yo cuando íbamos en busca de las verduras para su acostumbrado caldo de patas.

Nos íbamos al alba y el sol nos encontraba cuando ya estábamos terminando de comprar, nuestro desayuno era la piñona que nos dejaba rebosantes. Aquel sábado dejamos para último comprar el repollo ya que nos quedaba en el camino hacia la salida de La Terminal por el lado de la avenida Bolívar, nosotros vivíamos en la zona 8, en los alrededores de la iglesia La Divina Providencia.

En la bolsa de costal llevábamos las patas, las verduras, una piña, un  melón y una sandía que le traían recuerdos de infancia a mi padre cuando trabajó en la siembra en su natal Teculután, Zacapa.  Compramos el repollo en la repollera y comenzamos a caminar por la orilla de la línea del tren, comenzaba a entibiar la mañana y los techos de lámina oxidada de los puestos de arreglar zapatos goteaban lentamente lo que les quedaba del sereno. El bullicio del mercadón, tan propio de La Terminal comenzaba a desperezar a los compradores que llegaban  demorados y compraban a las carreras.

A un costado de las zapaterías se encontraban las barberías y los cuartos de alquiler donde dormían las trabajadoras sexuales y los vendedores que vivían en la provincia y viajaban cada tres días. Champas de lepa sin puertas, con un pedazo  de tela como canceles, cortinas raídas que cuando las levantaba  el viento dejaban ver la miseria de la pobreza y la exclusión. Comenzaba a agonizar la  década del 80 y yo andaba por los siete años de edad y La Terminal sin yo imaginarlo comenzaba a enraizarse en mi identidad de vendedora de mercado.

Al cruzar la línea del tren que hace la frontera entre La Terminal y la zona 8,  entre el lindero de covachas donde vivían los parias de los parias, en medio de la basura y el excremento, vi a niños descalzos jugando,  saltando los rieles de uno en uno. Sus padres tal vez a esas horas ya estaban buscando entre la basura el desayuno. Otros contaban botellas de vidrio, latas y periódicos que aperchaban en redes y costales.  Tomé la mano de mi Tatoj y la apreté bien fuerte cuando vi a una muchedumbre que se empezaba a aglomerar a unos metros, justo en el camino que llevábamos.

Gritaban que habían encontrado un muerto a la orilla de la línea, estaba justo en nuestro camino, nos detuvimos y lo vimos; estaba desnudo, tenía cabello largo que le llegaba a los hombros  y la barba sin afeitar probablemente durante muchos años. La muchedumbre espantó las aves de rapiña que lo sobrevolaban en círculos. Lo habían asaltado decían unos, otros decían que había muerto de frío porque dormía a la intemperie, algunas comentaban que lo habían visto vendiendo botellas de vidrio y latas a un pie de la Torre del Reformador. Otros decían que era cargador de bultos, unos decían que era quien limpiaba los baños que están a un costado de la venta de flores, entre la estación de buses que van para Jutiapa y Jalapa y las ventas de yuca y plátanos.

Mi papa se abrió camino entre la amontonazón de personas y me jaló para que apresurara el paso, salimos de la línea del tren y comenzamos a caminar por la calle de las hueseras hasta que llegamos a la bomba de agua y finalmente a la vecindad donde alquilaban mis papás un cuarto. Mi papa  les contó  alarmado a mi mama y a mi hermana lo que habíamos visto. No salió en las noticias, no se comentó en la vecindad ni en los alrededores. Había muerto un paria como tantos en la alcantarilla, no lo lloraba nadie, no lo nombraba nadie, nadie lo reclamaba, era un cuerpo gélido en medio de la basura y el estiércol, al alba de un sábado cualquiera. Era un despojo más entre la inmundicia.

 Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.wordpress.com

Febrero 22 de 2016


Estados Unidos

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