Historias de un silbado. XV

La carrereada.

Yo ya dirigía en especiales de Liga Mayor, en la Tercera División y en Liga Femenina cuando recibí el nombramiento para ir a dirigir una semifinal de categoría Mosquitos que tenía dos subcategorías: la primera de 12 -14 años y la segunda de 8-10. Todo árbitro novato comienza dirigiendo en esa categoría, (si en caso existen y están federadas) yo trabajé ahí durante dos años y me turnaban los juegos con Liga Femenina y especiales de Primera División. La mayoría de árbitros se enfadan cuando ya están dirigiendo oficialmente en una categoría y los bajan a una inferior.
Las razones que tienen la Comisión Arbitral son muchas: puede ser porque hay árbitros lesionados, unos enfermos, otros con nombramientos emergentes, unos sancionados, lo importante es no dejar los juegos sin árbitros y por esta razón recurren al personal que labora en categorías superiores. Lo mismo sucede cuando por una emergencia va un árbitro de categoría inferior a dirigir a una superior, pero claro por esto segundo no se molestan, el ego se les infla y no hay quién los baje de la nube.
Cuando dan los nombramientos los días jueves por la noche, primero llaman al árbitro central, luego al asistente 1 y después al asistente 2. Dependiendo la categoría llaman al cuarto árbitro o al quinto (con esa novedad de la FIFA a raíz del último Mundial Brasil 2014) al visor y al comisario. Los árbitros se ponen de pie, van a recibir la copia de su nombramiento y firman de recibido y ahí mismo se ponen de acuerdo en los pormenores de transporte y hora y punto de reunión antes del encuentro. Cuando escuché el nombre del línea 1 supe que tenía que cuidarme las espaldas. Era un árbitro de Antigua Guatemala de aquellos machos alfa que no soportaba siquiera verme en los entrenos porque para él las mujeres deben estar en casa planchando ropa y al cuidado de los hijos. Ya había salido en dos o tres ocasiones con él a dirigir y siempre me había hecho trastadas en los juegos. El línea 2 era de Jutiapa, un paisano fornido que ponía el pecho por mí en cualquier instancia, de esos compañeros de verdad que saben que la responsabilidad en un juego es de los tres. El de Antigua era un atleta, para correr parecía gacela y con un cuerpo envidiable, le ayudaba mucho la altura.
Del viernes a sábado planifiqué mi juego y por supuesto tenía que inclinarme más por el lado del línea 1 y darle mayor responsabilidad al línea 2 con quien yo sabía que mi espalda estaba cubierta, y así lo hice. Los juegos de cualquier categoría se tienen que tomar con la misma responsabilidad y tener la misma concentración,   hay que mostrarles respeto a los jugadores y también en el caso de los niños esto sirve para motivarlos, el árbitro también para ellos es un maestro como lo es su entrenador. Le está enseñando las reglas de juego y a respetar el juego limpio en todo ámbito de su vida.
Siempre me disfruté más los juegos de los niños que los de adultos, las crías tienen esa esencia tan limpia, todas las ganas, todos los sueños, aquella alegría y hay que tener mucho cuidado con eso porque una irresponsabilidad de un adulto así sea un padre obsesionado con el triunfo, un entrenador que busca ganar a toda costa o un árbitro mediocre les puede derrumbar sus sueños de un plumazo. Ellos imprimen todo y la obligación de los mayores es enseñarles que lo importante no es ganar sino divertirse. Por desgracia la mayoría de adultos involucrados en el ámbito deportivo no lo entienden así y se llevan a los niños entre las patas, por eso hay tanto jugador en Liga Mayor incorregible y patán, mañoso y teatral.
Los dos juegos eran en Zacapa y cuando llegamos al lugar nos encontramos con un potrero, nos dijeron que antes era un río pero se secó y lo usaban de cancha de fútbol, todo aquello eran puras piedras de río y arena blanca, las líneas las demarcaron con cal, a como pudieron pusieron las banderolas de esquina y armaron los marcos. No era un terreno plano, tenía sus zanjones que representaban un peligro constante para los jugadores y los árbitros. De nada me servía decir que no dirigía el juego cuidando la seguridad de los niños porque ya sabía que el campo había sido autorizado por la FEDEFUT. Supuestamente anualmente van directivos de la FEDEFUT a evaluar todas las canchas que están registradas y corroboran que cumplan con las medidas de seguridad necesarias, aquí hay mucho dinero de por medio y una buena cantidad debajo de la mesa logra que cualquier potrero donde se peligra hasta la vida sea una cancha en “condiciones apropiadas” para realizarse un encuentro deportivo. Les resulta más barato a los directivos sobornar que invertir en una cancha apropiada. Al final los que menos importan son los jugadores, sean de la categoría que sean.
En el primer juego hubieron varios niños lesionados, uno se quebró el tobillo, todo por la cantidad de piedras en el terreno de juego y los zanjones. Al asistente 1 le había bajado tres banderolas, me había marcado fuera de juego donde no existía y se las bajé, en uno de estos el jugador marcó un gol y el equipo local se enfureció, pero no había fuera de juego y mi obligación era hacer lo correcto. Yo sabía que él lo había marcado irresponsablemente y por esa rencilla que tenía conmigo por ser mujer y estar de central y él de asistente, su acción insensata había encendido los ánimos del equipo local que de por sí eran patanes todos.
Nos quedaba el juego de los niños de 12 a 14 años, la porra del equipo local tenía machetes, pistolas y las piedras que sobraban en el lugar. Nos insultaban a los tres pero más a mí, estaba en Zacapa que al igual que Jutiapa, Chiquimula y Jalapa son cuna de los machistas más violentos y fanfarrones de Guatemala. Ir a dirigir al oriente del país quiere sus agallas, pero ir a Huehuetenango, específicamente a la Mesilla quiere sus arrestos bien puestos, ahí han linchado a varios árbitros y jugadores de los equipos visitantes. No envían árbitros novatos ni mediocres (que los hay y por montones) porque ya se sabe que un error les puede costar la vida.
La realidad es que la profesión del arbitraje en cualquier lugar del mundo es arriesgada, nunca se sabe con las reacciones de los jugadores, directivos y las porras, los fanáticos tiran a matar. Siempre se cuelan las armas punzo cortantes, siempre más de alguno carga una pistola escondida. Al final cualquier objeto sirve para agredir. La categoría de la liga es lo de menos, he visto batallas campales en juegos de Liga Femenina como de Mosquitos y en las categorías inferiores. El árbitro entra vivo a la cancha pero no sabe si saldrá con los pies por delante, para ser árbitro se necesita tener la sangre fría, más allá del carácter, la condición física y la personalidad.
Antes de iniciar el segundo juego discutimos el asistente 1 y yo, por un momento viendo lo encendidos que estaban los entrenadores y la porra local pensé en enviar al asistente 2 a su lugar y cambiarlo a él y enviarlo al otro lado del campo, era demasiada la presión y él no iba a aguantar. Era de esos hombres que de balde el tamaño, lo atlético y la condición física, los tenía tibios. Me arrepentí después de no haber seguido mi intuición y haberlo cambiado, porque se intimidó con la presión de la porra local y los entrenadores y comenzó a marcar todo lo que le decían ellos y a mí me tocó bajarle las banderolas y llamarle la atención en repetidas ocasiones. Como él era el del tamaño y la presencia física, era el hombre y yo la mujer que para él público era débil y debía estar lavando platos en mi casa y no estar metida en cosas de hombres, comenzaron a lanzarme piedras y también a los niños del equipo visitante. Detuve el juego en repetidas ocasiones. Expulsé al entrenador. Pero esto solo arreció los ánimos revueltos de todos.
Para prevenir le dije a los padres de los niños del equipo visitante que se cambiaran al otro lado del campo, cambié también a la banca, traté de suspender el juego pero una llamada telefónica por parte del asesor arbitral no me lo permitió. En el equipo jugaban familiares de directivos de la sección de la FEDEFUT de Zacapa. Ese tráfico de influencias desgraciado que corroe en todos lados. Suspender le juego me dijo que representaba reprogramarlo y los equipos tenían que incurrir en gastos de traslado y nosotros también, además que todo se iba a retrasar y ya estaba programaba la final, que lo sacara como pudiera y nos largáramos de ahí lo más pronto posible. El tema seguridad en el fútbol no es importante, ahí se manejan los resultados…
Tuve que verme en la obligación de decirle al asistente 1 que todas las decisiones de faltas cerca de él me las dejara a mí y que se enfocara solamente en los fuera de juego, porque me estaba marcando todo lo que le decía la porra local, le veía la cara pálida, le temblaban las manos para levantar la banderola. En un momento me acerqué y le dije que se olvidara que yo era mujer, que lo bloqueara, que me viera como un árbitro y que se quitara de la cabeza que él era asistente y yo central, que se enfocara en el juego. A él le pasaba mucho que yo estuviera de central y él de asistente. Hasta comentaba con la porra que él también estaba de acuerdo en que el fútbol no era cosa de mujeres y lo decía cuando yo estaba cerca para que escuchara obviamente.
También hubieron jugadores lesionados, expulsados, amarillas hasta para hacer chinchilete, el acabose vino cuando en los últimos minutos del encuentro el equipo visitante anotó un gol pero justo cuando iba corriendo siguiendo la jugada el asistente 2 se dobló el pie y cayó al suelo pero avaló el gol, en ese instante el asiste 2 marcó fuera de juego, se quedó con la banderola levantada y me llamó, me dijo que era fuera de fuego. Yo no lo podía creer, estaba que me daba infarto de la cólera por tremenda estupidez. El gol fue limpio. Él asistente no tiene autoridad para decidir en la otra parte del terreno de juego que es responsabilidad solo del central y del otro asistente. Con esta acción me echó encima a la porra que entró al campo y exigía que anulara el gol y marcara el fuera de fuego. Como no lo hice comenzaron a blandir los machetes y me rodearon, el asistente dos salió corriendo alejándose del campo y dejándonos ahí. La obligación de los asistentes cuando algo así sucede es correr a acuerpar al árbitro central. O si sucede con un asistente, el otro asistente y el central, el cuarto y quinto árbitro van lo acuerpan. Vi a aquel hombronazo corriendo como loco alejándose del campo.
Comenzaron a llover las piedras y los balazos al aire, con una seña le dije a la porra del otro equipo y a los niños que corrieran y que se alejaran de la cancha, el asistente lesionado se paró frente a mí y me cubrió a él le caían las piedras, yo agarré los maletines de los tres y corrimos alejándonos del lugar. Llegamos a una tienda y ahí nos dieron posada a los jugadores y a nosotros. Llamaron a la policía que nunca llegó. La porra local no nos dejaba salir, hasta que llegó un grupo de vecinos y los calmó. Logramos salir 4 horas después. Todo esto lo provocó la tibieza del árbitro asistente que fue bien macho para echarme la porra encima pero le temblaba para marcar las faltas justas. Los golpes que nos dieron con las piedras se nos inflamaron al instante, padres de familia golpeados también. Lo bueno es que aunque lanzaban machetazos a ninguno lograron alcanzar ni los balazos. La mayoría teníamos golpes de piedras, raspones en las rodillas y codos porque nos caímos mientras corríamos. Adentro de la tienda los padres de familia del equipo visitante querían agredir al asistente 1, ellos mismos le decían que él había echado a perder el juego por ser huevos tibios. Me defendieron todos, los niños me abrazaban llorando, temblando de miedo, pero todos estábamos bien dentro de lo que cabía.
Yo también quería empuñar mi mano y darle en la pura nariz y reventársela. El asistente 2 si lo agarró y le medió un puñetazo que le reventó la boca y lo lanzó al suelo. Sus acciones pusieron en peligro nuestra vida, la vida de los árbitros y jugadores y familiares de los niños. Él encendió los ánimos por no ser profesional, si no estaba de acuerdo en salir a dirigir con una mujer como árbitro central entonces lo hubiera dicho el día del nombramiento y no ser tan irresponsable.
Pero no solo me sucedió con él, la mayoría de árbitros no soportaba verme en el centro y ellos de asistentes, porque venían las bromas de las porras que les gritaban que si no les daba vergüenza que una mujer que debía estar en su casa lavando platos estuviera de central y ellos de asistentes. La verdad es que hay muy pocos árbitros profesionales, y en el caso propio de género la mayoría son machistas y misóginos. Yo lo viví en carne propia en los entrenos, en los juegos y en toda actividad realizada con el cuerpo arbitral. Eso sí, mis tetas y mis nalgas siempre eran tema de conversación y de miradas lascivas y de propuestas denigrantes. Cama sí querían conmigo, pero el respeto como compañera lo tuve de muy pocos.
A ese árbitro se lo dije en la tienda cuando nos resguardábamos de la turba, “de una vez te digo que te voy a sembrar con el reporte arbitral para que aprendás a ser hombre y respetés la profesión y a tus compañeros y jugadores.” Y lo hice lo sembré, y no reporté nada de más, solo lo que sucedió detalladamente, para ese tiempo la Comisión Arbitral conocía mi profesionalismo y sabían que no mentía cosa que hacen muchos árbitros para lavarse las manos y asegurar salir a trabajar el siguiente domingo. A muchos no les importa el juego lo que les interesa es tener su dinero fijo cada fin de semana. Ahí se da muy aquello de “se tapan con la misma sábana.” Mis reportes arbitrales eran de los más limpios. Todos sabían que yo no daba puñaladas por la espalda y que cuando me equivocaba lo reconocía eso sí que era exigente y no le permitía mediocridades a nadie. ¡Me odiaron! Siempre que iba a reportar su mal desenvolvimiento por irresponsables se los decía al terminar el juego. En cambio yo nunca tuve un reporte de ellos en mi contra, no les di por donde. Aunque se morían por verme sancionada por irresponsable. ¿En dónde aprendí a ser profesional? En el mercado cuando vendía helados. Y sigo así hasta el día de hoy,  odio limpiar casas pero cuando limpio una  lo hago con la misma pulcritud como cuando ejercí la docencia, solo hay una forma de ganarse la vida con dignidad y es ésa, siendo profesional y tener ética en todo lo que se hace. Lo demás es mezquindad. Y no, no le echo  mucha crema a mis tacos, así soy.
Junto a mi reporte llegó una carta del equipo visitante y otra carta que hicieron los vecinos del pueblo que nos defendieron. En ambas se contaba la versión que tenía mi informe. Lo sancionaron varios meses sin salir a trabajar y con la obligación de ir a entrenar y a las juntas arbitrales y cuando regresó lo tuvieron dirigiendo un año de asistente en categoría Mosquitos. Imagino que odió la categoría, pero le enseñó que todos los juegos son importantes y que no debe discriminar. Salió a trabajar conmigo en varias ocasiones después de eso y ambos guardamos la distancia, nunca confié en él y siempre me recliné más para el lado que él cubría y siempre le seguí bajando banderolas… Hay gente que no aprende nunca.
De todos los juegos se aprende, ninguno es igual.  Viendo la situación del encuentro,  se hubieran evitado las lesiones de estar la cancha en condiciones, se hubiera evitado la violencia  del final de haberme permitido la suspensión del encuentro cuando los ánimos estaban caldeados y todo comenzaba a salirse de control. Pero entre asesores arbitrales y directivos de equipos y de la FEDEFUT se manejan otros códigos que no tienen nada que ver con el reglamento de fútbol y el juego limpio. Para  desgracia del deporte más hermoso del mundo.
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado.
Julio 07 de 2015.
Estados Unidos.

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