Rosario.

Está golpeada, su rostro sangra, no logra distinguir con claridad, ¿cuántos la han violado ya? La golpean y la abusan los narcotraficantes que custodian la casa-bodega. Piden un rescate de veinte mil dólares a su tía que vive en Nueva York.
Rosario es hondureña, tiene trece años, es la mayor de cinco hermanos. Se fue de su natal Comayagua porque la mara Salvatrucha la quería reclutar para los envíos de paquetes de droga, de no hacerlo su vida corría peligro. ¿Cuántos la han violado ya?
Cómo olvidar la noche en que le pasó encima la mara como castigo por negarse a ser mensajera. ¿Cuántos fueron? No lo recuerda, apenas tiene noción de cuando despertó en un hospital, le dijeron que los bomberos la sacaron inconsciente del fondo de un barranco.
¿Otra vez? No quiere pensar. No quiere sentir. Quiere que su mente vuele lejos de ese lugar. No quiere sentir ese dolor en medio de sus piernas. Escuchar su piel rasgarse cada vez que la vulneran. No quiere verse de nuevo empapada en sangre, acurrucada en una esquina de la habitación. Gritar, ¿para qué? Nadie irá a rescatarla, la casa-bodega está en medio de la nada en pleno desierto de Arizona.
¿Otro hijo? No. Otro hijo producto de la violación. Gracias a la comadrona del pueblo pudo abortar cuando la violó la mara, en Arizona nadie la podría ayudar, ruega a la Virgen de Suyapa no quedar embarazada nuevamente. Que termine pronto esa pesadilla. ¿Veinte mil dólares? De dónde los sacará su tía.
¿Por qué esa suerte? ¿Por qué ese destino? Si ella solo quería estudiar y ser enfermera. ¿Por qué la mara tuvo que poner sus ojos en ella? Ella no quería emigrar. Ella no quería ir a Estados Unidos. Ella quería estudiar y ser enfermera.
¿Por qué los cayotes tuvieron que secuestrarla y exigir rescate? ¿Por qué la violan? ¿No era suficiente con que la violaran los policías en Naco, Sonora? Como dádiva fueron entregadas todas las niñas y adolescentes a la policía que custodia el desierto de Sonora, las violaron durante tres días y luego las devolvieron a los coyotes. Muchas no regresaron, dicen que no sobrevivieron y que a otras las pusieron a trabajar en un bar. ¿Cuántas eran? No lo recuerda, habían de El Salvador, Guatemala, Honduras y Colombia. ¿En dónde están?
¿Por qué no se muere? ¿Por qué no la matan de una vez por todas? Su tía no tiene esa cantidad de dinero, apenas logró ajustar siete mil dólares, pide tiempo para pagar el resto. No se lo dan.
Rosario es llevada junto a otras niñas y adolescentes al bar de la Calle Love. No serán liberadas nunca, ahí se les pudrirá la vida. Entre torturas y violaciones.
 
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado.
Mayo 04 de 2015.
Estados Unidos.

3 comentarios

  1. Si vos, da pena tener esos congéneres. ¿De quién se estarán vengando esos malditos? He ahí el fango.

  2. Gracias Ilka, es la historia de Rosario y es la historia de miles y miles de nombres mas, de ninas, de adolescentes, de jòvenes, de mujeres que tuvieron la mala suerte de ver una luz distinta, simplemente la luz. No hay bastante pueblo que defienda esa luz en ellas, no hay bastante pueblo con esa luz. Gracias. Luchemos, indignados, aùn mas, no paremos, luchemos para que haya pueblo con luz, no queremos luz para pocos, pues no es suficiente la fuerza de pocos, necesitamos pueblos con luz, para que la fuerza sea bastante para derrotar para siempre la oscuridad, calabozo de la luz.

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