La polaca.

Justo saliendo del sauna agarré mi calzoneta de baño y fui al área de regaderas, me di un baño para quitarme el sudor y agarré mi libro que estaba puesto sobre mi toalla, me dirigí hacia la piscina, una mujer que estaba parada junto a las serchas donde se colocan las toallas se me quedó mirando y me preguntó con una sonrisa en los labios, ¿eres tú la niña que lee tanto libro? Me detuve y le dije, gracias por lo de niña. Era una rubia alta, de unos sesenta años de edad, con un cuerpo de atleta, ojos azules tonalidad de las aguas del lago Michigan en medio día de agosto.
También tenía puesta su calzoneta de baño y estaba buscando su gorra y sus lentes para ir a nadar. Caminamos juntas hacia la piscina. Siempre que vengo –me dijo- encuentro un libro en el área de las serchas, cuando pregunto de quién es me dicen que es de una niña que se come los libros, y sí tenían razón eres una niña. ¡Pero no me como los libros! ¿Cuántos años tienes? 35, ¿y usted? 63 estoy cumpliendo. ¡Felicidades!, déjeme decirle que tiene un cuerpazo de atleta. Gracias, siempre he practicado natación desde que vivía en Polonia.
La piscina estaba ocupada y teníamos que esperar a que se desocupara alguno de los carriles, para mientras nos fuimos a meter al jacuzzi. Mi rutina por lo general es leer unos 20 minutos antes de nadar, me siento en las gradas de la piscina con el agua hasta la cintura o leo en el jacuzzi, me relaja la combinación del agua y la lectura. A medio mundo le parece raro pero bueno, yo no soy normal.
Tengo 63 años y nunca había visto a alguien leyendo en una piscina, ¿logras concentrarte con tanto ruido? Sí. Yo no podría. Claro que puede es solo de intentarlo y ya verá que se acostumbrará. Imagino que has leído cientos de libros porque hasta para leer en la piscina es señal que te fascina la lectura. Bueno, hace 7 años que comencé a leer y siento que voy tan atrasada que para mi edad efectivamente ya debería de hacer leído docenas de libros, pero apenas he leído unos cuantos.
Tenía cierto aire de tristeza en la mirada, esa soledad de las migraciones que grita en su encierro. ¿De Polonia? Compré un jarrón polaco de los que hechos a mano en la feria que hacen en el centro de la ciudad para Navidad, esa que tiene un poco de austriaca, polaca, alemana, australiana, y ecuatoriana. ¿Ha ido? Y venden ese como jarabe de manzana al estilo alemán que con frío de ese tiempo le sabe a gloria.
No pude intuir que mencionarle la feria navideña la haría despeñarse en sus recuerdos, le cambió el tono de voz y comenzó a hablar sin parar y yo no quise interrumpirla. En el jacuzzi no estábamos solas pero eso no le importó, vi cómo salía a borbotones su silencio de décadas y su frustración de migrante.
Sabes que tenía un novio que era ruso, nunca me casé y tampoco tuve hijos porque siempre trabajé para enviar dinero a mi mamá y a mi hermana que tiene que estar internada en un hospital porque tiene autismo y tiene que estar medicada, en casa no la pudimos controlar y mi papá nos dejó cuando ella nació, mi mamá trabajaba limpiando casas y lavando ropa ajena y ese dinero no alcanzaba para la medicina de mi hermana.
Yo trabajaba de día y estudiaba en la noche, mi mamá se volvía loca con mi hermana en casa porque destruía todo, no la podíamos dejar ni un minuto sola, no habla entonces no podíamos entender lo que quería decirnos, y es bien frustrante. Mi mamá se derrumbó cuando mi papá nos dejó y se fue con otra mujer, tiene 5 hijos con ella, nunca nos ayudó con dinero.
Me cansé de ver a mi mamá lavando ropa ajena y limpiando casas y que no alcanzara el dinero y un día le di un abrazo a mi mamá y a mi hermana y no les dije que me iba del país, abordé un avión y me vine a Estados Unidos, tenía 19 años, no conocía a nadie. Pasé 30 años sin regresar.
Tenía tres trabajos, y todo lo que ganaba lo enviaba a mi mamá para que pagara el tratamiento de mi hermana, he hecho todo tipo de trabajo en este país. Todos en oficios, aprendí inglés estudiando de noche en el plan para adultos que tienen las escuelas secundarias. Dejé por un lado mi vida y me dediqué a trabajar y a trabajar para enviar el dinero, nunca fue suficiente porque el tratamiento que lleva mi hermana es demasiado caro. Nunca fue suficiente mi sacrificio y todos estos años he tenido el reproche de mi mamá por haberlas abandonado, pero yo me fui no porque no las quisiera sino porque quería ayudar y no quería que ella siguiera trabajando en lo que hacía. Pero nunca lo ha comprendido, dice que soy una mala hija porque las abandoné. Siempre que llamo por teléfono me lo reprocha. Me ha dicho que no quiere mi dinero, que me quiere a mí allá con ellas.
 
Cuando regresé fui por dos semanas y no tuvimos un solo día de paz, siempre discutiendo y decidí no volver más, en 45 años solo he visto una vez a mi hermana y a mi mamá. No volveré jamás a Polonia. ¿Y no tiene familia aquí en todo el país? No, a nadie.
Tenía ese novio ruso que estaba divorciado y pasaba conmigo todo el tiempo, en ese entonces yo tenía 50 años y trabajaba tiempo completo cuidando ancianos en una casa de residencia, él decía que me quería y nos la pasábamos muy bien porque yo compraba todo para tenerle la comida hecha, lo consentía tanto, dormía en mi apartamento unas noches, no todo el tiempo porque vivía en casa de uno de sus hijos. Hace 4 años cambió, porque me quedé sin trabajo y por mi edad es muy difícil conseguir uno, hago unas horas aquí y otras allá, trabajo en supermercados empacando productos.
Ya no tengo para cocinarle siempre, ni para comprar el vino, de pronto le cambió el amor y lo he rogado que vuelva… ¿Lo ha rogado? ¿Por qué? No hay razón para estar rogando a nadie.
En eso se metió un hindú a la conversación, es que era imposible que no escucharan lo que conversábamos, y a mí que me explota cuando alguien se mete en una conversación ajena, él todo don Juan se presentó y dijo que muy bien nos podía invitar a salir a las dos y que era soltero. Le dije que le agradecía mucho que no se metiera en conversaciones ajenas, que nos dejara en paz.
¿Qué me aconsejas que haga, ya lo he rogado tanto? Es que no tiene que estarlo rogando, se acabó, se acabó. Ese no es hombre para usted. Es que le tengo miedo a la soledad. ¿Por qué? Porque no quiero morir sola. Pero si todos morimos solos. Noté que todo ese tiempo la que me hablaba era una adolescente a la que le cayeron los años de golpe y no le dieron tiempo de asimilarlo.
Sabés que no tengo amigos, en el tiempo libre me la paso en el parque o vengo a nadar –por eso el cuerpazo- no le tengo confianza a las personas.
En ese momento se me erizó la piel, escucharla era como estarme viendo en un espejo. Yo tampoco tengo amistades, y soy la soledad andando, al igual que ella no confío en las personas. Ella es nadar y yo de andar en bicicleta.
Todo esto que te cuento jamás se lo había dicho a nadie, no sé qué tienes pero me llenas de confianza, este tipo de conversación no debería tenerla contigo porque no te conozco, es primera vez que hablamos, además eres una niña, pero se nota que más madura que yo.
Me abrazó con tal fuerza que sentí que me estrujaba, ese abrazo tenía la soledad de décadas, el silencio de la migración y de las circunstancias que nos hacen migrar.
¿Usted se ha capeado? Capeémonos de natación y vamos a comernos un pedazo de pastel por ahí. ¿Qué dice? ¡Niña, jamás me he capeado! Bueno, pues hoy a sus 63 es la primera vez.
Salimos del jacuzzi nos cambiamos y nos fuimos a comer un pedazo de pastel a unas cuadras del gimnasio, le canté el feliz cumpleaños y después de un café y otra hora de conversación nos despedimos. No la he vuelto a ver.
En este país yo no he ganado riquezas económicas, en cambio sí he ganado en aprendizaje, en dejar por un lado estereotipos y prejuicios, porque cada persona tiene una historia. No hay luces de neón que logren borrar la memoria del país de origen y de los que se quedaron. Porque para muchos el país de origen representa el dolor. ¿Quiénes somos para juzgar? ¿Quiénes somos para señalar a los que se van quedando lejos? ¿Quiénes somos para exigir el retorno?
Y así y así me voy llenando de historias, el mundo viene a mí y se instala en mis poros de cronista de arrabal.
Para: todos los seres que encarnan a la polaca. Para los que fueron y los que un día serán, en cualquier lugar del mundo.
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado.
Abril 09 de 2015.
Estados Unidos.

4 comentarios

  1. Dennis Escobar Galicia

    Pues este texto lo leì intrigado porque por el tìtulo pensè que te referìas a la policìa. Me imagino que Carlos Renè Garcìa tambièn recuerda aquellos tiempos cuando salìamos corriendo de la polaca, asì llamada la policía. Recuerdo que en las manifestaciones estudiantiles gritàbamos «Viene la polaca».

  2. Carlos René García Escobar

    Buen texto. No encuentro diferencia alguna con historias de latinoamericanos migrantes. Todas enriquecen el espíritu de comprensión de lo humano. Considérate dichosa.
    Carlos René García Escobar
    cargadorazo@gmail.com

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