Usted qué haría.

Recién salió en el radio la canción, One More Time (Daft Punk) me llamó la atención la letra ( a mi inglés machacado) tan repetitiva la frase “una vez más,” me llevó de inmediato al patio de la casita en Ciudad Peronia y a las tardes de barrerlo con escoba de escobillo escuchando la FM Joya, la letra de una de las canciones de Diego Verdaguer asomó de inmediato: “Usted qué haría.” Desapareció la nieve y el invierno, y mi imaginación viajó en el tiempo para acomodarse tranquila en el tapial del adobe y perdió la vista en la arada y en los linderos de la aldea El Calvario, de ribete aterrizó aquella otra canción del Diego, “Volveré,”  -puchis, ahí donde me miran toda despeltrada también tengo mi corazoncito- que desde siempre me ha cautivado será por mi fascinación a las vías de tren, a los trenes y por la nostalgia de las despedidas. Por ese retorno que se esfuma en la bruma del tiempo. Los amores que se van, los que se quedan, las oportunidades, las decisiones que se fueron postergando y nunca se encararon por miedo. Ese intento que prefirió escudarse con pretextos porque el miedo no nos dejó dar el paso certero.
Una vez más, una vez más, una vez más. ¿Qué haríamos si la vida nos diera otra oportunidad? Si tuviéramos tan solo una vez más, un segundo intento, un minuto más, si pudiéramos estar de nuevo frente a esa puerta, junto a ese ser, parados en la orilla del abismo. Si tan solo una vez más pudiéramos tocar, acariciar, hablar, actuar. Si tan solo una vez más volviera aquel instante y en lugar de echarlo a perder con alegatos guardáramos silencio y nos atreviéramos a vernos a los ojos y dejar que nuestras almas hagan lo suyo sin que nuestros egos estorben.
¿Qué haríamos? Y no hablo explícitamente de la relación y el amor de pareja, lo digo en general, ¿qué haríamos si tuviéramos el privilegio de una vez más? ¿Decir te quiero? ¿Pedir disculpas? ¿Correr tras ese tren, tras esa persona, tras esa oportunidad? ¿Nos lanzaríamos al abismo?
¿Qué haría si pudiera volver?¿Alguna vez ha dicho volveré? ¿Lo ha cumplido? ¿Si pudiera, volvería a intentarlo? ¿Intentaría de nuevo tocar esa puerta? ¿Lanzarse al abismo? ¿Correr en busca de esa oportunidad? ¿Volver a luchar por ese sueño? ¿Volver a sentir ese anhelo? ¿Hacer a un lado el ego y el temor? ¿Perder miedo a la desnudes del alma?
Pues hagámoslo, intentémoslo de nuevo, una, dos, tres, cien y las veces que sean necesarias: vuelva, volvamos a pararnos frente a esa   puerta a la que le tuvimos temor de acercarnos, busquemos la oportunidad, acariciemos ese sueño, enfrentemos el abismo, tomemos decisiones sin temor.
Y lo más importante aún es que digamos: “te quiero,” “te amo,” “eres importante en vida” que abracemos, el abrazo es el sentido del tacto del alma, sintamos la otra piel, atrevámonos a abrazar y a dar y sentir calor. No guardemos en silencio los sentimientos. Nunca es tarde. Siempre se puede volver: en metáfora si es de tiempo, y en imaginación si se trata de evaluar la equivocación que nos llevó al aprendizaje que nos dolió tanto, porque hacerlo significa intentarlo de nuevo y eso es la vida: instantes, procurar, encarar, atrevernos. Secar la herida y seguir porque ésa es la vereda y nosotros los caminantes que como las flores nos llegará el tiempo de marchitarnos y secarnos, qué no suceda antes y solo depende de nosotros mismos. Reverdezcamos y que nada ni nadie nos robe la belleza de soñar.
Pues yo ahora mismo me haré pero un mi atol de mosh, «¿usted qué haría?» Ni me diga que Incaparina porque es capaz le digo que yo llevo los panes con brijoles y de aferrada me auto invito.
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado.
Febrero 24 de 2015.
Estados Unidos.

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