Historias de un Silbato: un padrino. XI.

A nivel internacional la FIFA manda a hacer las pruebas físicas y médicas cada año, así es que un año tienen que esperar los aspirantes a árbitros internacionales, un año también quienes ya lo son para asegurarse el puesto por un año más. A nivel nacional son cada seis meses, también se realizan las pruebas FIFA aunque el movimiento de ascenso sea solo a nivel nacional.
Seis meses de entrenos arduos, de buscarse las mejores calificaciones por parte de los Visores cuando van a evaluar a los árbitros a los juegos. Esto en teoría, pero como en todo, lo que manda es la práctica. Tener los contactos, ser hábil en las relaciones interpersonales y sobre todo ser arrastrado, buscarse un padrino y dar sobornos, que en el arbitraje serían regalos, para que no suene tan puñetero. Es repugnante darse cuenta que en todos lados existe la corrupción.
Cuando ascendí a central yo soñaba con ser internacional pero para eso tenía que pasar por todas las categorías inferiores y buscar que se me tomara en cuenta por lo menos en Primera División, porque en Liga Mayor ya me habían dicho que era imposible porque era mujer. Pero para mí no existían los límites, siempre pensé que lo que sucedía era que se asustaban con la idea de tener una mujer en el panel que diera la talla como cualquier árbitro hombre, y pensé que con el tiempo que me faltaba para ascender por categorías para cuando llegara el momento de la Liga Mayor ellos ya estarían listos y asimilarían que las mujeres tenemos las mismas capacidades que los hombres. Nunca sucedió.
A lo más que llegué fue a dirigir juegos de Tercera División, me faltó Segunda División, Primera División y Liga Mayor. Que se puede decir que las ligas más fáciles, porque donde realmente existe el fútbol es en categorías inferiores, ahí uno se hace árbitro porque se hace, y ahí mismo muchos renuncian porque no aguantan la presión.
Cada seis meses yo buscaba ascender, porque ése era el procedimiento, yo veía a compañeros que en cada prueba ascendían y ascendían y cuando menos sentía ya estaban en Primera División y Liga Mayor, y yo abajo en ligas inferiores, estancada. Esforzándome, todos los días y nada. Ni una sola motivación por parte de la Comisión Arbitral. Lo curioso es que quienes ascendían no eran precisamente árbitros que tuvieran la capacidad, pero eso sí, para la labia se pintaban solos y para los regalos también. Estos comunicativos que todo cuentan a sus superiores y que se especializan en dar puñaladas por la espalda a los compañeros. Que aunque metan las patas en el juego siempre obtienen buenas calificaciones. Que aunque no pasen las pruebas físicas, siempre en la nota final de sobresalientes. Así fue como me di cuenta de las existencia de los padrinos.
Yo ya sabía que lo tenía todo en contra por ser mujer, no fue sorpresa para mí encontrarme con este enorme muro. Pero me dolió tanto ver la forma en que se discrimina a los árbitros que no tienen una profesión a nivel medio y mucho menos a nivel superior. Árbitros capaces, con los arrestos bien puestos, son los únicos árbitros que tienen la capacidad de sacar un clásico intacto, un repechaje limpio. A ellos los mandaban a los juegos más difíciles, y a los niños bonitos a los mediocres. Pero los niños bonitos eran los que ascendían. A los meros buenos los necesitaban abajo para que sacaran el trabajo pesado.
Por excelencia los mejores árbitros que ha tenido Guatemala son de Amatitlán, mi reverencia a estos albañiles. La mayoría son albañiles, no importa el tiempo, esto ha sido así desde siempre. A ellos los juegos difíciles les pelan los dientes, pero jamás se ha visto uno de ellos en Liga Mayor porque no tienen la educación media y son tan dignos que lo de los padrinos lo va con ellos.
Por condición física los mejores son los de Cobán, tienen el privilegio de entrenar en las montañas. Los mediocres por excelencia son los capitalinos y todo aquel departamental que sea hijo de papi y mami y llegue al panel arbitral buscando un ascenso que ya está arreglado bajo de agua.
Pues cuando vi que yo hacía las pruebas físicas y no ascendía como manda el reglamento, pregunté qué sucedía y me decían que yo sabía muy bien qué era lo que tenía que hacer para ascender. Por supuesto, abrir las piernas. Como cada cierto tiempo hay votaciones y cambian al presidente de la FEDEFUT y también al presidente de la Comisión Arbitral y directiva, yo tenía la ilusión que cuando llegara otra gente tal vez sería honesta y nos diera la oportunidad a los rechazados. Nunca sucedió todos eran del mismo estercolero.
Por ser mujer los árbitros internacionales buscaron que fuera parte de su grupo selecto, pero conmigo no va eso de los privilegios, nunca los he tenido y nunca los he buscado, es más los he rechazado. Las cosas se ganan a pulso. Lo fácil no sirve para nada, así como llega se va.
Lo que sí hacía era sentarme en la primera fila para las sesiones de los jueves por la noche, ahí se sentaban los internacionales, pero yo lo hacía porque soy de distraída como no hay otra, pierdo la atención con facilidad y solo estando al frente lograba estar quieta. Esto hizo pensar a muchos que yo también era de las que tenía un padrino.
El padrino puede ser un árbitro de Liga Mayor, un Internacional, un miembro de la Comisión Arbitral, alguien de la FEDEFUT, de UNCAF o CONCACAF. Tiene que ser alguien que esté bien engancho arriba y que tenga los contactos para que se le abran las puertas con facilidad al árbitro que viene en ascenso. De todos esos árbitros de Liga Mayor e Internacionales, son unos cuántos los que están ahí por esfuerzo propio. Es por eso que a leguas se nota quiénes son porque los otros echan a perder los juegos inmediatamente y nunca son sancionados y siguen saliendo a trabajar porque el padrino habla por ellos.
Yo tuve varias propuestas de padrinos. Árbitros de Liga Mayor que buscaban cama a cambio de darme privilegios, gente de la Comisión Arbitral que proponía lo mismo. Yo lo único que tenía que hacer era abrirme de piernas con cuántos ofrecieran el ascenso y pronto me hubiera convertido en internacional sin necesidad de pasar por todo el proceso reglamentario. No tenía que dar obsequios: botellas de licor fino, corbatas, relojes, invitar a cenas, pagar estadía en hoteles, regalar vacaciones. Yo lo único que tenía que hacer era coger con quién se dispusiera a facilitarme el camino. Es que dar regalos tampoco me los aceptarían, porque lo de ellos era domarme, humillarme, enseñarme que por ser mujer tenía que hacer lo de siempre, ellos buscaban contar a sus amigos cómo y cuánto me tuvieron, y cómo me pusieron y qué me hicieron y qué les hice. No les di el gusto.
Con eso de los padrinos vi a tantos que subieron como la espuma y que hoy viajan por el mundo entero, se ocupan más de los padrinos que de sus propias familias. No es secreto tampoco que muchos llegaron al colmo de ponerse a gatas para que se los sembrara el padrino o los contactos del padrino y así lograr el tan ansiado gafete nacional e internacional.   Son entrevistados por los medios, les hacen reportajes, les dedican aplausos, los reconocimientos nunca faltan, pero una vez se pusieron a gatas los seguirán haciendo hasta el resto de sus días, porque después de la jubilación del arbitraje viene el de ser Visor, ser Asesor Arbitral y para estos puestos también un padrino es importante, porque buenas son las tajadas que se ganan a nivel FIFA.
Y así con los padrinos fueron subiendo los que se prestaron al juego, y fueron quedando los honrados que son los mejores árbitros que han existido en Guatemala, en el absoluto anonimato.
¿Cómo alguien que pudo tener las mieles del éxito a cambio de retozo se vino a Estados Unidos a limpiar baños? Fácil, porque a mí la dignidad me la enseñó el mercado de Ciudad Peronia que es mi Alma Mater. Primero muerta que faltarle el respeto a la niña heladera.
Posdata: con amor, para los árbitros que han defendido su dignidad.
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado
Febrero 18 de 2015.
Estados Unidos.
 

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