Gabriela.

El coyote quita llave, entra a la habitación del hotel junto a otros cinco hombres, son trabajadores del Instituto Nacional de Migración.
Adentro se encuentran veinticinco migrantes esperando las indicaciones del coyote para salir en la madrugada a abordar el tren La Bestia para atravesar Veracruz sin ser interceptados por las autoridades migratorias.
Cada uno ha pagado dos mil dólares al pollero, pagarán los otros cuatro mil cuando estén en tierra estadounidense. Eso acordaron cuando otro coyote los contactó en Guatemala, El Salvador y Honduras. Todo es seguro, les dijeron.
Entre los veinticinco hay mujeres y una adolescente de nombre Gabriela. Tiene 17 años, es hondureña.
Es ella, les dice el coyote a los hombres del INM y la señala, la apartan del grupo a tirones de pelo.
La suben al vehículo oficial y se la llevan. Gabriela permanece dos semanas secuestrada en un rancho a las afueras del poblado. Todos los días llegan agentes del INM a violarla.
La sodomizan, la drogan, la golpean. La transgreden una y otra vez durante todo el día, todos los días.
El último día le inyectan una substancia que la hace perder el conocimiento, le tapan el rostro y la suben al vehículo oficial.
A Gabriela la encuentran unos campesinos en un baldío, con un disparo en la sien. Nunca cruzará la frontera, nunca retornará a su natal Honduras. Nunca podrá denunciarlos, nunca se hará justicia por su secuestro, su violación y su asesinato.
Gabriela es un caso más de los miles que intentan llegar a la tierra que cuentan, es donde los sueños se hacen realidad.
¿Cuántas Gabrielas hay en las fosas clandestinas?
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado.
Enero 30 de 2015.
Estados Unidos.

Un comentario

  1. Sin palabras! Que el Padre reciba estas sufridas e inocentes almas en su reino.

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