María Guadalupe.

La aparta del grupo, es media noche en el desierto de Sonora. El coyote le dice a María Guadalupe que lo siga hacia un matorral o la dejará abandonada en medio del desierto. Se han alejado bastante del último poblado fronterizo.
Se levanta y lo sigue, nadie del grupo de indocumentados interviene, son 20 entre ellos tres adolescentes salvadoreñas. María Guadalupe tiene trece años y quiere llegar a Estados Unidos a reencontrarse con sus padres que viven en el Estado de Michigan, viaja sola.
En su natal Sonsonate se han quedado a cargo de la abuela paterna sus dos hermanos de 10 y 8. Uno a uno se los llevarán, fue el cometido de sus padres, uno a uno y todos terminarán viviendo en el país de las oportunidades. Lejos, muy lejos de la pobreza, las maras y las extorsiones. María Guadalupe tiene ilusión de conocer la nieve. De volver a abrazar a sus papás, de tener nuevamente una familia completa.
Se levanta y sigue al coyote, el silencio del desierto es fantasmal, todos están atentos y saben lo que ocurrirá pero Estados Unidos los espera y no quieren problemas con el pollero, cualquier intento de rescate es poner la vida en riesgo. Ella no será la primera ni la última que viva la desgracia fronteriza.
Se alejan del grupo, atrás de un arbusto los esperan policías que custodian la frontera, el coyote la entrega es el pago para dejar pasar a los 20 sin comisión económica o que los deporten desde Sonora. Le amarran un pañuelo en la boca y mientras dos le abren las piernas y las sostienen, otros dos la sujetan de los brazos, uno a uno la violan. Festejan satisfechos porque “la pollita les salió virgen”. El coyote se saborea quiere ser el séptimo pero no hay tiempo, María Guadalupe se tiene que recuperar antes del amanecer porque una buena suma de dinero pagaron sus padres por su seguridad.
Terminan y se alejan. La niña no puede levantarse se ha desmayado, el coyote la lleva en brazos hacia donde está el grupo. La vuelven en sí con palmadas en el rostro y acercándole un bote de alcohol a la nariz. Ella llora en silencio y se revuelca de dolor, tiene su ropa interior empapada en sangre; las otras la abrazan, los hombres también sollozan ante la impotencia. Amanece y tienen que avanzar, se rotan de dos en dos para ayudarla a caminar porque no puede dar el paso sola. Logran cruzar la frontera sin ser interceptados por la Patrulla Fronteriza. La niña ya no va sola, lleva un hijo en el vientre producto de la violación.
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado.
Enero 29 de 2015.
Estados Unidos.

4 comentarios

  1. Ciertamente, desgarra leer este tipo de crónicas, pero desgarra más saber que sucede y que sucede todos los días, en el desierto de Sonora, y en muchos lugares mas, desgraciadamente. Y cierto es también, que uno quisiera leer cosas lindas, agradables, cerrar los ojos ante una realidad tan cruel. Pero no Ilka, sigue escribiendo lo que viste, lo que viviste, sigue denunciando, así tu crónica nos desgarre.

  2. Esto nos debe volver cada vez más humanos, fortalezcamos nuestros principios y luchemos contra estos flagelos. Saludos

  3. Qué dolor!

  4. Dennis Escobar Galicia

    En los tiempos actuales, ya no hay duda que la realidad supera la ficciòn. » El ser humano por naturaleza es malo» dijo hace mucho un pensador. Ni el cristianismo, incluso ni el socialismo han hecho que en este mundo se construya el nuevo «hombre» (ser humano). Me sale lo expresado porque tu relato me ha dejado «mudo». Saludos.·

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