Housekeeper.

Hace unos días me encontré de nuevo con el libro The Help cuando andaba en la biblioteca en busca de libros de Anaís Nin, -¡acabo de descubrir a Anaís Nin!- lo estoy leyendo otra vez. En español sería algo así la traducción del título: la chacha, la criada, la gata, la sirvienta, la cholera o la muchacha.
Últimamente me han dicho que me victimizo y que utilizo mi trabajo de empleada doméstica como bandera, o que utilizo una postura de auto humildad para describir mi oficio y el ámbito a mi alrededor. Mi insistencia en no ocultar que limpio casas es por las constantes humillaciones que las empleadas domésticas vivimos. Estamos marcadas por un vestigio: “solo sabe limpiar baños.”
Tengo dos profesiones, en mi país de origen soy maestra de Educación Física, y árbitra de fútbol y mi título está avalado por la FIFA. Ejercí tanto el magisterio como el arbitraje. Pero en mi caminar son tan solo dos oficios de los mil usos que he hecho en mi vida. No es la primera vez que cuento las enormes diferencias que vivo cuando me presento como árbitra de fútbol, como escritora y poeta, y como empleada doméstica. Es un decir eso de me presento, porque en realidad lo hago como Ilka, ahí nomás.
Cuando es por árbitra me hacen rueda, se maravillan, me piden autógrafos y quieren la foto del recuerdo, no es común ver a una mujer árbitro de fútbol. Me endiosan. Cuando es por escritora y poeta sucede similar, pensarán que soy la inteligencia en persona.
Ya perdí la cuenta de la cantidad de ocasiones en que he asistido a reuniones sociales y estoy rodeada de personas que admiran mi oficio de escritora o mi profesión de árbitra y que cuando se enteran que limpio casas me dicen con toda la frescura después que el momento perdió su encanto: “¿limpias casas, habla con ella, ella también trabaja de eso, tendrán mucho que conversar ustedes ya que tienen bastante en común” y me señalan a la persona y literal me cortan la conversación. Por lo general esa persona está en soledad, sentada en un sillón bebiendo algo o matando el tiempo porque no tiene entrada en la conversaciones porque limpia baños. Se preguntarán, ¿a qué hora se nos coló ésta?
Yo soy letal no dejo pasar mucho tiempo cuando me rodean y piden los autógrafos y las fotografías y andan con aquellas labias, voy directo a la yugular: limpio casas. Así con eso sé que me dejarán en paz. Entonces me examinan de pies a cabeza como con asco, con ese arrepentimiento que les da de pronto: cómo es que no me fijé antes que era una chacha. ¿Cómo es que no lo vi si se le nota?¿Yo hablando con una sirvienta? ¿Yo pidiéndole autógrafos a una limpia baños? Entonces soy yo la que disfruta de verlos incómodos, incrédulos, arrepentidos de haberse tomado una fotografía y pedido un autógrafo a, ¿una sirvienta? Podría ocultarlo e inventarme otro trabajo como hace la mayoría, pero no. Uno no puede andar por la vida aparentando ni avergonzándose de lo que le da de comer. Y para eso utilizo la luz que me dan las letras, para exponer desde esta realidad.
A veces son dos o tres las confinadas en una esquina del salón, que están ahí apestadas por sirvientas. Sucede en cumpleaños, bodas, eventos comunitarios, en todos lados está ahí la discriminación. Siempre encuentro a más de una aislada porque la segregaron por trabajar en mantenimiento.
Mi obligación y responsabilidad es hablar la realidad de la migración indocumentada y lo que vivimos los indocumentados y quienes trabajamos en oficios, y soy clara y directa y si eso hace pensar que me victimizo o que lo mío es auto humildad pues no es mi asunto. Aquí el dinero no alcanza si se trabaja sin documentos y se gana menos del salario mínimo, vivir en Estados Unidos en esas condiciones no es ningún privilegio y eso se tiene que decir con todas sus letras y explicar que el sueño americano ese que cuentan no existe. Y hay que hacerlo con responsabilidad, temple y claridad. De otra forma no se puede. Uno tiene que ser honesto. Todo esto me lo podría guardar y no expresarlo, verlo como el lado oscuro de la realidad y no hacerle caso, ignorarlo pero es justo eso lo que no se tiene que hacer. Hay que ventilarlo tal y como es.
Por eso insisto en que mi oficio es de mil usos y que desde ahí escribo. Quienes trabajamos en mantenimiento no somos objetos, tenemos cerebro y pensamos, somos capaces de analizar y crear una opinión propia y crítica. También tenemos sentimientos. Uno tiene que tratar a las personas como nos gustaría que nos trataran y respetarlas. No se puede andar por la vida discriminando a quién según el sistema y la sociedad está en un nivel menor, podrá ser en el económico pero en el moral y humano es otro paisaje.
Y por eso estoy aquí escribiendo esto, y reiterando mi oficio de empleada doméstica, y les comparto con mucha alegría y humildad o auto humildad o en manera de víctima, como lo quieran ver que; Crónicas de una Inquilina es una columna que hoy en día se publica en 17 medios independientes internacionales. Que mi blog el año pasado fue visitado desde 85 países en los cinco continentes. Que esta chacha ya escribió dos libros. Y solita he tocado puertas, unas se me cierran en la cara y otras se abren, y nunca oculto lo que soy porque si se abre una puerta es para que yo le cuente al mundo lo que las empleadas domésticas y los indocumentados tenemos para aportar. Eso es un enorme logro sabiéndose que la indocumentación y los oficios nos invisibilizan. Yo soy quienes saltan las vallas en Melilla, los de las panteras en los mares europeos, las que trapean pisos en las mansiones europeas, yo soy los que cruzan los desiertos,  nadan los ríos de la muerte. Yo soy los del mantenimiento de esta potencia mundial. Todos ellos están en mis venas y mis letras los nombran y los visibilizan  desde las sombras de la alcantarilla. Escribió para ustedes una housekeeper, ( o maid específicamente) en otra vuelta les cuento de cuando era bonita…
Posdata: ¿usted es de los que discrimina a las personas que trabajan en mantenimiento? ¿Qué hace leyendo este artículo?
Ilka Oliva Corado.
Enero 13 de 2015.
Estados Unidos.

6 comentarios

  1. Felicitaciones! que linda nota. Gracias a esas bellas colaboradoras que vienen a casa a compartir nuestras vidas, es que logramos hacer otras actividades que no serian posibles sin su ayuda. Quien se pierda la oportunidad de verlas como amigas, mas fieles algunas veces que la propia familia, dejara ir de las manos un bello tesoro, que perdura para siempre porque son parte de nuestra propia historia. Ds bendiga tu trabajo y te haga prosperar en todo como prospera tu alma.

  2. En Guatemala han estado pasando una película basada en el libro que mencionas. Interesante, de verdad. En cuanto a lo que dices en el artículo, claramente es uno de los temas de discriminación que se viven diariamente y en todos los países del mundo… creo que a la gente le cuesta entender lo importante del trabajo de quienes nos ayudan en la limpieza de la casa, un trabajo pesadísimo; sobre todo les cuesta entenderlo a quienes pagan para que les limpien la casa, cuando debería ser más fácil de entender que nos liberan de tareas extenuantes… Gracias Ilka, como dijo alguien… uno piensa que no te podemos admirar más… pero no es cierto!

  3. Cuando creo que no puedo admirar y querer más a Ilka (porque es tan buena escribiendo y es una persona tan increíble) entonces viene y publica esto. Si algo se yo del trabajo en casas ajenas es que no es para nada fácil. Creo que es un trabajo tan duro que la única vez que yo consideraría pagarle a alguien para que limpie mi casa seria cuando yo tuviera el dinero suficiente para pagarle lo que se merece. No he podido leer the help pero vi la película y la veo cada vez que puedo porque me recuerda a todas esas mujeres que han pasado por mi casa y todas las cosas que hemos aprendido de ellas. Y si bien no hemos podido pagarles lo que sería realmente lo justo tratamos de compensarlo con algo que cualquiera debe tener en un lugar de trabajo: respeto y dignidad. Pero además de eso cariño y comprensión. Ya quisiera yo que Ilka limpiara mi casa!!! Le pagaría ademas para que viviera en ella!!! Y pasáramos las noches hablando, leyendo, descubriendo música y compartiendo experiencias. El trabajo es sagrado y te felicito porque el tuyo, uffa, hace falta mucha , pero muuuuucha humildad, mucha fuerza, mucha dignidad y mucha entereza. Limpiar la suciedad ajena es un trabajo serio.

    • Bueno, es que me refería a cómo nos ven los demás, a cómo nos tratan debido a nuestros trabajos. Colocar en un escalafón el valor como ser humano debido a tu trabajo o condición social. Mi denuncia es, que todos podemos aportar y debemos hacerlo y es nuestro derecho hacerlo y debería ser nuestra responsabilidad. No se puede andar por la vida midiendo el valor humano de las personas debido a clase social, a su indocumentación o a su nivel de escolaridad. El trabajo de limpieza en sí es jodido, cansadísimo, dolores de espalda baja, en las muñecas de las manos, inflamación den los tobillos, en fin… cosas que no se ven pero que se sienten y que nadie importa. Abrazos.

  4. Lo que hablábamos, es más cómodo no sentir empatía por quien se debe mantener con la mentalidad ignorante para pagarle poco y al mismo tiempo, los «patrones» repudian la falta de educación formal (porque tienen que satisfacer su ego) y al mismo tiempo son presos de su propia ignorancia: «porque no estudiaron, porque son flojos, si es un trabajo fácil, tendrían que agradecer que les paguemos por ese trabajo, si yo les trato bien, pero que coma en la cocina, no con nosotros, si en casa tiene una cama y un cuarto con un armario, seguro que mejor QUE EN SU PAÍS» y tantas barbaridades que se piensan, porque quitarle valor a quien entra en tu casa, cocina tu comida y posiblemente cuida a tus hijos, es más fácil quitarle el valor a su trabajo. El día en que sintamos que tenemos igual valor (y por valor entender que lo que hacemos y lo que somos es valioso), será muy difícil mirar hacia abajo a otro ser humano, haga lo que haga y tenga lo que tenga… y todo empieza por saber el valor propio y sentir empatía.

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