Comandanta Ramona.

«Llegamos hasta aquí para gritar, junto con todos, los ya no, que nunca más un México sin nosotros. Eso queremos, un México donde todos tengamos un lugar digno». –Comandanta Ramona. 1996 en la histórica marcha Zapatista en la Ciudad de México.

Hace tres años, una tarde de otoño caminaba por las calles del corazón de la comunidad mexicana en Chicago. Había ido al Museo Nacional de Arte Mexicano a ver una exposición, y quería comprarme un atol y una tostada en una de las fondas lugareñas, caminaba despacio disfrutando el viento frío y el murmuro del ocaso cayendo sobre las calles alfombradas con las hojas ocres de los arces.
Crucé en una esquina y a los primeros pasos me encontré con una venta de artículos de segunda mano, vi a tres mujeres sentadas en las gradas de la entrada conversando entre ellas, quitadas de la pena, tejían. Me detuvo el letrero en la pared: Biblioteca Comunitaria Comandanta Ramona, y tenía pintado un mural de una mujer con un gorro pasamontañas puesto. Sentí curiosidad y entré, me inquietó la idea de una biblioteca comunitaria en un barrio popular, me llamó la atención el nombre, quise indagar acerca de la Comandanta Ramona, era la primera vez en mi vida que escuchaba de ella.
Adentro me encontré con varias estanterías llenas de cachivaches viejos, de esos que solo compramos los rasos y que hacemos funcionar a punta de remiendos y chapuces. Pero no encontré libros. Salí y les pregunté a las mujeres acerca de la biblioteca, me dijeron que dejó de funcionar y que ellas rentaban el local para sus ventas. Les pregunté si sabían quién era la mujer en el mural, me dijeron que no tenían idea. Me quedé unos minutos parada al otro lado de la calle observando el mural de la Comandanta Ramona. Cuando llegué a mi tugurio ya bien entrada la noche, busqué en Internet y sacié mi curiosidad. La puerta de un laberinto mítico se abría frente a mis ojos, descubrí entonces al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Amanecí sentada frente al ordenador totalmente cautivada por el EZLN.
Me pregunté en ese momento: ¿qué estaba haciendo yo en el año 1994, cuando se formó? Comenzó mi mente a descender por barrancas hasta llegar al chiquero que quedaba en la esquina del patio de atrás de la que fue nuestra casa en Ciudad Peronia, camina entre las cabritas y la hielera de helados, entre el gallinero y las hortalizas, camina entre el bulevar y el mercado, entre la arada y la aldea. En el 94 era una adolescente de periferia sin más ilusión que lograr pasar el día sin hambre. -No siempre se podía-.
Mientras yo andaba en la adolescencia de arrabal se formaba en Chiapas, México, el EZLN. El mundo conocería entonces al Subcomandante Marcos y a la Comandanta Ramona. Y yo así, sin saberlo antes, me enteraría que mi ideología desde siempre fue de izquierda, que mi pensar, mi sentir y mi actuar siempre han sido socialistas. Que mi forma de ser y de amar son autónomas, por lo tanto incomprendidas.
Comandanta Ramona, indígena tzotzil. Comandante del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, Chiapas, México. Ella junto a la Mayor Ana María, consultaron en las comunidades indígenas Neozapatistas acerca de la explotación de las mujeres, y redactaron la Ley Revolucionaria de Mujeres. Con ésta incluyeron la participación de las mujeres en la lucha revolucionaria del EZLN. Fue la encargada durante el Movimiento Zapatista, desde la clave estratégica de la toma de San Cristóbal de las Casas, el 1 de enero de 1994. La Comandanta Ramona murió el 6 de enero de 2006, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
Se convirtió entonces en un mito de los que cautivan. En una alegoría de las que cualquier mortal se enamoraría con el embeleso de lo inexplicable. La Comandanta Ramona es de las mujeres que enaltecen el género, con las que es todo o nada, porque a medias y con desgano ni los buenos días, mucho menos encarar la vida.
Y así en esta nueva revelación de la lectura en mi caminar autodidacta, guiada por quimeras etéreas, voy descubriendo otros mundos y redescubriéndome, aprendiendo de mi propio manifiesto y del de otros que se dispersan por el mundo y el tiempo como las brisas de primavera, con la esperanza de ser semillas para hacer florecer a las generaciones que están por venir.
Qué lindo es leer, estoy maravillada. Qué lindo es aprender y conocer de otros mundos, de otras luchas, para llegar a la conclusión que; todos dentro de esta diversidad humana, podemos aportar y ser parte del cambio. Que no importa el país, el idioma, las ideologías, los credos, que no hay barreras ni fronteras, si nuestro norte y nuestro sur son: la dignidad, la identidad, el respeto y la conciencia para hacer de este nuestro caminar un lugar donde se viva en equidad de todo tipo. Libre de racismo, opresión y discriminación.
Qué hermoso es soñar, pero más hermoso aún es el actuar consecuente y honesto, y en esto muy pocos.
¿Y usted, qué hacía en el 94 cuando se formó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el mundo conocería a la Comandanta Ramona? Lo invito a que también descienda entre barrancas…
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado.
Enero 07 de 2015.
Estados Unidos.
 

2 comentarios

  1. Carlos René García Escobar

    Mi admirada Ilka: para 1994 yo ya había llegado tres veces a Chiapas. La primera vez pasé clandestinamente para ver a mis compañeros exiliados y ya instalados en San Cristòbal de Las Casas. Allí me enteré vívamente de la situación de guerra que se había formado entre el ejército zapatista y el nacional mexicano. Las siguientes dos veces ya fueron a la sombra de los encuentros de intelectuales México Sur-Guatemala y México Sur-Centroamérica organizados a la sombra de los gobiernos de Chiapas y Guatemala por el antropólogo Andrés Fábregas Puig. Ahora ya llego si mayor problema. Evidentemente me identifico y me solidarizo con el movimiento zapatista el cual, sospecho, empezó ya a envejecer.
    Carlos René
    cargadorazo@gmail.com

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.