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Amor del bueno.
Desde el año 98 en que mis papás vendieron la casa en Ciudad Peronia me juré no volver a descalzarme hasta que tuviera casa propia, y así pasé los años y así emigré, lo mismo sucedió con volver a sembrar flores y hortalizas, dije que lo haría hasta que tuviera un jardín propio. Mientras me secaba po