“La otra familia.”

Cuando estaba en primer año de universidad cursando la carrera de Psicología, en la cátedra de Psicología General vimos la película Instinto, y realizamos trabajos grupales de opinión y exposición, luego en segundo año y en tercero en diferentes cátedras con distintos objetivos. La trama nos expone el caso de un doctor que se va a la selva a investigar la vida de los simios y se encanta tanto con ellos que se queda a vivir ahí y se aleja de la civilización y de todo lo que tenga que ver con la humanidad, y decide formar parte de la familia de primates. Es acusado de haber matado y herido a varios guarda parques en la selva donde vivía con los simios, está encarcelado y contratan a un psiquiatra para que averigüe las razones del proceder de tan brillante doctor. Como resultado el psiquiatra aprende del doctor encarcelado, a profundizar sobre la naturaleza de la humanidad. Y eso estudia la psicología: el comportamiento y sus causas.
Cada vez que reparo en el comportamiento humano pienso en esa película, qué lo generó, ¿y por qué?.
Hace unos meses me encontré por casualidad mientras cambiaba de canal con la película La otra familia, y fue como regresar al salón de clases de la universidad pero ya no pensé en el comportamiento particular de una persona y su reacción, ésta me llevó a verla desde un enfoque sociológico. No hay tema central en esta película porque aunque todo gira alrededor de Hendrix, un niño que fue abandonado por su mamá drogadicta y circunstancialmente lo cuida una pareja de homosexuales, hay demasiadas situaciones reales sucediendo en el factor prejuicios, injusticia y estereotipos que hacen de la trama una verdadera denuncia social, tanto por el abandono del niño como por la forma en que la sociedad morbosa y quienes aplican las leyes reaccionan cuando se enteran que éste está en casa de una pareja de homosexuales. El funesto y maquiavélico papel de la iglesia y su mojigatería.
Nos evidencia la clandestinidad de las adopciones y el tráfico de niños. La invisibilidad en la que viven las parejas de mujeres lesbianas y la negación de derechos   por parte del Estado para la maternidad. La forma en que la sociedad ve, juzga y enjuicia a las parejas de homosexuales. El tráfico de influencias. Los problemas de violencia doméstica. Las consecuencias de la adicciones. Pero más allá toca el lado humano de las adopciones, lo triste y doloroso que es para una pareja homosexual intentar adoptar.
La película es una obra maestra, está muy bien lograda, con fundamentos y no solo ofrece noventa minutos de distracción sino que lleva al espectador a analizar, a sentir, a cuestionarse, a verse frente al espejo y a desnudar la homofobia o la sensibilidad humana. La capacidad de reacción y de entendimiento. Es una denuncia que sin ser grotesca en escenografía deja muy clara la problemática de los patrones de crianza patriarcales, homofóbicos, limitados y llenos de prejuicios, odio y discriminación.
Las puertas cerradas para la realización familiar de una pareja homosexual que desea adoptar o procrear. La negación de la sociedad a respetar a los seres con distinta identidad sexual. Rompe con el tabú y con el morbo. ¿En dónde están los Derechos Humanos con los que nacemos? ¿Por qué juzgar? ¿Por qué limitar? ¿Para qué ofender a los otros? Soy muchas las preguntas que quedan en el aire y son tantas las verdades que grita La otra familia. ¿Para cuándo nos aceptaremos y amaremos seres diversos? ¿Para cuándo la homofobia dará paso al respeto? ¿Para cuándo dejaremos el morbo y los estereotipos? ¿Y para cuándo la humanidad se involucrará por completo en la transformación familiar y social para que los seres diferentes no carguen con el yugo del odio?
Ser diferente es hermosura de nuestra humanidad, el amor es universal y no tiene nada que ver con géneros. Los mismos derechos y las mismas responsabilidades para todos. ¿Cuándo lo vamos a entender así?
No soy crítica de cine, no soy nadie para recomendar ni para decirle a nadie qué deba o no deba hacer, lo que sí es que invito a ir más allá y a analizar la profundidad de las consecuencias de nuestros patrones de crianza, de nuestra necedad en mantenerlos vigentes, de nuestra mojigatería y sobre todo de nuestra falta de respeto. ¿Qué pasaría si un hijo nuestro?¿Si nosotros mismos? ¿Qué esperaríamos de nuestra familia, amistades, comunidad, sociedad, sistema? ¿Qué apoyo daríamos, qué apoyo esperaríamos recibir?
Transformar, es ésa nuestra responsabilidad, romper con el tabú, ventilar y liberar. Para que La otra familia que puede ser la nuestra viva en paz y en armonía porque tiene derecho a ser diferente y no por eso vivir en la oscuridad y la exclusión. Por los Hendrix, los Jean Paul y Chemas, por las Ivanas que hay en todos lados, por las semillas, por la felicidad y por la originalidad del arcoíris.
Con amor.
Ilka Oliva Corado.
Octubre 26 de 2014.
Estados Unidos.

Un comentario

  1. Un abrazo Ilka, como siempre te leo y disfruto tus conceptos y aunque a veces disiento de algo, la mayor parte de ellos son ciertos y los comparto……..y lo mas importante: aprendo. GRACIAS MORENA LINDA.

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