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A la deriva.
A la orilla del acantilado, como rama seca, en una banca solitaria, en el peldaño deshabitado, arañando el recelo, tragándome la rabia. Golpeando el presagio, confinada a la ausencia, hundida en la coraza, irrespirable en el vacío, sin el eco de mi voz. Como un pantano, esquiva a la deriva, desnuda