Un texto prodigioso.

“Soy su Nana pero no soy santa y quiero que lo tengan muy claro,” palabras de mi Nanoj que aprendimos desde niñas. “Soy mujer y los parí a ustedes pero no soy santa, soy mundana”, con eso solita se baja del altar por si pensábamos colocarla en esa altura venerable.
“Aprendan porque yo no les seré eterna.” “Aprendan a hacer bien el oficio porque cuando se casen no van a hablar mal de ustedes sino de mí.” “No existe mujer santa.” “Las quiero ver sacando fibra.” “Pero ya se me paran en un pie.” “Mastiquen como la gente no como los coches.” Eso cuando nos atravesábamos la comida a las carreras por las urgencias del estudio y el trabajo. “Qué no sepa que andan de ofrecidas porque las majo a pura verga.” Eso cuando entramos a la edad de la calentura –y ni nos enteramos por andar atareadas con el trabajo, el estudio y el oficio-.
“Caminen con la espalda recta no jorobadas, parecen aguambadas, no hijas de la Lila.” “No, tampoco anden moviendo el culo como patos.” Y ni tiempo de mover el bote nos dio, -salvo en los bailes callejeros-.
“No olviden que el dinero es de él no de ustedes, si ustedes quieren cosas trabajen para comprárselas con su propio esfuerzo.” Eso cuando nos aparecía un novio de otro nivel social y andaba en carro y bien vestido. Hasta el día de hoy no puedo siquiera se amante barata, de esas que se dejan comprar cosas e invitar a todos lados sin pagar nada, bueno sí, con cama. Yo la cama la respeto, es por placer y con autonomía y si quiero algo me lo compro con mi dinero así me tenga que esperar años para lograrlo.
“Preferible que se bajen las ganas solas a que salgan embarazadas.” Eso cuando la epidemia de partos llegó a la cuadra y la mayoría de patojas de nuestra edad salieron panzonas a causa del mal de ojo.
“Qué me importa que me odien el resto de sus vidas pero las haré mujercitas, algún día me lo van a agradecer y si ya me he muerto cuando eso suceda ni mierda de andarme llevando flores y llorándome en la tumba, ¡aguacatas!”
“El dolor es parte de la vida ¿Qué pensaban que todo era alegría? Vivir duele y crecer mucho más.”
“Barren solo por donde pasa la suegra, pero yo les voy a enseñar aunque les parta la espalda a puros cuerazos.” “La ropa percudida en seña de haraganería, ya me descuelgan esas playeras y las meten en cloro y agua caliente , ¡y si tienen que dejar los pulmones en el lavadero pues los dejan!” “Para andar pelando los dientes sí son buenas, vamos a ver si también para barrer la ñusca del gallinero.”
“Que no sepa que andan como la hija de doña fulana, dejándose detallar en lo escuro del callejón porque soy capaz de ir a quebrarles la mandíbula de una zapatazo, para eso tienen casa para que vengan aquí y si se quieren detallar para eso está el patio.”
“Si las pashtean – meter mano- que sea con su consentimiento, y cuando ustedes quieran no porque teman que las deje el novio, hombres abundan no se vayan a embobar con el primero que les pase enfrente.”
“El sexo es de dos, yo no parí hijas sumisas, para acostarse en una cama como muertas para qué putas, la cosa es que ustedes también disfruten y si les sale ruin el hombre pues se buscan otro, total que las vírgenes están en la iglesia y esta vida es para gozarla.”
“Les estoy dando estudio y les estoy enseñando un oficio, por si no les funciona uno puedan defenderse con el otro.”
“Que no sepa que andan de muertas de hambre pidiendo comida en la fiesta, se hartan antes de salir.” Hasta el día de hoy como antes de salir así sea a una cena, y siempre cargo un mi banano y una botella de agua pura, no compro comida chatarra y no bebo gaseosas. En la casa raras veces compramos gaseosas, todo era de agua azucarada o fresco de frutas.
“Coman tortilla y dejen el conqué para mañana, chuchas.” Eso cuando no había qué comer y si teníamos suerte contábamos con una olla de frijoles, entonces nos tomábamos el caldo y los frijoles los dejábamos para hervir más agua al siguiente día.
“Qué estaré pagando para que Dios me diera una hija tan endiablada y más terca que una mula.” Eso respecto a mí que al igual que ella me subo en mi macho y nadie me baja.
“Ni mierda de andar hirviendo agua para bañarse con agua tibia, el agua fría es lo mejor que hay para la salud, el agua tibia es para los enfermos que ya se están muriendo y que yo sepa ustedes solo tienen un tornillo suelto.”
“En la casa nos bañábamos tres veces al día. A las tres de la mañana cuando nos levantábamos, a medio día al regresar de vender los helados y en la noche, para no ensuciar las chamarras. Una cubeta de agua o diez palanganazos bien repartidos en las partes del cuerpo. El agua potable llegaba a la colonia solo unas horas un día sí y un día no.
“No tienen que andar enseñando la zanja –las nalgas- para atraer a los hombres, vístanse moderadas porque putas ya son.”
“No crié hijas para que se dejen pijear de los maridos, al primer intento los dejan que para eso tienen una profesión y un oficio, de hambre no se van a morir, ¡y de vergüenza tampoco! Porque no es vergüenza tener el valor de vivir sola pero en paz, dejen que la gente hable, total que no les dan de hartar. Y si quieren que las pijeen me dicen a mí que para eso las parí. ”
“Estudian para brutas, ni una suma pueden hacer.” Eso cuando nos tocaba rendir cuentas de las ventas de las helados, ella en el aire las hacía y nosotros no podíamos sin la calculadora.
Horrorizada de las canas siempre se tiñe el cabello de su color natural, es una canche hermosa, cuando se enoja se le ponen las chapas como tomate y cuando ríe también. Cuando se enoja hay que hacerse a un lado porque pela cables –mal que le heredé-.
Aun no la ha abandonado su picardía de niña montuna, es mujer de pueblo y la aldea la habita aunque viva en la capital. La misma que me habita a mí aunque viva en el extranjero.
Cómo quisiera tener el talento de una escritora para poder escribir un texto prodigioso que esté a la altura de –la que no es santa- la mujer que me dio la vida, que me trajo a este mundo en tarde agostina de lluvia torrencial y me dio el privilegio de ser recibida por las manos de la comadrona, mi abuela y Mamita. Y por si fuera poco nacer en el mismo pueblo.
Me dio la independencia desde niña y la oportunidad de aprender a leer y a escribir, a rascarme con mis propias uñas,  a tomar mis propias decisiones y a hacerle frente a las consecuencias como mujercita de arrabal,  ¿qué más le puede dar una madre a una hija? Nada. Me dio lo vital. Lo demás es berrinche de sociedad patriarcal.
Ella nació en octubre, en el tiempo de la tapisca, del atol shuco, del ayote en dulce y de las vísperas de los barriletes, en el mes de los vendavales, y que tiene las lunas más hermosas jamás vistas y los celajes color flor de fuego que admirados desde la piedrona de la casa de tío Lilo, son de ensueño.
A la salú de la labriega más hermosa  y arisca que parió Comapa, nía Lilona. Para la niña que se hizo mujer sangrándose las yemas de los dedos  en los surcos de algodón.   Mi reverencia en su cumpleaños.  Con este amor trastornado que el yermo no doblegará jamás. ¡Qué se nos vuelva sangre!
 
Ilka Oliva Corado.
14 de octubre de 2014.
Estados Unidos.

3 comentarios

  1. Salú Negrita, que se vuelva sangre. Me encantó tu texto. Besos, Chentof.

  2. Saludos a tu madre! Que manera de describirla…me encanta!

  3. Carlos René García Escobar

    Sí. Todos tenemos una madre que adoramos encabronadamente, como tú. Cada quien como la conoció y lo formó. Ese es mi orgullo permanente…
    Carlos René García Escobar
    cargadorazo@gmail.com

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