Entre el homicidio y el suicidio.

Por lo general cuando alguien se suicida, la gente enfrascada en un fervor religioso y moralista exclama, ¡pero si Dios da la vida solo él la puede quitar, suicidarse es pecado! También dice: pobrecito estaba pasando por una depresión pero por qué no lo dijo si tenía familiares y amigos que lo queríamos mucho, además no hay razón para quitarse la vida, hacerlo es cobardía. Y claro lo dicen los cobardes que tienen valor para juzgar a un ser humano pero jamás para cuestionar a un sistema corrupto, opresor, fraudulento, a una sociedad clasista, racista y discriminatoria.
Gente que no tiene el aplomo de cuestionar la existencia de su dios y que se tapa los ojos, los oídos y la boca cuando se trata de indagar la función dominante que juega la iglesia en la sociedad . Están como aquellos a los que les sobra el arrojo para juzgar a quienes escriben con faltas de ortografía pero que se ahuevan para cuestionar la injusticia y la impunidad, la historia mal contada de la falsa identidad que nos quieren hacer tragar a la fuerza.
Juzgan a quien se suicidó y lo lapidan por la decisión que tomó pero si asesinan a alguien sea feminicidio o en el caso de los hombres una muerte violenta, la misma gente dice que seguro y en algo andaba, la mataron por puta, en el caso del hombre dicen, lo mataron por andar de seguro en asuntos turbios, hay una indolencia en esa misma gente que para todo finge ser persignada menos para juzgar. Esa misma gente que señala a la víctima y jamás al victimario.
Una sociedad que no es capaz de reaccionar ante lo que realmente necesita cuestionamiento urgente. La saña con la que se le quita la vida a un ser humano ya no causa asombro más bien sirve para entretenimiento popular, para ser tema de conversación en la oficina, en la parada de autobús, en el supermercado pero jamás para incitar a una movilización donde participen todos los sectores de la sociedad para exigir un alto a la violencia venga de donde venga. Para eso nos ahuevamos, nos lavamos las manos, la apatía nos gana, para eso carecemos de entereza, para lo más nos hace falta y para lo menos nos sobra. Tristeza amigo. Puercada de sociedad somos.
Pero se mató fulano, se mató fulana y nos les vamos encima con nuestra doble moral, con esa pulcritud detestable y fingimos estabilidad emocional y felicidad, porque lo primero que decimos es: ¡pero si la vida es bella por qué se la quitó! Ajá. Descarados. Como si no todos los días pasáramos comiendo mierda, la mayoría deseando lo que los otros tienen, maldiciendo el nivel de violencia, la pobreza, muchos con la envidia y el odio comiéndoles los sesos, otros amargados por quedados, otros que por casados, unos por estériles otros que por muchos hijos, unos por blancos, otros por negros, unos por ricos y otros por pobres.
Lo banal es lo que impera porque pocos tienen el coraje de reflexionar en lo que realmente es importante en la vida y esto no tiene absolutamente anda que ver con lo material porque lo que transforma, lo que inspira, lo que honra, lo que despierta emana del alma, es una llaneza del espíritu. Pero qué putas van a andar sabiendo de espíritu ni de ni mierda quienes buscan poder, contactos, dinero, estos seres anodinos que viven de apariencias y del qué dirán.
Estos indiferentes que todo lo resuelven orando. Oraremos para que aparezca tu hija desaparecida. Oraremos para que aparezca el asaltante que le disparó a tu esposo. Oraremos para que la violencia desaparezca. Oraremos para que nuestros dios guíe las manos avaras de nuestros gobernantes. Oraremos para su descanso eterno. Oraremos para que aparezca el violador. Pero nadie dice: vamos a manifestarnos para exigir a nuestros gobernantes que ya no vendan las tierras que son del pueblo, para que ya no roben, para que el sistema de justicia ya no sea corrupto. Vamos a manifestarnos y a cuestionar el por qué de una historia mal contada, el por qué insisten en que no hubo genocidio, el por qué nos quieren dejar sin identidad, el por qué alimentan la violencia, el por qué niegan el derecho a la educación formal a nuestros niños.
Vamos a manifestarnos para exigir el derecho al aborto. Un manifiesto de todos los niveles de la sociedad para el alto a los feminicidios, a las muertes violentas. Vamos a exigir a este sistema corrupto que no quite oportunidades de desarrollo y que no obligue a los más miserables a emigrar forzadamente. Vamos a exigir y a trabajar en conjunto para eliminar el racismo, el clasismo, y la homofobia. Para que jamás se vuelva a realizar un desalojo porque la tierra será regresada a sus dueños originales.
Vamos a orar pero también vamos a salir a las calles a exigir que aparezcan las niñas, adolescentes y mujeres víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual. Oramos por la hija de fulano que desapareció pero vamos a salir a las calles a buscarla. Vamos a orar pero también vamos a exigir la eliminación de los bares y casas de citas en donde todos sabemos que hombres –nuestros hombres- asisten y pagan para tener derecho a violar a una mujer – a nuestras mujeres-. Vamos a atrevernos a juzgarlos, a enjuiciarlos, a encarcelar a los culpables sean quienes sean. Si pues, el arrojo que tienen quienes juzgan a los que se suicidan de pronto se les desaparece cuando la causa requiere ímpetu.
Vamos a exigir que se respeten nuestros parques nacionales y un alto a la tala de árboles, queremos reforestar. Alto a la contaminación de los ríos. Alto al abuso de poder. Alto a los sobornos. Queremos que todos los niños en las escuelas tengan derecho a su desayuno. Queremos escuelas con los recursos materiales y económicos. Exigimos un salario justo a los docentes. Exigimos que se elimine el trabajo infantil. Exigimos prestacionales laborales para los jornaleros, las maquiladoras y las empleadas domésticas. Si pues, tristín.
Exigimos que se investigue a fondo hasta dar con los culpables de tanto feminicidio y de muertes violentas. Ajá.
Exigimos el derecho a la eutanasia. Exigimos nuestros derechos humanos universales.
En lo que tenemos que exigir porque por derecho nos corresponde, nos falta aplomo, cuando se nos pide responsabilidad, disciplina, entrega, humanidad, conciencia y arrestos, callados nos quedamos y nos queda entonces salir por la tangente de moralistas y religiosos para decir mediocremente que vamos a orar.
Nos sobran los arrestos para juzgar a quien se suicida pero nos faltan para reivindicar que no estamos estorbando en este mundo. ¿Qué hacemos para cambiarlo? ¿Para cambiar nosotros, para ser mejores seres humanos? ¿Para dejar a las siguientes generaciones un mundo mejor al que encontramos? ¿Para pensar individualmente y actuar en colectivo? Para no ir tan lejos, ¿somos felices con lo que somos, con lo que estamos haciendo? ¿ Queremos que los otros también vivan a plenitud? ¿Estamos viviendo con intensidad? ¿Le hacemos daño a otras personas? ¿Somos parte de los que oprimen? ¿Quitamos en lugar de dar? ¿Somos de los que guardan silencio cuando hay que gritar a viva voz? ¿Quiénes somos para juzgar a quienes se suicidan? No somos nada, no somos nada. Si acaso un suspiro extraviado en el tiempo. Bajémonos de la nube, beatos e inmaculadas y por una vez en nuestra vida seamos bizarros y busquemos esa libertad de la que tanto hemos escuchado hablar, sin olvidar que somos partículas de una inmensidad. Que estamos de paso nada más.
Quien se suicida está ejerciendo su derecho a decidir, nada de cobardía hay en su entereza.
Ilka Oliva Corado.
Agosto 12 de 2014.
Estados Unidos.

Un comentario

  1. Hola querida amiga escritora, te sigo con mucho entusiasmo. Adelante!

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