Ser feliz.

¿Cuánto hacemos para nosotros y por nosotros y cuánto para y por los demás? ¿Qué nos hace felices? ¿Hacemos lo que nos da felicidad? Creo que como muchos de mi generación y de mi clase, también crecí viendo las películas de Cantinflas, cuánta sabiduría hay en éstas. En aquellos tiempos me disfrutaba los alcances del actor, ese humor tan jocoso. Mi mente no tenía el alcance para analizarlas. Llevo algunas semanas leyendo los textos -entre mis chifladuras cuando busco lectura al azar- y qué talento y qué conciencia y qué claridad para denunciar con gracia tantas injusticias y gritar al mundo tanta verdad.
Hay varias frases que me han llamado la atención por ejemplo: “La primera obligación del ser humano es ser feliz, la segunda es hacer feliz a los demás.” Tomando este punto como referencia diría que la mayoría estamos lejos –a años luz- de poder comprender la magnitud de este mensaje y aplicarlo en nuestro diario vivir. Porque son muchas las ataduras mentales y los patrones de crianza obsoletos con los que crecimos y seguimos viviendo, porque hay prejuicios, etiquetas, miedos y por ahí diría que una cohibida integridad porque muchas veces con tal de hacer feliz a otros somos desleales a nosotros mismos. A nuestro sentir, pensar y actuar. Vamos dejando lo propio rezagado hasta que se nos convierte en lastre. Tomamos unas tijeras y día a día vamos cortando nuestras alas y cambiamos el horizonte por el cieno y nos arrastramos hasta perder la piel y lloramos el dolor de nuestra carne viva expuesta al viento. Vaya que es todo un proceso eso de la felicidad que más que un instante fugas es poder lograr mantener la paz interior y que fluya sin presión la tranquilidad emocional y espiritual. Que se logre mantener el equilibrio entre cuerpo, alma y espíritu.
Y entonces, como pasa el tiempo que de pronto son años… Y nos damos cuenta que, cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo, y que de colores, de colores se visten los campos en la primavera, porque, hombre si te dices hombre, no interrumpas tu jornada, o harás de esta vida tumba y de tu tumba morada.

Tener la entereza de salir y decir, ya estoy en la mitad de esta carretera, tantas encrucijadas quedan atrás, ya está en el aire girando la moneda y que sea lo que sea, lo que tenga que ser que sea y lo que no por algo será, no creo en la eternidad de las peleas, ni en la recetas de la felicidad.
De pronto tener el aliento de vernos frente al espejo y escuchar atentos lo que nos tiene que decir el reflejo, nada te llevarás cuando te marches, cuando se acerque el día de tu final, vive feliz ahora mientras puedes, tal vez mañana no tengas tiempo para sentirte despertar. Y totalmente absortos le imploraremos, y dale alegría, alegría a mi corazón. Vamos, decíme, contáme, todo lo que a vos te está pasando ahora, porque sino cuando está el alma sola llora, hay que sacarlo todo afuera, como la primavera, nadie quiere que adentro algo se muera, hablar mirándose a los ojos, sacar lo que se pueda afuera, para que adentro nazcan cosas nuevas.
Que tengamos la capacidad de dejarlos ser para, que canten los niños que alcen la voz, que hagan al mundo escuchar, que unan sus voces y lleguen al sol, en ellos está la verdad, que canten los niños que viven en paz, y aquellos que sufren dolor, que canten por esos que no cantarán, porque han apagado su voz. ¿Cuántos de nosotros aun conservamos la calidez de nuestra infancia? ¿Cuántos aun cantamos?
Aguas, que no estoy escribiendo en tono romántico, ni de maripositas en el aire, aquí lo personal es político. ¿Cuántos de nosotros nos hemos atrevido a romper el molde? ¿A dejar la mediocridad? ¿A convertirnos en mundanos, salvajemente libres? ¿Cuántos hemos hecho nuestra propia revolución? Nos hemos negado a ser parte de la manada, a ir a donde todos van y a repetir las normas y conductas, todo para agradar a otros y no desencajar. ¿Cuántos hemos dicho sí cuando hemos querido con todo nuestro ser decir no? Y viceversa.
¿Cuántos nos hemos atrevido a amar sin ataduras, con intensidad? ¿Cuántos nos hemos entregado por completo a una ilusión? Pasajera, instantánea pero profunda tanto que con el solo hecho de imaginarla nos cambia los paradigmas. ¿Cuántos dejamos ir a la persona que puso nuestro mundo de cabeza? ¿Cuántos estamos mediocremente subsistiendo con alguien común al lado para no sentirnos solos? ¿Cuántos tuvimos hijos porque nos dijeron que no tenerlos nos dejaba incompletos? ¿Cuántos estamos arrepentidos por haber parido y habernos dado cuenta que solo para desgraciarles las vidas los engendramos? ¿Qué no era solo de soplar y de hacer botellas? ¿Cuántos dejamos de ser para actuar?
Porque le tenemos pavor a la soledad y al qué dirán. Pero es que, no entiendo por qué hay tanta resistencia a la soledad si es una compañía extraordinaria.
Cuántos somos capaces de amarnos tal cual somos, por dentro y por fuera, con nuestros lastres e hilaridades.
Ese desequilibrio en la humanidad que mientras unos dan otros quitan. Que pensamos que viviendo para otros estamos siendo felices, -si mucho cumpliendo con lo que estipula la mezquina sociedad-.
Yo viví para otros durante muchos años y fui infeliz, creí en lo que la sociedad y los patrones de crianza dictaban, hasta que me quedé sin una sola gota de sangre porque la entregué toda, guardé silencio y me amargué el existir, me ensimismé y me llené de lastre, me ensombrecí y sucumbí. Dejé de darle alegría, alegría a mi corazón y éste comenzó a desistir. Yo sé el significado de la insatisfacción porque la viví. Sé lo que es el cautiverio porque estuve dentro de una jaula, sé lo que es el fango porque ya me arrastré en él. Hoy quiero ser feliz, quiero tener la obligación de ser feliz y extender mi alas en el horizonte. No es sencillo, es una decisión que se tiene que alimentar todos los días, minuto a minuto.
¿Y usted, qué tal? ¿Cómo le va? Pase adelante, hay café de máiz.
Ilka Oliva Corado.
Julio 29 de 2014.
Estados Unidos.

6 comentarios

  1. Pues invitame a una tacita de cafe de maíz!

  2. me gusta verme reflejada en tu articulo! gracias de corazón!

  3. gracias Ilka, transmites mucha fuerza!
    Abrazos!

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