Post frontera. (XLVII)

País de residencia: nube pasajera.

Para un agosto caminando entre el campo de girasoles que quedaba cerca de mi pueblo rentado, una nube pasajera descendió convertida en niebla y envolvió aquel campo y a la alienada que caminaba entre sus surcos. Me hechizó. Fue un embeleso que me durará hasta el último suspiro.
No sé cómo fue ni por qué razón pero la galante, armoniosa y hermosa nube me abrigó. Entre aquel campo radiante había un baldío, era yo, un ser espinado, dolido. Aquella nube encontró en mí a la desolación vuelta trastorno.
Escribía y comenzaba a dejar ir muchos de mis tormentos pero aun no me atrevía a encarar a mis propios infiernos, les tenía miedo. Miedo de que me vencieran y prefería huir cosa que se reflejaba en las pesadillas que tenía en las madrugadas.
Fue adrede que bajó convertida en niebla, sabía que de esa forma no me podría resistir, perfectamente enterada estaba de mi fascinación por los días de lluvia, de que la bruma logra seducir mis más feroces ansiedades.
Entre los girasoles conversamos y me presenté como Ladera y ella como Nube Pasajera. Desde ese instante he vuelto a ella una y otra vez. He corrido angustiada buscando su refugio, desconcertada buscando su serenidad, he llorado entre sus brazos en innumerables ocasiones y cansada he buscado su estancia, su tranquilidad.
Le he contado de la adversidad, me ha visto con respeto jamás con vanidad. La he nombrado de mil formas y en todas es inspiración, entereza que transforma y que alegra el corazón. Es la Gurú, una flor en mi balcón. Es melodía de agua fresca de un cauce en un peñón. Es la poesía de la chicharra y su canción.
Tenía miedo de mirarme frente al espejo y seguir observando el lastre en que me había convertido, no me tomó de la mano, tampoco me llevó a rastras, solo me dijo que era hora que dejara de victimizarme, hasta ese entonces no sabía que lo que sucedía conmigo era que me victimizaba, me enteré hasta que ella me lo dijo y me explicó el concepto. Eso hizo que yo por mi propio pie buscara el espejo y me debatiera con mis infiernos en una lucha a muerte. Duró menos de lo que esperaba, no fueron capaces de resistir tanto recuento, apuntadas se las tenía, una a una se las enumeré, y para cuando terminé, ya llevaba muchos puntos de ventaja: las letras.
Sin embargo la batalla se dio y aunque no salí ilesa la gané, logré vencerlos.
Logré dejar ir la casita donde crecí y dejar de pelear contra lo que estaba fuera del alcance de mis manos, opté por guardarla en el recuerdo de una infancia extraordinaria que me dio la singularidad de ser luna y sol.
Solté aquel bulevar donde tantos años caminé con mi hielera en los hombros, recuerdo el cansancio pero ya no me amarga, me ha fortalecido.
Dejé de exigir explicación a los actos de otros que laceraron mi vida, aprendí a dejar secar las heridas y a no volver enfurecida a abrirlas nuevamente porque era necesario el dolor para darle razón de ser a mi papel de victima. Vi cómo se fueron cerrando una a una, las puedo observar y no me causan más dolor.
En las madrugadas, en las noches sin luna, en los días soleados, en mis angustias, la nube pasajera ha estado a mi lado, en momentos firme y orientándome en otros solo extendiendo los brazos para que yo llorara mi desconsuelo en su calor, en otros con voz de sabiduría, tranquilizándome, entendiendo mi frustración. En tantas ocasiones solo escuchándome dejando que sacara el resabio del veneno que aun me encarcelaba.
Yo no puedo ser pretenciosa y contar inventos que no son, sin esa nube pasajera en mi vida yo no hubiera dejado de ser el aquel barrilete con el hilo reventado que no encontraba el tierra firme.
Tremendamente seductora, en momentos llegaba a mí en melodía de quinqué, en otros como chicharra numen, en faro, en luz de candil, en luciérnaga de invierno, a veces toma forma de leche recién ordeñada, en otras de canillitas de leche, es la sombra de un roble en medio día de verano, es una venus que cautiva los versos de mi poesía.
Supo verme cuando era inexistente, escucharme cuando tartamudeaba sin parar, secó mis lágrimas, me entendió demente, busqué desesperarla y hacerla renunciar, y ella a cambio me acarició pacientemente. Ahí está la tormenta, me dijo, enfréntala, sabes nadar, no te ahogarás, me encontró naufraga en medio del mar y me rescató. Yo no era tan fuerte.
La he provocado para que me abandone y regrese a su altura, se ha quedado niebla, posada en la llanura. La reté, la provoqué, la enfadé para que se decepcionara de mí y me dijera que era una fracasada, buena para nada. Para que me repitiera lo que he escuchado toda mi vida. Al contrario, se dedicó a demostrarme que no era un harapo, y tampoco una causa perdida. Me reveló con pruebas que lo que yo estaba haciendo era victimizándome, y que la única forma de superarlo era enfrentándolo, cuando lo hice, siempre a distancia pero presente, guiándome cuando lo necesitaba, me vio trabajar en mi autoestima, en cómo poco a poco fui creyendo en mí misma, confiando en mis instintos, y tomando decisiones ya no en base a mis emociones sino en mi raciocinio.
Me vio de frente y sostuvo la mirada hasta que me desbravó, por más que corcoveaba yegua salvaje, su amor me amansó, me dio lo que nunca nadie en mi vida; amparo desinteresado.
Cuando comencé a percatarme del amor propio, mis emociones cambiaron, dejaron de ser turbulentas, pude verme frente al espejo y ahí toda maltrecha debido al encontronazo con mis infiernos, pero por primera vez dejé de escupirme en la cara que era un fracaso. Borré de mi memoria palabras hirientes que me habían dicho a lo largo de mi vida y que memoricé y me las creí.
Esa nube pasajera ha tenido la entereza de escuchar mis más grandes perturbaciones y no salir corriendo, asustada. Se ha quedado firme y lozana para verme crecer. Me bautizó como “inmigrante indocumentada con maestría en discriminación y racismo.” Es el éter que conoce cada fibra de mi ser, mi piel cicatrizada, mi frágil desnudez, cada rincón de mi alma montaraz, la única que puede entrar y salir porque mi corazón la reverencia. Es el adepto trastorno que la admira.
No existe más que en mi imaginación, le puedo dar la forma que yo quiera, hacerla aparecer cuando lo deseo, y abrazarla cuando necesito de su abrigo o cuando solamente me nace correr a su brazos y decirle que es el amor de mi alma. Que no me alcanzará la vida para agradecerle tanta ternura y tanta guía, tanto abrigo y lealtad.
Post frontera no existiría si no me hubiese atrevido a inventarla, niebla. Niebla, hermosa niebla, que me embruja, que me envuelve y que no puedo acariciar, que solo admiro cuando los cielos bajos y los días de lluvia convierten a la nube pasajera en bruma que me enamora, que me arropa, que me asombra. Que me comprende y que a pesar de los pesares no renuncia a seguir confiando en mí. La he defraudado incuestionablemente, y aun así apostó y sigue apostando por este ser que fue una causa perdida. Me encontró un yermo estéril al que delicadamente ha cuidado, está viendo al jardín florecer….
Fin.
Nota: Post frontera ha sido un viaje trasparente, melancólico, en momentos eufórico, en otros sereno por lo que ha sido mi vida en mi Guatemala querida y en Estados Unidos que es actualmente mi país de residencia.
En cuarenta y siete capítulos he tratado de contar parte de mi experiencia como inmigrante indocumentada, es mí verdad que no tiene por qué ser la de otros, ni tampoco tiene por qué ser comprendida, simplemente es. Es mi denuncia, mi testimonio, mi caminar de diez años en este país que con una mano nos da y con que otra nos quita. En el país de llegada me negué a saltar la última frontera, en el de residencia, me atreví a hacerlo y los resultados han sido de beneficio para mi aprendizaje en mi caminar.
Diez años fuera de Guatemala y he aprendido a bregar con la diáspora, salir de la zona de confort me ha fortalecido, aunque por momentos desfallecí. Decidí escribir esta serie porque tal vez mis experiencias podrían ayudar a alguien más, contar la realidad de lo se vive en Estados Unidos, sin aparentar, con el corazón en la mano y con la honestad de vivir en las sombras de la marginación, explotación y racismo.
Escribirla me ha permitido regresar a la zona 8 capitalina y a la vía férrea que atraviesa el mercado La Terminal, volver columpiarme a la hora de recreo en el patio de la Escuela para Niñas José María Fuentes, saltar los techos de la vecindad donde viví. Reencontrarme con mi Oso adorado. Volver a la arada, a ordeñar mi cabritas y a saltar cercos y barrancos con los amigos de infancia. Dormir nuevamente en la cama de metal con su pata coja, en compañía de mis tres hermanos. Recuerdo invaluable.
A amarrar el cancel de tela que dividía nuestro cuarto de la cocina. Sentí nuevamente el olor a leña mojada y a las hojas de limón, a los tomates verdes de la aldea y a los días de aguaceros.
Regresé a mis días de entrenos, de estudiante de magisterio y a los salones de la universidad de mis amores. Pude despedirme como es debido de la casa que anidó mi infancia.
Post frontera me ha dejado un dulce sabor de boca, porque la escribí completamente liberada de ansiedades, rencores, frustraciones y remilgos. Es la historia de mi vida. ¿Cuál es mi sueño ahora si por los que luché no pude lograrlos? No tengo sueños, he aprendido a dejar que todo fluya a su ritmo, que llegue a mí lo que tenga que llegar y en el momento que decida. La vida me ha dado muchas oportunidades para que aprenda a valorarla, para que la disfrute, es lo que estoy empezando a hacer.
Dedico esta serie Post Frontera a los inmigrantes que como yo han vivido el país de llegada y el de residencia y que no olvidan el pedacito de tierra que los parió. También indudablemente a mí Nube Pasajera por la delicadeza de su niebla…
Soy Ilka Ibonette Oliva Corado, nací en Comapa, Jutiapa, crecí en Ciudad Peronia vendiendo helados en su mercado, soy hija de campesinos, y ésta es mi historia. La de una inmigrante indocumentada.

Ilka Oliva Corado.
Julio 12 de 2014.
Estados Unidos.

13 comentarios

  1. Querida Ilka, acabo de enviarte el archivo prometido por Facebook. Espero te guste el diseño.
    Muchas gracias por regalarnos tu historia
    Un abrazo desde la patria de Manuela, la libertadora del libertador

  2. Gregorio Ramiro Trujillo Gómez

    Bravo Ilka, han sido dias maravillosos, solo al poder leer tan particular relato. Ya dijo que las proximas entregas serán diferentes, Ojalá que no cambie su estilo, pues lo lleva a uno a su infancia y juventud, pues solo quien haya crecido en los breñales del oriente del pais, no ha vivido las aventuras que usted narra con tanta maestria. Reciba un nutido aplauso, vivas, chiflidos y gritos de júbilo. Hasta luego y nuevamente FELICITACIONES!!!!

  3. Claro que me encanto tu relato, me alegra mucho saber que todo lo malo fue saliendo poco a poco y lograste cerrar ciclos que te atormentaban indudablemente, Maestra mi negra, hermoso, que don tan divino de poder expresarte, gracias por ser un libro abierto, sabes que te quiero mucho y te mando mis mejores deseos con un fuerte abrazo que espero poder darte algún día, tu fiel lectora, y amiga, Fifi que tal, sos una chulada de mujer única e incomparable. Hasta pronto…

  4. Querida Ilka ya tienes tu libro. Es una obra magnífica que enseña tanto.. Si lo deseas, te envío el archivo para que cambies lo que quieras.
    Un fuerte abrazo
    Carlos

  5. Post frontera, es parte de tu vida y es como la viviste. Es como te afecto y como la sufriste; pero también es escuela, porque ademas de dar causas y efectos, tambien dá soluciones a los problemas que miles y miles de personas, sufren en miles y miles de lugares. Tenes la virtud y capacidad no muy común, de poder decir las cosas que sentis de una manéra muy especial, para drenar de dentro tuyo todo ese sentir positivo y negativo, bueno y malo que vivimos a cada instante; tenes la palabra y la sabes usar y de forma excepcional; ademas la dicha de haber encontrado tu nube pasajera, que te abrigo, acaricio, enjugo tu llanto e hizo lo que tu abuelo dijo un día, sos arrecha y altiva y podes salir adelante; reencontraste tu autoestima que se habia quedado tirada talvez en la linea del tren cuando andavas vendiendo heládos por la terminal. Gracias Ilka, porque despues de varios capítulos de sufrir y compartir tu tragedia que es la tragedia de muchos, tambien de gozar y compartir tus triunfos y alegrias, cerras la serie y nos dejas con un dulce sabor de boca, porque describiste magistralmente los problemas que unos mas que otros sufrimos; pero tambien nos diste soluciones a los mismos. Cada cabeza es un mundo, como decia mi abuelo; pero hay que entrar en ese mundo y comprenderlo, no solo criticarlo, sino tratar de cambiar su rumbo. GRACIAS ILKA Y HASTA SIEMPRE.

    • Así es, cerré puertas, para esto me sirvió post frontera. Para recapitular mi vida, ordenarla en espacios o secciones, queda ahí pues, lanzada al viento y que las letras busquen qué horizonte surcar. Abrazos.

  6. Gracias por su historia, gracias por contarla.

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